lunes, 26 de noviembre de 2012

PRESIENTO

En el año del silencio (1989)
Pintor: Diego Fortunato
Técnica: Acrílico sobre tela
Dimensiones: 150 x 100 cm.
Colección Privada Casa Museo Carmen Tinoco
La Habana, Cuba

PRESIENTO


Presiento la inmensidad vacía.
Las horas del tiempo dormidas.
Presiento el funeral
de la dicha y las pasiones
vencidas. Presiento todo
y nada, porque como la nada
me siento… ¡La nada soy!

Murmullo de insectos
susurran a mis oídos
que todo se ha perdido.
El amor, los afectos
y los sueños dormidos.

Presiento que mi aliento
es ya estorbo viejo.
Que mi risa ya no palpita
y que mis palabras
son letras muertas
que vagan en la letrina.

Presiento tantas cosas
que hasta miedo
me da pensarlas.
Las ahuyento del lago
de mis pensamientos
dormidos, pero vuelven
sobre corceles
pintados de desdén.

Presiento que todo
se va y que nada
ha valido la pena.
Presiento el olvido
de los días idos.
De las horas felices,
de las mieles de la dicha,
de la esperanza
que deposité en los míos.

Presiento la absurdidad,
la indolencia del amor amado,
de los hijos queridos
y de las pasiones vividas.

Presiento todo y nada
Presiento que la nada
se acerca. Que quiere
arrebatarme la esperanza
de que mis presentimientos
eran opacos y que la verdad
aún brilla en el horizonte.

Presiento… Presiento…
y vuelvo a presentir
que todo se ha ido,
que todo se ha esfumado,
que la nada me besa
y me arrastra más allá
de la conciencia infinita.
Me lleva allá,
donde el agua se marchita
y los sueños bailan
en el funeral de las ideas.

Presiento que todo
ha partido…, hasta
el pensamiento se ha ido.



El pintor, novelista y ensayista Diego Fortunato
 con el maestro Fernando Botero en su casa
de Pietra Santa, Versilia Toscana (Italia).

martes, 13 de noviembre de 2012

SI FUESE UN INSTANTE


Alguien nos espera(1991)
Pintor: Diego Fortunato
Acrílico sobre tela 90 x 60 cm.
 Colección Privada Nina Kors


SI FUESE UN INSTANTE

Si fuese un instante,
y ese instante fuese ya,
dibujaría un mundo mejor,
lleno de alegría y paz.
Hermosas y risueñas
golondrinas vestidas
de amor esparcirían
por el sendero del infinito
un himno inmaculado
con olor a jazmín.
Sentado en el borde
del tiempo escucharía
como niño embelesado su canto
de quietud y hermandad.

Si fuese un instante,
y ese instante fuese ya,
cincelaría en el espacio infinito
una estatua de bondad eterna
sobre pétalos de rosa
y perfumados océanos de miel.

Si fuese un instante,
y ese instante fuese ya,
cabalgaría sobre corceles
de vida para derrotar
al hambre voraz
que como peste maldita
mutila y silencia la vida.

Si fuese un instante,
y ese instante fuese ya,
con lágrimas de júbilo
besaría al prójimo mío
y bendito por ser parte
y sueño de la vida mía.

Si fuese un instante,
y ese instante fuese ya,
rogaría a los cielos
por la armonía y la amistad
de todos los seres
del universo inmortal.

Si fuese un instante,
y ese instante fuese ya,
tejería sueños de libertad
sobre montes y praderas,
lagos, mares y ríos
para que en la tierra toda
germinen profundos
sueños de fraternidad.

Si fuese un instante,
si ese instante fuese ya,
abrazaría a toda la humanidad
y con susurro de querubines
le cantaría al oído
“¡Te amo por existir,
tanto como Dios
nos ama a todos por vivir!



          El poeta y novelista Diego Fortunato en la piscina del Hotel San Juan Casino de Puerto Rico disfrutando de un merecido descanso después de terminar su novela La estrella perdida, segunda de la saga de El Papiro.