viernes, 24 de julio de 2009

ENSAYO EN EL CIRCO


Ensayo en el circo (1993)
Acrílico sobre cartón, 66 x 48 cm.)
Colección Privada familia Bourne.




LADRÓN DE RECUERDOS

Busco sobre
las estepas del gris,
en las redondeces
de la memoria,
sobre las sombras
de las horas idas
y encuentro
el vacío de la nada
que me sonríe
como niña sorprendida.

Giro los ojos del pasado
hacia las profundidades
y un oscuro camino
que por instantes se ilumina,
indica el paso,
corto y escarpado,
hacia el ayer.

No hay rosas ni violetas
menos cosas benditas.
Ramas de terciopelo
o faroles de agua dulce.
Tampoco polvo,
lluvia o tormentas…
Pero es la vía.

Llego al final del sendero
agotado, pero sereno.
En el rincón más oscuro
encuentro un cofre,
que en una época fue reluciente,
con su boca abierta,
como pidiendo clemencia.
A pasos lentos me acerco.
No hizo falta más,
sólo dos pisadas.
Todo olía a estiércol.
Un caballero andante,
quizás un gitano,
un pirata o un fantasma
montado en un corcel
vestido de rabia
se había robado mis recuerdos,
mi historia,
la que creía no valía nada.
Ahora sólo soy el presente.
No hay pasado,
sólo un futuro incierto
que algún día
pertenecerá a los recuerdos.

CAMINANDO BAJO LA LLUVIA


Caminando bajo la lluvia (1993)
(Acrílico sobre cartón, 60 x48 cm.).
Colección Privada familia Capriles Ayala.





PERDÍ UN SENTIMIENTO

No sé si voy a morir
ahora o después.
Soy una sombra muda de afectos…
Un ruido, quizás… Sólo eso…
Pero quiero hablar… Es mi momento…
Es lo último que pienso hacer.
Por eso me atrevo a contar
lo que estaba sepultado
en las cicatrices
que reflejan el ayer.
La historia es corta,
como todas las de quienes
se entregan por amor.
Todo se sintetiza en una frase:
“La quise y me traicionó”…
¡Sí!, así de simple,
se fue y dejó la herida…
La llaga maligna marcó
el fin con estrofa y sin solfeo.
Aprisioné las palabras…
Quise apedrearlas…
Las letras del eco aturden
y fusilan mis entrañas…
No voy a escapar,
menos refugiarme
en la compasión
del entendimiento.
La muerte sonríe
aturdida cerca de mí, a mí lado…
Muy cerca… Me acaricia.
Quizás es su venganza hacia la vida…
¡Bienvenida!, exclamé…
“¡El miedo está enterrado en el dolor!”,
agregué complacido,
como si en verdad
estuviese convencido
de lo que estaba por venir…
La prosa volvió
a ser poesía aquel día.
Los cipreses lloraron,
el sentimiento agonizó cerca del río…
Hubo luto en la montaña.
Hasta las sombras se conmovieron.
Luego, al poco tiempo,
los seres queridos volvieron
a la gloria y a las causas perdidas…
¡Así es la vida!... ¡Así es la muerte!...
Perdí mucho, quizás nada…
Quizás sólo un sentimiento…
¿Y qué es la vida
si no hay sentimientos?...
¡Nada!... ¡La muerte viva!...

PENSAMIENTOS Y SENTIMIENTOS

Con Fernando Botero en una exposición
mía en la Galería MTD. A la izquierda,
El descanso, cuadro que forma parte
de mi serie MUJERES DE PIEL DE SOMBRA.



PENSAMIENTOS Y SENTIMIENTOS
Los sueños y angustias de Diego Fortunato

La mayoría, cientos de ellos, se encuentran perdidos en agendas u hojas sueltas cuya suerte ha sido signada por el destino que me tocó vivir. De aquí y allá, de una mujer a otra, de un sufrimiento a un martirio y de ahí a ninguna parte o, mejor dicho, a las puertas del infierno o, en el mejor de los casos, al encuentro, otra vez, del amor, que todo lo puede y todo lo logra.
(Todas las semanas publicaré algunos pensamientos de este libro)






  • Los sueños son inmortales, los hombres efímeros.


  • Podrán morir las ilusiones, nunca la esperanza.


  • Sordos los oídos que no escuchan su voz interior y los alertas del corazón.


  • Un ángel anida en todo aquel que suspire. El que no lo hace apenas respira.


  • El perdón es obra divina, no perdonar estigma del diablo.


  • ¿Vivir por vivir?... ¡No! Vivir para construir.


  • Hay un sólo color, el del arco iris del bien.


  • Gracias por darme la vida Dios amado, brindarme un sueño y hacerme reír de alegría.


  • La angustia es una ilusión de los sentidos que se anida en la mente para autocastigarnos de una culpa inexistente.


  • ¿Qué es una flor?... El reflejo de ti mismo, belleza y paz.


  • La clave de la inmortalidad radica en dejar una huella imperecedera de nuestro paso por la vida.

M Á S P E N S A M I E N T O S...

°En política no hay seres de buena fe y no se puede confiar ni en su sombra.


°La humildad es uno de los más grandes dones del espíritu.


°Sólo quien obra bajo los designios de Satán pone a hijos contra padres y hermanos contra hermanos.


°La inteligencia humana es tan infinita como incalculable. Descúbrela y utilízala para el bien.


°Por hay andan locos sueltos que parecen indefensos, pero, y es lo peor, son más locos y peligrosos que todo los locos juntos.


°El que tiene complejo de rico es, por regla general e infalible, un gran y acomplejado resentido social.


°El que siembra odio vivirá una vida de infierno y agonía latente.


°La envidia anula cordura y acelera la infelicidad.


°El hombre nace, crece, se desarrolla, se reproduce, se enrolla, se desenrolla y muere sin saber porqué ha vivido.


°Gracias a Internet el mundo gira ahora más rápido. Es el nuevo lenguaje universal hasta el fin de los tiempos.

°El fanatismo obnubila mente y razón.


°El fanatismo religioso arrastra a la diabólica enajenación.

°La religión mal entendida es pesadilla voraz y destructora.


°No hay paz sin amor ni amor sin paz.


°Sin cultura no hay desarrollo, sino caos.


°La peor enemiga del hombre es la mente. Si se sabe administrar, la mejor aliada.


°No dejes que tú mente te destruya… ¡Dómala!


°No vagues mucho en los laberintos de la mente, podrías perderte y quedar demente.


°Nadie es completamente normal y tampoco totalmente loco.


°Quien juega con la mente se vuelve demente.


°La mente de los niños es plenamente pura y virginal. La sociedad la corrompe.


°No le des muchas alas a la mente. Podría volar y arrastrarte hasta los abismos del fin del mundo.


°No hay peor perversión que una mente turbulenta.


°Para ser libres, completamente libres, debemos exilar nuestra mente del cuerpo.


°Todo lo imaginables es posible. Hasta un puente de luz.


°La imaginación nunca muere, se recicla en el tiempo.


°El que vive encadenado al qué dirán siempre será prisionero de la infelicidad y nunca libre.


°Nadie es malo por naturaleza. La sociedad en la que se mueve lo moldea o lo destruye.


°Piensa en positivo. El miedo anula y destruye.


°Alimenta el niño que llevas dentro y serás joven por siempre.


°La edad apenas es una cifra, lo que cuenta es el ánimo y la forma de ver y afrontar la vida.


°No hay viejos ni jóvenes, sino seres usados, seres nuevos y seres en proceso de producción.


°Ámate primero a ti mismo, luego los otros te amaran.


°El que odia no vive… ¡El qué vive es su odio!


°Ama siempre, hasta el último suspiro de tu vida.


°La bondad del corazón no es nada si no hay amor y humildad.


°Quien no ama la música, está muerto o nunca ha vivido.


°El pasado son cenizas sepultas en el infinito. ¡Déjalo descansar en paz!


°La música es susurro de ángeles. La poesías su mensaje de amor.


°El drama de la vida termina cuando la muerte se apiade de nosotros y nos lleve con ella.


°La vida es maravillosa mientras se tenga y se viva sana, plena y alegremente. De lo contrario es un candente infierno.


°Una gran escasez de cordura azota al mundo…A los cuerdos nos están secuestrando. ¡Refúgiate!


°Sólo quien obra bajo los designios de Satán pone a hijos contra padres y hermanos contra hermanos.


°Los libros sagrados dicen y se contradicen. Haz el bien y siempre vivirás con el favor y complacencia de Dios.























































ALGUIEN NOS ESPERA




Alguien nos espera (1996)
Pintor: Diego Fortunato
(Acrílico sobre tela, 120 x 90 cm.)
Collección Privada familia Kors Delfino.


ESTABA RECOSTADO SOBRE UN DESEO

Tirado en noche
oscura sobre el verde
y oloroso prado salvaje
y al abrigo de un paraguas
de estrellas, miraba al cielo
en busca de un lucero fugaz
para pedirle un deseo.

Estaba alejado del mundo,
de sus guerras criminales,
de sus odios infernales,
de sus luchas malditas
y violencia materialista.

Estaba ahí, donde la paz
puso su nido. Donde Dios
hace la siesta en días festivos.
Alejado de la eternidad,
de las horas opacas y sin sentido.
De las luchas estériles de los poseídos
por el olor del dinero y la riqueza perversa.

Estaba en esa gran sabana,
hoy ungido paraíso terrenal,
que aún no ha sido contaminado
por la civilización siniestra y letal.
Estaba entre seres puros en humildad,
en el único recodo que se ha salvado
de la rapaz garra sucia e inmoral.

No sé si me perdonarán
los sabios pemones, arekunas y demás,
guardianes de la mágica selva de paz
donde los sagrados tepuyes cantan
sus himno silencioso a la espiritualidad,
pero se me hace necesario revelar
dónde estaba a fin de enseñarle al mundo
el ejemplo de amor que dan a la humanidad.

Quizá los haré más adelante,
pero antes quiero terminar
con lo que había comenzado:
La noche se teñía de azul oscuro,
de ese color que nadie ha visto
ni yo se descifrar. Mis ojos bien directos
no dejaban de apuntar al cielo,
mientras mis labios se desdibujaban
sin querer en sonrisa placentera y feliz.
No hay palabras, ni mano humana
que pueda atrapar ese momento.

Mientras suspiraba apareció
una estrella fugaz teñida de terciopelo,
después otra y luego una legión más.
Eran tantas y tan rápidas,
que se me olvidaron los deseos.
Cerré los ojos suavemente y pensé:
Necesito uno sólo y muy virginal
para que todas ellas, juntas en una sola,
logren realizarlo. Volví a suspirar
y pronto dije en mis adentros: “Señor,
Dios mío, devuélvele al hombre
la espiritualidad perdida… ¡Por favor!”,
terminé mientras una lágrima
con olor a súplica rociaba mi rostro.

Al instante abrí los ojos y desde la pérgola
del firmamento, las estrellas aún fluían
con fulgor, rapidez y reluciente armonía.
Parecían fuegos artificiales venidos
de las bóvedas del infinito desconocido.
¡Qué espectáculo magistral y radiante
que hasta mi sombra se pudo maravillar!

Me incorporé tranquilo. Sacudí
alguna paja que se había adherido
a mi camisa de lino blanco y caminé lento
hacia la churuata, especie de castillo ocre
tejido con telarañas de palma moriche
donde los pemones deshilan sus sueños
y cantan canciones que suenan a cristal.
Suspiré otra vez, esta vez aún más profundo,
que creo que hasta en el fin del mundo
se escuchó su sentir. Acordeones,
una flauta y un violín sonaron en mí ser,
muy adentro, tanto que aún lo siento.
Fue la señal, no se. No me atrevo a predecirlo.
Lo único que sé es que mi deseo pronto
se cumplirá porque el mundo ansioso está.

Volviendo a lo otro,
con mucha pena y obediencia
debo decir que me fue negado
y al mismo tiempo yo me lo he prohibido,
revelar dónde queda mi paraíso terrenal.
Está en la tierra, claro está.
Ni tan cerca ni tan lejos, dependiendo
de donde usted está. Pero una cosa
es cierta :¡Ahí no hay maldad!

Una pista les he dado
porque así me fue permitido.
No hay mal sentido en este relato.
Lo lamento mucho, pero debo preservar
el único recodo donde Dios en las tardes
va a descansar y a soñar con un hombre
justo, espiritual, más humano y menos letal.

¡Lo se!… ¡Él también sabe que vendrá!

UNA AL ESTE Y LA OTRA A TIERRA




Una al este y la otra a tierra (1998)
Autor: Diego Fortunato
Serie VITRALES VIRTUALES
(Acrílico sobre tela, 150 x 100 cm.).




LA LOCA Y LA LUNA

Era como un poema
escrito en la mañana.
Piel tersa,
tez de porcelana.

Algunos decían
que estaba loca,
pero no tanto.

Sus ojos, brillo
de centellas,
iluminaban
y encendían el día.

Cada brizna
de su cabello
era flama de delirio.

Sus labios,
carnosos
y voluptuosos,
preñaban el sentido.

Era ella, la única,
la del mimo,
la bienquerida.

Pero vino
la luna-luna
e incendió la llanura,
de copos y locura.

De aquella
imagen de mujer
venerada no quedó nada.

Fue la luna,
mágica e ignota,
que la volvió loca.

¡Ay luna-luna!,
qué le has hecho
a la hembra moruna,
porqué le robaste la cordura.

¡Ay luna-luna!,
¿Dónde te las has llevado
si aún no la he amado?

¡Ay luna-luna!,
profanaste la cosecha,
pero los recuerdos
reposan en la primavera.

¡Ay, luna-luna!... ¡Ay!
¡Te llevaste a la loca mía!...

¡Ay, luna-luna!... ¡Luna!

DANZANDO HACIA LA PRIMAVERA




Danzando hacia la primavera (1993)
Autor: Diego Fortunato
(Acrílico sobre carton, 66 x 48 cm.).
Colección Privada familia Tinoco.




UNA GOTA

Una gota,
simplemente una,
servirá
para iluminar
mí vida.

Una gota,
rociada de amor,
es la ternura
que me arrebatará
de la locura.

Una gota,
sólo eso pido,
no tú piel,
ni un beso
de terciopelo.

Una gota,
sangre mía,
te la entrego,
aunque el puñal
claves en la espina.

Una gota,
mujer vivaz,
que apague
el lamento
de mi sombra fugaz.

Una gota,
un Ave María,
una mirada al cielo
y te entrego
el alma mía.

CUALQUIERA DIRÍA QUE ES UNA COPIA DE LA MONA LISA




Cualquiera diría
que es una copia
de La Mona Lisa (1993)
Autor: Diego Fortunato
(Acrílico sobre cartón, 66 x 48 cm.).




LA CARTA

Quiero escribir una carta
pero no sé a quién dirigirla.
No tengo nadie que la espere
ni una dirección donde enviarla.
De todas maneras la escribiré.
La remitiré a mi corazón,
que sí escucha y leer sabe.

Querido amigo:
Primero que nada, mis mejores
deseos para sigas así, sano y fuerte
y pleno de dicha, salud y felicidad,
el cual hago extensivo a todos
tus amigos y familiares
que te circundan y siempre alientan
para que nunca te detengas
y continúes en la dura batalla
hasta que el Altísimo disponga.
Sé que he sido injusto contigo.
Que te debía estas líneas
desde hace bastante tiempo.
Que te he reclamado cosas sin razón.
Te suplico perdones mi desacierto.
Que olvides todos esos malos ratos
que te he hecho pasar sin recato.
La vida, y tú lo sabes mejor que yo,
me ha dado duros golpes y aflicciones.
No sé si con justicia o no.
¡Lo sé!... Eso no justifica mi proceder.
Tantas penas te he endosado
y tantos desconsuelos innecesarios
que fue como clavarte un dardo infiel.
Porque, al fin y al cabo, no tenías culpa de nada.
Perdona por tanto dolor, tanto sufrimiento,
que te infligí en mí alocado ir y venir.
¡Qué buen amigo eres!...
¡Qué fiel y manso compañero!
Tú sabes que todo lo acepto
y que de nada me arrepiento,
aunque el destino, puerco e infame,
me encajó el pecado de haber
nacido en un mundo ruin y malvado.
Nunca quise dañarte, ¡válgame Dios!,
porque te amo tanto como a mí mismo,
ya que eres bueno, sano y prudente.
Los deslices de mi vida sentimental
los soportaste con heroísmo colosal.
Te lo agradezco infinitamente
y nunca lo apartaré de mi mente.
Así como el amor que le brindaste
a mis hijos, a los cuales tenías como tuyos.
Tanta ternura, tanto cariño diste
que me hiciste sentir orgullo sin fin.
Y a mí madre, ¡cuántas caricias
y embelesos dabas cuando la mirabas
en lo profundo de su ojos vivaces y alegres!
¿Te acuerdas cuando yo era feliz
el gozo que me ofrecías en cada
salto del día y en las noches de armonía?
¡Qué hermoso era sentirte latir cerca de mí,
amar conmigo y ser amado por ti!
Me enseñaste tantas cosas que no sé
por donde empezar ni como describirlas.
A ti te debo todo el amor que pude dar,
los sentimientos y las pasiones,
pero lo que más te agradezco es ese don
divino, esa huella indeleble,
que sembraste en mí alma arrogante
al mostrarme al Dios de las alturas
que me apartó del camino errante.
¡Qué dicha!... ¡Qué misericordia, la tuya!
¿Recuerdas cómo jugabas
conmigo cuando era un niño?…
¿Cómo tejíamos sueños
con cándida inocencia y amor celeste,
porque decías que el amor era azul,
como el azul del cielo, nido de ángeles,
querubines, santos y vírgenes divinas?
¿Y mis lágrimas?... ¡Cuántas lágrimas!
¿Recuerdas lo qué me decías para contenerlas?
¿Sí?... ¡Qué bueno!… Yo también lo recuerdo
y nunca lo olvidaré. “Perdónalos…
¡Perdónalos, que no saben lo que hacen!”,
señalabas en un susurro que sólo yo escuchaba.
Tú me enseñaste ese sortilegio maravilloso,
ese don mágico que concede el perdón.
Esa liberación divina que purifica
y dignifica a quien concede y recibe.
¡Qué maravilloso eres!... ¡Único en verdad!
¡Qué mal te traté durante mis despechos,
mis mal de amores y mis locas carreras
al despeñadero de las angustias plañideras!
¡Qué inquietud y turbación te trasmití
y cuántos desvelos por mí dolor!
¿Te acuerdas de Luisa?... ¡Claro, cómo
no te vas a acordar! …¡Qué sentimientos
tenía!... Y esa mirada de virgen encantada
era todo un poema para enamorados.
Y de Trina e Isabel y las otras, ¿recuerdas?
¡Qué hermoso es amar más que el amor!
¡Qué contento te sentías en esos días!...
Bueno, no fueron días sino años,
tan plenos de felicidad que los dos,
tomados de la mano y con el regocijo
pincelado en nuestros ojos claros,
cantábamos por la calles de la ciudad
tantos vivas y tonadillas al amor
que teníamos a todos hasta la coronilla.
Bueno, son cosas del pasado, lo se.
El presente no es tan maravilloso
en esas cuestiones. Tendrá sus razones.
Lo importante es que estás a mi lado,
fiel e inseparable amigo de luchas
y batallas, alegría y desdichas y nunca,
siquiera en pensamientos, pensaste,
y valga la redundancia, meterme
en una ambulancia y dejarme
sólo, al arbitrio y al abandono.
Siempre a mí lado, como un guerrero
de los tiempos pasados y presentes.
Siempre has estado ahí, vigilante,
para que ningún espía errante penetre
las barreras que nos mantiene rozagantes.
Te amo, querido amigo. Sigue así,
firme y decidido, porque los combates
todavía, y tú lo sabes, no han concluido...
Entre vendavales y tempestades,
derrotaremos a los furiosos huracanes
y sobre lava de volcanes marcharemos
siempre juntos hasta llegar al reino
venerable de las ideas puras y benditas
porque todavía queda mucha tela sin cortar.
Bueno, me despido, no si antes desearte
muy cariñosamente que sigas lúcido y valiente,
sin interrumpir tu ritmo y galope, no importa
si la cuesta es empinada y que por ahora
sólo podamos comer papas y ensaladas.

Un fuerte abrazo amigo mío, extensivo a todos
los que te rodean, a esos valientes, que te ayudan
en el diario y vigoroso palpitar.

Cordialmente,

Tú tutor


P/D: Te amo doblemente.
Por lo que eres y por todo lo que me has enseñado, gran corazón.

LA DONNA


La donna (1988)
Pintor: Diego Fortunato
Acrílico sobre tela, 150 x 100 cm.

Serie: MUJERES DE PIEL DE SOMBRA
Colección Privada.




SAN VIRTUOSO Y EL ESCAPULARIO DEL TÍO BENITO



No recuerdo muy bien como fue…
Pero de qué sucedió ¡sucedió!
Aunque ya esté muy viejo
para contar historias largas
mi memoria testifica
que en el pueblo de Santa Esperanza
existía un curita, muy joven él,
que de la Biblia hacía un escapulario.
Unos les decían bobo santurrón.
Eso era lo de menos, lo más suave,
porque cuando pasaba
frente al botiquín de Don Benito, el leguleyo,
del que decían había estudiado leyes,
los mozos que estaban repletos de ron
le gritaban cada cuestión,
que el pobre cura se ponía tan marrón
como su sotana y, de un sólo tirón,
corría a esconderse tras el púlpito de la iglesia,
que quedaba en la esquina Del Porrón.

La historia no podría ser tal,
si al bendito cura, que se llamaba Virtuoso,
Virtuoso Cañas, para ser más precisos,
algunas viejitas lo habían bautizado,
a fin de que les reivindicase
sus pecados juveniles, como San Virtuoso.
El pobre cura, que de provinciano tenía
hasta los lamentos y de santo ni la coronilla,
comenzó a aprovecharse de su pregonada santidad.
Fue así como Cándida, bella hembra
y casta mujer deseada por todos los pobladores,
llegó a las manos y codicia del sacerdote,
quien no era puro ni menos virtuoso.
Seducido por los encantos de aquella morena
de espectacular figura, caderas anchas,
pechos de gallo en flor y nalgas de rumbera,
Virtuoso, cada vez que ella se presentaba
ante el confesionario, le ponía a la bella joven
una sola penitencia, aunque ella
estaba sin pecado concebido.
Y el cura le decía: “Si quieres el perdón
divino, con un hombre divino debes
estar”, confundiendo a la párvula mujer,
quien en su ignorancia nada entendía.
Fueron pasando los días, las semanas
y los meses y el curita insistía,
pero nada sucedía con la guapa doncella.

Todos en la población seguían
haciendo mofa del curita feo y desgarbado,
hasta que un día Don Benito enfermó.
Sería de tanta rumba y alcohol,
nadie lo sabe, pero lo que si es cierto
es que era tío y padrino de bautizo
de la hermosa Cándida,
a la que siempre protegía
del contacto de rufianes pueblerinos.
Su malestar fue tan grave,
que temiéndose lo peor,
llamaron al cura Virtuoso
para que le diese la extremaunción.
Éste corrió presuroso, no sólo
con la intención de darle los santo óleos,
sino para estar cerca de Cándida,
a quien en secreto amaba con ansiedad.
Al llegar, todos estaban presentes.
Sólo faltó el Jefe Civil quien,
dijeron, estaba tras unos cuatreros.
Sin embargo otros aseguraron
que pasaba la mona tendido
en una desvencijada hamaca
que colgaba tras del negocio
del moribundo Don Benito.
Todos reían con fruición
porque decían que zancudos y chiripas
morían en un santiamén después de picarlo
ya que el regordete hombre de la policía
estaba tan atiborrado de caña
que las pobres alimañas
no resistían tal intoxicación.

Volviendo al caso,
les voy a contar,
y es palabra de viejo
y esto tiene respeto y dignidad,
porque yo no cuento estupideces
y menos cosas con maldad.
Pues bien, voy con lo acordado:
Todo aconteció la noche
en que Don Benito agonizaba.
En ese mismo instante el cura Virtuoso,
después de ungirlo para el último adiós,
le colgó un escapulario al cuello
y entre labios rezó una oración.
Yo lo vi. Con estos ojitos, que ustedes ven
y que algún día se han de comer los gusanos.
Me pareció que era de la Virgen María,
pero otros dicen que tenía prendida una foto
de Cándida aparentando a la santa mía.
La historia es que el consagrado
escapulario desapareció el mismo día
en que el tío Benito al fin murió,
al parecer de cirrosis hepática aguda
y no por estar seis horas con una puta.

Las cosas en el pueblo siguieron igual.
Trabajo de día y borrachera de noche.
Las viejas en sus casas rezando el rosario
y los viejos maridos roncando la caña.
Sólo algo había cambiado:
Cándida acariciaba con tal devoción
el escapulario que delicada y mansamente
Virtuoso había prendado del cuello
de su tío Benito antes de la fatal defunción,
que hizo sospechar a niños, ancianos
y a casi todos los parroquianos sanos,
que la hermosa mujer había enloquecido.
La llevaron ante el matasanos,
quien le recetó una poción de valeriana.
Pero no pasó nada. Seguía igual de mala.
Luego la llevaron con el brujo Juliano,
quien le leyó la mano y como remedio
le mandó unos baños de canela
y hierbas con olor a gusanos.
Pero nada sucedió y por tal motivo,
como último recurso, la llevaron
ante el llamado San Virtuoso
para que le curase ese mal tortuoso.
El cura la miró tan fijamente
que muchos creyeron que estaba demente.
Ella se hizo la desentendida.
El escapulario contenía, y la jovencita lo sabía,
una foto escondida tras la estampita
de la santa y venerada Virgen María.
Era la del curita, que de bobalicón,
no tenía un ápice, ya que en la misma
aparecía tan desnudo como el día
en que nació en la hacienda de Don Simón.
Estaba tan bien dotado
que tenía atolondrada a la casta jovencita
hasta el punto que ya poco dormía
y hasta el apetito había perdido.
Con un movimiento nervioso, pero decidido,
y los ojos iluminados como flamas ardientes
Cándida hizo girar entre sus dedos, y en forma circular,
la imagen sagrada que estaba cosida a una cadenita
de fino y puro oro de dieciocho quilates,
y sin más empacho invitó al cura a que la amase.
Todo fue bendito, dicen algunos.
Otros, furia de dioses, ya que durante tres días
nadie más supo del curita ni de la Cándida mujercita.
La iglesia permaneció cerrada
y las campanas sin decir nada.
En verdad no sé si eso fue felicidad,
lo cierto es que a los nueve meses
nació un niño robusto, fuerte y rapaz,
a quien mucho llamaron Sin Pecado Concebido
porque gracias a la religión
nació aquel varón que alegró la vida del santurrón.

EN EL NIDO DE LA ROSA




En el nido de la rosa (2008)
Autor: Diego Fortunato
Serie BAILARINAS INFINITAS
Acrílico sobre tela 120 x 90 cm.
COLECCIÓN PRIVADA Familia González-Fortunato La Rosa



LADRÓN DE RECUERDOS

Busco sobre
las estepas del gris,
en las redondeces
de la memoria,
sobre las sombras
de las horas idas
y encuentro
el vacío de la ausencia
que me sonríe
como niña sorprendida.

Giro los ojos en el pasado,
hacia las profundidades,
y un oscuro camino
que por instantes se ilumina,
me indica el paso,
corto y escarpado,
hacia el ayer.

No hay rosas ni violetas
menos cosas benditas.
Ramas de terciopelo
o faroles de agua dulce.
Tampoco polvo,
lluvia o tormentas…
Pero es la vía.

Llego al final del sendero
agotado, pero sereno.
En el rincón más oscuro
encuentro un cofre
que en una época fue reluciente,
con su boca abierta,
como pidiendo clemencia.
A pasos lentos me acerco.
No hizo falta más,
sólo dos pisadas al vacío.
Todo olía a estiércol…
Ya no había nada.
Un caballero andante,
quizás un gitano,
un pirata o un fantasma
montado en un corcel
vestido de rabia
se había robado mis recuerdos,
mi historia,
la que creía no valía nada.
Ahora sólo soy el presente.
No hay pasado,
sólo un futuro incierto
que algún día
pertenecerá a los recuerdos.

SALTINBANQUI




Saltinbanqui (1988)
Autor: Diego Fortunato
(Acrílico sobre cartón , 66 x 48 cm.).
Colección Privada familia Gistau.


ALMORZAR CON LOS SUEÑOS

De la misma forma
como te presiento eres.
Humano y celestial,
hermoso y omnipotente.
Eres el sueño,
el Dios olvidado
en el inconsciente,
pero hoy te invito
a estar un momento conmigo.
Quiero ver el día,
sus luces sin soles,
las cosas olvidadas,
las vidas acabadas,
para estar cerca
del amor y la esperanza.

Sacaré mi lonchera,
el estómago no espera,
menos los sueños y la razón.
Almorzaré con las ideas,
con los océanos y las letras
en los confines de la vida
porque todo está escrito
en el tiempo y la vida.

Almorzaré contigo… Otra vez…

LA CONGOJA




La congoja (1998)
Autor: Diego Fortunato
Serie MUJERES DE PIEL DE SOMBRA
(Acrílico sobre tela 122 x 76.5 cm.).
Colección Privada.



LA LOCA Y LA LUNA

Era como un poema
escrito en la mañana.
Piel tersa,
tez de porcelana.

Algunos decían
que estaba loca,
pero no tanto.

Sus ojos, brillo
de centellas,
iluminaban
y encendían el día.

Cada brizna
de su cabello
era flama de delirio.

Sus labios,
carnosos
y voluptuosos,
preñaban el sentido.

Era ella, la única,
la del mimo,
la bienquerida.

Pero vino
la luna-luna
y encendió la llanura,
de copos y locura.

De aquella
imagen de mujer
venerada no quedó nada.

Fue la luna,
mágica e ignota,
que la volvió loca.

¡Ay luna-luna!,
qué le has hecho
a la hembra moruna,
porqué le robaste la cordura.

¡Ay luna-luna!,
¿Dónde te las has llevado
si aún no la he amado?

¡Ay luna-luna,
profanaste la cosecha,
pero los recuerdos
reposan en la primavera.

¡Ay, luna-luna!... ¡Ay!
¡Te llevaste a la loca mía!...
¡Ay, luna-luna!... ¡Luna!

TIEMPO DE INTIMIDAD




Tiempo de intimidad (1998)
Autor: Diego Fortunato
Serie MUJERES DE PIEL DE SOMBRA
(Acrílico sobre tela 150 x100 cm.).
Colección Privada familia Nigro.




UNA GOTA
Una gota,
simplemente una,
servirá
para iluminar
mí vida.

Una gota,
rociada de amor,
es la ternura
que me arrebatará
de la locura.

Una gota,
sólo eso pido,
no tú piel,
ni un beso
de terciopelo.

Una gota,
sangre mía,
te la entrego,
aunque el puñal
claves en la espina.

Una gota,
mujer vivaz,
que apague
el lamento
de mi sombra fugaz.

Una gota,
un Ave María,
una mirada al cielo
y te entrego
el alma mía.

LA NÁUFRAGO


La naúfrago (2001)
Autor: Diego Fortunato
Serie VITRALES VIRTUALES
(Acrílico sobre tela 120 x 90 cm.).


¡QUÉ MÁS!

Un pozo de agua dulce.
Un manantial. Una mujer
bonita me espera.
¡Cuánto me quiere!...
¡Cuánto me odia!
Cuando me besa parece una niña.
Cuado me odia parece una loca.

¿De qué estás hecha si no amas
ni vives?... ¿ Por qué no puedes?...
¿Dónde fue el amor?… ¿En qué río
fue a naufragar?... ¡Te extraño, loca!...
¡Nunca me olvides!... ¡Vuelve humo incoloro!...
¡Te extraño, niña, porqué te quiero!

El prado es verde… Amarillos los locos.
El amor rojo… ¡Cerezo el camino!...
Añil el tiempo… ¡Negra la vida!

¡Qué más!... Un manantial… Una mujer.

TIEMPO DE AMAR


Tiempo de amar (1998)
Autor: Diego Fortunato
Serie MUJERES DE PIEL DE SOMBRA
(Acrílico sobre tela 120 x 90 cm.).
Colección Privada Famila Nigro.





EMBRIAGARME DE TI

Dame el sabor de un beso,
busca la colina escondida
para exprimir tu cerezo
y embriagarme los sentidos.

Corre ave bendita
a los brazos bandidos,
a la palma ardiente
que se esconde en la cascada
y embriágala de vida.

Hiedras trenzan
el corazón que no calla.
Una mirada tuya, mil pasos
en las venas dormidas,
cien caricias de fuego
en el pozo de miel viva
embriagan el alma mía.

Envidiosos los cuervos rondan
en las máscaras del río.
Danza primavera,
quema voraz el loco juicio.
Aplaca el cuerpo mío…
¡Ven, embriágame el destino!

LA INTIMIDAD


La intimidad (1998)
Autor: Diego Fortunato
(Acrílico sobre tela 150 x 100 cm.)
Colección Privada familia Kors Delfino.


LA IDA


Te he olvidado en la locura
del camino muerto, en la verde
máscara de la piel de otoño.
He concluido que nada vale nada,
siquiera la vida o la muerte.
Nada importa ni nada tiene sentido
en la jungla del tormento.
Los vicios, el amor y la felicidad
naufragan en calles de sal sin sonido.
Sólo el eco de la mente navega
en el prado alucinado de los pensamientos.
Respiro en el abismo de la angustia
mientras huyo de la cárcel transparente
de las ideas y el arrepentimiento.
Dibujo en el gris del viento
el regreso a la quietud con el coraje
de un guerrero de los espacios infinitos.
El suspiro de la agonía susurra
su melodía de tristeza.
Ha llegado el sosiego, tibio, con color
de paz tallado en su rostro.
Ninguna resistencia,
siquiera el asombro pincela de miedo la ida.

CAMINANDO BAJO LOS RECUERDOS


Caminado bajo los recuerdos, (1996)
Autor: Diego Fortunato
(Acrílico sobre telas 120 x90 cm.).
Colección privada familia Fortunato Vásquez.





HÉROE

En el cielo,
allá donde las nubes
abrigan a los ángeles
tiene su casa mi héroe.

Dicen que usa barba,
tan blanca como la vida
y tan larga como la eternidad.

Su misericordia es tan inmensa
como la luz y su paz
tan grande como el silencio.

Creó ríos y montañas,
peces y alimañas y le dio
vida al hombre que todo lo daña.

Escribió un libro,
de diez palabras solamente,
pero la gente las viola alegremente.

Mandó a su hijo
a enseñar a los míos
pero lo guindaron de un crucifijo.

Todos le piden
fortuna y laurel para luego
gastarlo en el gran burdel.

Los muertos creen
que más allá de los gusanos
hay un huerto sano llamado Edén.

Quizás todo sea cuento
pero yo no me lamento
de tener en mí casa
un héroe en el firmamento.

EL COLUMPIO


El columpio
Autor: Diego Fortunato
(Acrílico sobre cartón 66 x48 cm.).
Colección Privada familia Fortunato La Rosa.
QUISE

Encontré una margarita
en el cielo aquel día.
Estaba atrapada de una nube en un riel.
Quise salvarla con un beso
y abrazar sus pétalos con pinzas de amor.
Volé hacia ella. Cabalgué sobre corceles de sueños.
Remonté cabañas de viento. Crucé el tiempo.
La felicidad alargó su mano. Un ruiseñor
brindó su canto a la vida. La alegría renació aquel día.
Le di fuerte a las riendas. Casi pude tocarla
pero mientras más avanzaba la flor se alejaba.
Frágil es la dicha. Frágiles los sueños.
Quise salvarla con un beso…
Quise abrazar sus pétalos con pinzas de amor.
Lloró el sol aquel día… Lloró el alma mía…

EL BAÚL


El baúl
Autor: Diego Fortunato
(Acrílico sobre cartón 66 x 48 cm.).
Colección Privada Sucesión Capriles Ayala.
VOY
Voy a sembrar
un huerto lleno de estrellas
donde nazca la alegría.

Voy a rescatar
el amor sufrido
en el tiempo del olvido.

Voy a iluminar
el sol con flores de día
para borrar la noche fría.

Voy a buscar
los duendes de la vida
en las horas dormidas.

Voy a pintar
con mis ojos la paz
sepultada en el ocaso sombrío.

Voy a reír
entre las piedras y el madero
porque encontré al olivo perdido.

Voy a encender
mi alma herida. Ya no soy
el vagabundo de los tiempos idos.

Voy a besar
a los santos míos, a los cristales
caídos en tierras calcinadas.

Voy a cortejar
al milagro que me devolvió
de la nada. A la fe que me rescató
del naufragio. A la luz y al calor.
A la voz interior que escribió
una carta de amor en mi corazón.

EL FABRICANTE DE SUEÑOS


El fabricante de sueños
Autor: Diego Fortunato
(Acrílico sobre cartulina 66 x 48 cm.)
Colección privada familia De Falco.



LA SOCIEDAD DE LOS POETAS LIBRES
A todos los soñadores que pincelan palabras.


En un mundo de pensamientos ignotos
vivía una sociedad secreta tan hermética
que los fantasmas de las ideas
decidieron investigar su paradero.
Surcaron montañas de letras,
consonantes, pronombres y verbos.
Pasaron ríos plagados
de preposiciones, artículos y acentos.
Una avalancha de adjetivos
casi los tapia entre lanzas de diptongos
y las letales rimas mientras pasaban
un destartalado puente colgante
hecho de fibras de sujetos
y pretéritos imperfectos.
Sin aliento, llegaron a la cima.
Adheridos a una lustrosa pared de comas
pasaron sobre los resbaladizos
puntos suspensivos
y de pronto, ahí estaban,
frente al majestuoso
y señorial punto final
que estaba flanqueado
por dos rudos puntos y coma
que sostenían afiladas exclamaciones
y cuatro fuertes e insensibles dos puntos
que en su pecho terciaban
un enjambre de cartuchos de interrogantes.
Recobradas las fuerzas,
los fantasmas de las ideas,
tambaleantes, le preguntaron:
¿Qué tenemos que hacer
para tener el honor de ser miembros
de vuestra distinguida sociedad?...
¿Qué méritos alcanzar
y cuál la cuota que debemos pagar?
El privilegio es simple,
contestó el Rey de los puntos,
tanto que no se necesita mucho:
Es tomar amor, sueños y fantasía
y juntas lanzarlas en un bosque
repleto de pasión, ilusión y sentimientos.
Cuando comienza a oler a esperanza
se adereza con un poquito de dolor,
se le echa dos gramos de realidad
y cuatro cucharadas de imágenes surtidas
y dos hojas de llanto picante
cultivadas en el corazón.
Cuando la cocción
pasa de las horas del pensamiento
ha llegado el momento ideal
de ponerlo a enfriar
no sin antes darle otro toque de amor.

Después, sólo una palabra…
y detrás de ella otra cabalgando
sobre una más lejana y ésta corriendo
con alegría tras otra que busca la libertad.

DEL CONTINENTE OLVIDADO POR DIOS


Del continente olvidado por Dios (1995)
Pintor:Diego Fortunato
Acrílico sobre tela 150 x 100 cm.
Colección privada Familia González.


ESCUCHA EL DOLOR DEL MUNDO



Estuve en el principio del dolor,
donde la humanidad se desangra.
Donde la fe es negocio y burla,
imperio de conjuras
y capital sin cordura.
Estuve en el este y en el oeste,
en el norte y en el sur…
Con negros y blancos
y con hombres de ojos de alelí,
rasgados o rojos como el rubí.
En el Asia y en el África,
en Europa y América
y en las tierras lejanas,
y sólo encontré una religión…
¡La verdadera!... ¡La de los hombres!
¡La de los materialistas!
La de los seres que no creen en Dios,
mucho menos en Alá o Mahoma,
Buda, la Biblia o el Corán.
Que se burlan de la Tora de Moisés
y de las vírgenes y los santos,
así como de mí Espíritu Santo,
al igual que hacen con
Krishna y los devotos que lo siguen.
Tampoco en el Cristo que llevan
en sus cuellos como escapulario
cuando están en Wall Street
o en el burdel donde negocian
con maldad la vida de la humanidad.
Es la de los hombres
la religión que domina al mundo…
La más perniciosa y dañina,
la que con soberbia conduce
a guerras, muertes y al terror
por avaricia, prepotencia y ambición.
Y rezo:
Vivo, pero la violencia del hambre me tortura.
Vivo, pero el terrorismo aniquila mi alma.
Vivo, pero sollozo cuando crucifican a la compasión.
Vivo, pero la opresión y la maldad ofuscan mi ser.
Vivo, pero agonizo si no hay libertad ni expresión.
Vivo, pero, ¿dónde voy, si no puedo ser quien soy?
Vivo, pero me rebelo si no me dejan escribir.
Vivo, pero, ¿cómo puedo vivir sobre el dolor del mundo?
Vivo, porque soy un loco imposible.
Vivo, porque nací en este planeta chiflado.
Vivo, porque estoy enfermo de cordura.
Vivo, pero no puedo vivir si el hambre destruye a los míos.
Vivo, porque amo al amor y el amor todo lo puede.
Vivo, porque sin vida no podría escribir.
Vivo, para ser la conciencia de la humanidad.
Vivo, porque Dios es mi guía y yo su rebaño.

EN EL AÑO DEL SILENCIO


En el año del silencio (1996)
Pintor: Diego Fortunato.
Acrílico sobre tela 150 x 100 cm.
Colección: MUSEO CARMEN TINOCO,
La Habana, Cuba.





NUNCA BUSQUES EL SILENCIO

Escucharte, música,
es susurro celestial.
Violín o flauta, arpa o pianoforte,
lágrima cristalina
que deleitas el alma mía,
y el vuelo de las golondrinas.

Canto de perdices y ruiseñores…
¡No hay Cristo más alegre
que al que le cantan los cantores!…
La melodía pellizca la tierra
y ella, bendita, besa sus notas.
¡Eso es la música!

Me pierdo en sus cenizas.
Vuelvo loco la vista
para atrapar sus acordes
en el viento
pero quedo sin aliento.

¿Quién inventó la música?... ¿Dónde
está el Dios que dio su aprobación?...
¿Quién posee un oído tan divino
que hasta la esperanza
y el sufrimiento sienten su olor?

Si la razón fuese de papel,
un pentagrama fiel
escribiría sobre su piel.
La música es la vida.
Suspiro de dioses.
En cambio, la poesía
es el sueño de la música,
la palabra escrita en el corazón,
en el sufrimiento,
el llanto lejano y el dolor,
y la pintura la imagen
que todo lo cubre,
que todo lo disfraza
y colorea en el lienzo.

¡Habla corazón!... ¡Habla!...
pincela el amor,
la música y los versos
sobre los hijos de la tierra.
Germina la última canción
de la esperanza
y regrésale la alegría de vivir.

Nunca busques el silencio...
¡Huye de la inercia!...
¡Atrapa el movimiento!...
Porque sólo en la música
está el ruido de los sentimientos.