martes, 15 de diciembre de 2009

BOTERO Y YO


Diego Fortunato con las desaparecidas Torres Gemelas a sus espaldas.


Botero y yo (1994)
Pintor Diego Fortunato
Acrílico sobre cartón 66 x 48 cm.
Colección Privada



EL COLECCIONISTA DE HERIDAS

Cuánto dolor
en el mundo.
Cuánto sufrimiento
vil y opacado
en el olvido
infame y cruel.
Los hijos de la tierra
mueren de hambre
en todo el planeta
y la perversa
política sólo habla
de posesión,
conquistas, riquezas,
tierras y fronteras.
Armamentismo…
¡Armamentismo!…
Muerte
y armamentismo
desmedido
y sin cordura.
Guerras de hombres
contra hombres.
¿Cuál es el enemigo?...
¿Dónde está?
El único maligno,
el tirano a derrotar
es a la pobreza
y al hambre,
infame destructor…
¡La peste
de los siglos!...
Basta… Basta…
¡Ya no más!
¡Cambiemos
bala por bocado
y en artilugio
celestial acabará
la hambruna
mundial!
La espiritualidad
renacerá cuando
todos bailemos
hermanados

y en paz.

Pero nada se hace
y nada se quiere hacer

para derrotar
la peste del siglo.
Sólo palabras vacías

y manchadas
de horror inundan

la cínica indolencia.
Risas y carcajadas
en el burdel
del poder.
Muerte y dolor
en la tierra negada.

Los coleccionistas
de heridas
murmuran
y mueren

sin un bocado
de sustento.
Millones se van
con el alma
y el estómago vacío.

Ni una oración.
En sus labios
sólo un adiós
al infinito.
Crece el calvario.
Yo parto
con ellos.
A su mundo
de muerte.
La humanidad
se extingue.
La humanidad
ha muerto
y yo con ella
muere la aflicción

y los sentimientos.
Es la tortura
del hombre.
La brutal fiereza
del ser
que la tierra

engendró.

La indiferencia
es la herida
que desangra
la vida.
La gota
que inunda
los mares
y tiñe de rojo
el pensamiento.
Los militantes
del dolor
anidan su eco
sobre sábanas
teñidas de muerte.
La tierra pare
con angustia
a los coleccionistas
de heridas
y sus gemidos

aumentan
en el calvario
de la vida
tal como crece
el olvido.


No hay coronas
de espinas
para los coleccionistas
de heridas,
sólo muerte cruel
y sombría.