miércoles, 28 de julio de 2010

EL FUGITIVO DE YAN TENG


El pintor Diego Fortunato durante un día lluvioso en Piazza
San Marcos (Venecia, Italia).

El fugitivo de Yan Teng (2005)
Pintor Diego Fortunato
Tinta china y acuarela sobre cartulina 21 x 29,7 cm.
Serie EL LENGUAJE DEL ZEN
(LA SERIE CONSTA DE 496 OBRAS).


En venta
Bs. 1.400
(Enmarcado en estilo inglés, con paspartú
y vidrio. Marco incluido. Ver muestra).
Telf. 0412 -556.4954
diegofortunato2002@yahoo.es


LA CULPA

Reía como un loco,
de felicidad y quimeras.
Estaba sólo,
recostado de un sueño,
y de pronto ante mis ojos
apareció una imagen incolora.
Sabía quién era, pero dudaba
en saludarla, porque, por su cara,
presentía que algo turbio se traía.
Apacigüé los sentidos y como hombre
vivido me dispuse a escuchar su pena.
Soy el juez, me dijo, y quiero oír
de tu boca y aliento lo que presiento.
No se a que has venido,
pero juro que en mi vida no hay delito
que deba confesar, objeté buscando alivio.
¡Si hay uno!, contestó altanero,
y aunque seas bien nacido,
debo endosar tú culpa en el camino.
¿Cuál culpa?, pregunté con inocencia…
¡La de haber vivido!,
imprecó con impertinencia.
Pensé por unos instantes
y enseguida respondí:
La culpa es amor marchito,
las mentiras y el engaño,
los hábitos malsanos y los años sufridos.
Enmudeció por instantes,
luego balbuceó y sin querer,
de su garganta brotó: ¡Soy el Rey!...
La Culpa es mi dominio y no habrá hombre
en la tierra que escape a mis designios…
¡Soy el Rey!, volvió a mascullar
con asco contagioso…
Dices palabras
que no concibo en mi vocabulario,
pronuncié resuelto.
Entonces... Si no me entiendes, diré:
La culpa es grande y poderosa,
tiene aliados impensados,
entre ellos jueces y religiosos,
psiquiatras, políticos, médicos y loqueros
y locos enteros que sirven a mis intereses.
Me conmoví tanto,
que mis emociones regresaron.
No pude pensar, tampoco dudé,
y con palabras arrebatadas de Dios, le dije:
“Donde nace la aurora
nace la esperanza y con ella la vida
y donde hay vida hay amor
y la culpa es sepulcro del perdón”.
Eran frases que había inventado por miedo.
Un ardid para evitar la culpa.
Una sonora carcajada
retumbó a mis espaldas.
¡La culpa!, escuché decir,
¡Nunca dejará de existir!
Dije, entonces: ¡Basta!...
¡Dios, condena mis pecados!
Se movió la tierra…
El hombre renació aquel día.
El olivo, la pez perdida,
los ángeles, la esperanza,
los santos, las vírgenes de toda mi vida,
las rosas, blancas y rojas,
y el canto de las perdices
volvieron a la vida
aquel día que naufragó el olvido.
No pude resistir
y en voz ahogada y firme grité:
¡Donde hay amor no hay temor sino vida!…
Después, años después,
cuando el tiempo
se perdió en la lejanía,
volví a mis encierros,
a mis locuras, a mis vidas vividas.
Quise saber qué pasó
en el tiempo después del entierro
de la locura total.
En fin, quería preguntar: Dé quién es la culpa:
¿Del hombre o del ser?…
¿De sus acciones o defectos?...
¿Hay cordura en la culpa?…
¿Cuál es el principio, cuál el fin?


jueves, 15 de julio de 2010

NO TODO PARECE LO QUE ES EN EL MUNDO IGNOTO DE LOS PRÍNCIPES DE LAS COSAS IRREALES


El pintor en Via Montenapoleone (Milán), frente
a la tienda donde compra "su gorda bella".


No todo parece lo que es en el mundo ignoto
de los príncipes de las cosas irreales (2005)
Pintor Diego Fortunato
Tinta china y acuarela sobre cartulina 21 x 29,7 cm.
Serie EL LENGUAJE DEL ZEN
(LA SERIE CONSTA DE 496 OBRAS).


En venta
Bs. 1.400

(Enmarcado en estilo inglés, con paspartú
y vidrio. Marco incluido. Ver muestra).
Telf. 0412 -556.4954

diegofortunato2002@yahoo.es
diegofortunato2002@gmail.com


ES LA VIDA

Soy esto… Sólo eso.
Un poeta, un soñador.
Un hombre simple que va por la vida
buscando paz, más que amor.
Un hombre que reclama un porqué…
El porqué que la vida arrebata
sin siquiera decir porqué.
¿Es la vida sueño,
como dijo Calderón de La Barca,
o apenas una ilusión?

¡Es la vida!... ¿Eso es la vida?

Siempre me pregunto,
¿qué es la vida cuando
siquiera hay un por qué?
Es paso… Lento y marchito,
para los que no cultivan la fe.
Es infierno, para los que no
quieren arriesgar parte de la piel.

¡Es la vida!… ¿La vida es eso?

¿Un enjambre de locura,
pleno de incomprensión
e intolerancia, donde la prepotencia
y la soberbia acaban con el alma pura?...

¡Es la vida!… ¿Eso es la vida?

¿Dónde fueron a emigrar los sueños,
dónde las flores de mi día?
¿Dónde están las venas
con su disfraz de carmín?

¡Es la vida!… ¿La vida es eso?

¿Dónde están los hombres puros,
los mártires de la justicia,
dónde la esperanza de un mejor día?
Nadie lo sabe… ¡Nadie la busca!

¡Es la vida!... ¿Eso es la vida?

¿Por qué los pobres, pobres son
si trabajan de noche y de día
dejando su alma en la patria mía?
Y los ricos, ¿por qué son ricos
si son tan iguales a los huérfanos
de mi tierra que paren en el alma tuya?

¡Es la vida!… ¿La vida es eso?

No hay siquiera un porqué.
¿Una respuesta?... ¡Quizás un no sé!
¡Es la vida!… El momento cruel,
la turbulencia, la felicidad,
las quimeras y las alegría…
El martirio, el sufrimiento
que salpica de niebla la fatalidad.
La tristeza se abraza al porqué,
y sus lágrimas a la dicha
en espera de un mejor amanecer.

Es la vida… ¡Esa es la vida!

¿Por qué vivir?.. ¿Por qué penar?...
Sin siquiera hay un porqué…
¿Dónde se escondió el por qué?
¿Qué velo lo turbó?... ¿Acaso murió?
¿Dónde están sus restos?...
¿Dónde la sepultura?... ¿Dónde?
Quiero escribir en su lapida
“Porqué te has ido sin siquiera
explicar el porqué de la vida…¿Por qué?”





sábado, 10 de julio de 2010

Mao-Teng, el de la eterna y apacible confusión

 Mao-Teng, el de la eterna y apacible confusión (2005)
Pintor Diego Fortunato
Tinta china y acuarela sobre cartulina 45 x 30 cm.
Serie EL LENGUAJE DEL ZEN


VOY

Voy a sembrar
un huerto lleno de estrellas
donde nazca la alegría.
Voy a rescatar
el amor sufrido
en el tiempo del olvido.

Voy a iluminar
el sol con flores de día
para borrar la noche fría.

Voy a buscar
los duendes de la vida
en las horas dormidas.

Voy a pintar
con mis ojos la paz
sepultada en el ocaso sombrío.

Voy a reír
entre las piedras y el madero
porque encontré al olivo perdido.

Voy a encender
mi alma herida. Ya no soy
el vagabundo de los tiempos idos.

Voy a besar
a los santos míos, a los cristales
caídos en la tierra calcinada.

Voy a cortejar
al milagro que me devolvió
de la nada. A la fe que me rescató
del naufragio. A la luz y al calor.
A la voz interior que escribió
una carta de amor en mi corazón.