martes, 6 de septiembre de 2011

...Y ABRIÓ EL POZO DEL ABISMO

...y abrió el pozo del abismo (Apocalipsis, IX, 2)
1988
Pintor Diego Fortunato
Acrílico sobre cartUlina 66 x 48 cm.
Serie EL TEMIDO APOCALIPSIS



EN UNA REGIÓN FINITA DEL INFINITO
(De mi serie de poemas titulados Homenaje al Infinito).


No soñaba,
mucho menos
estaba despierto.
Sólo vagaba
en los espirales
de mi mente
cuando de pronto
me encontré
en un agujero negro
que está más allá
del fin del mundo.
Escuché gritos
a mí alrededor
pero no sabía
de dónde venían
y qué decían.
Seguí observando
un rato más
en la tenebrosa
inmensidad.
Un ruido infernal
de pronto
atrajo mi atención.
Miré a un lado,
después hacia otro,
y nada. Volví a mirar,
está vez hacia
el sótano de infinito
y vi como un gran
agujero negro
eyectaba potentes
chorros de materia
color ámbar carmesí
que estallaban
en loco remolino
de vida y de muerte.
Puse atención
y aguce los oídos.
Los aullidos venían
de las cavernas
de la oscuridad
más oscura.
Quise escapar
en un instante,
pero algo me detuvo.
Estaba en la curvatura
del espacio-tiempo
y vi varios horizontes
de sucesos y yo reflejado
en cada uno de ellos
y en cada etapa de mi vida
hasta el nacimiento.
Era muy hermoso
y de nítido placer
a mis aterrados ojos,
pero quería escapar
porque estaba
en el límite del espacio
y de allí nadie logra huir,
siquiera un rayo
de fina y tenue luz.
Di un salto,
después otro
un poco más fuerte
y en un instante
estaba sentado
más allá del centro
de la Vía Láctea,
fuera de todo peligro
y de los tenebrosos
agujeros negros
y sus cuatro dimensiones
geométricas de carga
eléctrica letal.
Me sentía dichoso
y satisfecho.
Había presenciado
en el infinito la muerte
de una gigante roja
que en miles de millones
de años se convirtió
en una enana blanca
y luego en agujero negro
y salí ileso en el intento.
¿Qué cuánto tiempo
estuve allí?... ¡Qué importa!...
La velocidad de la mente
no se mide por los miles
de millones de neuronas
que una persona tenga
en su pequeño cerebro,
sino por la velocidad
de sus pensamientos
y luminosa imaginación.



El pintor y escritor Diego Fortunato junto a Ana María La Rosa, su segunda ex (de tres esposas), el día de la boda de su hija Viviana Alejandra Fortunato La Rosa y Rafael González Fernández (Agosto 2011).