miércoles, 21 de septiembre de 2011


13 de abril, desde ahora a la eternidad
DÍA NUNDIAL DEL AMOR




Aunque no soy nadie o, quizás, un don nadie, ni tampoco me crea absolutamente en nada para estar decretando nada (valga la cacofonía), y tampoco mi ego anda por la estratósfera o "desorientado", se me antoja decretar o, establecer, si así lo prefieren, el 13 de abril, desde ahora hasta la eternidad, (la fecha también es otro antojo) como el Día Mundial del Amor (y no de los Enamorados), basado única y exclusivamente en el principio universal y divino de que el amor todo lo puede, según se afirma (y yo lo creo y creeré firmemente hasta la muerte) en el Capítulo 13 de la primera Epístola del apóstol san Pablo a los corintios, todo el dechado de virtud y sublimidad espiritual.


  En los próximos días, también si se me antoja, escribiré una breve Declaración de Principios sobre esta fecha y su importancia, la cual será fundamental para el renacer de la humanidad y la creación de un nuevo hombre, el Hombre Espiritual (alejado del maligno materialismo), cuyos intereses y conducta serán regidos por el amor, el amor al prójimo y al Ser Supremo.


Mi bailarina y los grandes viajeros de Carlo Maria Mariani  (1987)
Pintor Diego Fortunato
Acrílico sobre tela 150 x 100 cm. 
Colección Privada familia Mecia Loyo 



EL ENIGMA DEL AMOR



¿Qué sería
del mundo
si no existiese
el amor?
El vació, la nada
en la existencia.
Sería el ocaso
de los sueños,
la muerte
de la esperanza.


Sin amor
nada hay
ni nada somos.
La vida no
tendría sentido
sin su abrigo.
Sería oscuridad
y tormento.
Las caricias
y la ternura
así como
la risa pura
reposarían
en la sepultura.


¿Qué niños
nacerían?...
Y a los ancianos,
¿en qué pestilente
mundo los tirarían?
¿Dónde
a los lisiados,
huérfanos,
enfermos,
pobres
y desheredados?


Sin amor
nada somos
ni nada
podemos ser.
El amor
lo es todo
y sin amor
la humanidad
se extinguiría
en un soplo
sin disparar
bala alguna
y ninguna falta
harían bombas
atómicas o viles
guerras asesinas.


El amor lo es todo.
El suspiro, el aire
que respiras
y la mano amiga
que te salva la vida.
Las lágrimas,
el consuelo
y la dicha
de estar vivo
como un ángel
que surca libre
el firmamento.


No hay vida
sin amor,
ni amor sin vida.
Son indivisibles,
como el cielo
y la tierra,
como el agua
y el río,
como la mente
y el cuerpo.
Caminan siempre
juntos,
de las manos
tomadas,
en las veredas
del universo
hasta los confines
de la alborada.


No hay vida
sin amor.
Son indivisibles.
Nunca podrán
vivir separados
porque así
lo quiso Dios.
¡Es el milagro
eterno
de la creación!






Con mis cinco hermosos y amados hijos. Son: Diego Odín, Viviana Alejandra, Daniela Andreína, Cristhian y  Deborah Alejandra. Yo, por supuesto, soy el del centro.



martes, 6 de septiembre de 2011

...Y ABRIÓ EL POZO DEL ABISMO

...y abrió el pozo del abismo (Apocalipsis, IX, 2)
1988
Pintor Diego Fortunato
Acrílico sobre cartUlina 66 x 48 cm.
Serie EL TEMIDO APOCALIPSIS



EN UNA REGIÓN FINITA DEL INFINITO
(De mi serie de poemas titulados Homenaje al Infinito).


No soñaba,
mucho menos
estaba despierto.
Sólo vagaba
en los espirales
de mi mente
cuando de pronto
me encontré
en un agujero negro
que está más allá
del fin del mundo.
Escuché gritos
a mí alrededor
pero no sabía
de dónde venían
y qué decían.
Seguí observando
un rato más
en la tenebrosa
inmensidad.
Un ruido infernal
de pronto
atrajo mi atención.
Miré a un lado,
después hacia otro,
y nada. Volví a mirar,
está vez hacia
el sótano de infinito
y vi como un gran
agujero negro
eyectaba potentes
chorros de materia
color ámbar carmesí
que estallaban
en loco remolino
de vida y de muerte.
Puse atención
y aguce los oídos.
Los aullidos venían
de las cavernas
de la oscuridad
más oscura.
Quise escapar
en un instante,
pero algo me detuvo.
Estaba en la curvatura
del espacio-tiempo
y vi varios horizontes
de sucesos y yo reflejado
en cada uno de ellos
y en cada etapa de mi vida
hasta el nacimiento.
Era muy hermoso
y de nítido placer
a mis aterrados ojos,
pero quería escapar
porque estaba
en el límite del espacio
y de allí nadie logra huir,
siquiera un rayo
de fina y tenue luz.
Di un salto,
después otro
un poco más fuerte
y en un instante
estaba sentado
más allá del centro
de la Vía Láctea,
fuera de todo peligro
y de los tenebrosos
agujeros negros
y sus cuatro dimensiones
geométricas de carga
eléctrica letal.
Me sentía dichoso
y satisfecho.
Había presenciado
en el infinito la muerte
de una gigante roja
que en miles de millones
de años se convirtió
en una enana blanca
y luego en agujero negro
y salí ileso en el intento.
¿Qué cuánto tiempo
estuve allí?... ¡Qué importa!...
La velocidad de la mente
no se mide por los miles
de millones de neuronas
que una persona tenga
en su pequeño cerebro,
sino por la velocidad
de sus pensamientos
y luminosa imaginación.



El pintor y escritor Diego Fortunato junto a Ana María La Rosa, su segunda ex (de tres esposas), el día de la boda de su hija Viviana Alejandra Fortunato La Rosa y Rafael González Fernández (Agosto 2011).