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jueves, 9 de diciembre de 2010

Caminando sobre los recuerdos

Caminando sobre los recuerdos (1996)
Pintor Diego Fortunato
Acrílico s/tela 120 x 100 cm.
Serie HORIZONTES PERDIDOS
Colección Privada


POR QUÉ LLORAN LAS MARIPOSAS

Tirado en la ribera de la nada
pensaba en el atardecer
de la primavera, en los bosques
callados y siempre vivos
de la sabiduría silenciosa.


Escuchaba el riachuelo
de mi alma descorrer
hacia el eterno
soplo del viento.


Miraba embelesado
a los pájaros cantores
de fantasías de las ideas
que cabalgan en los sueños.


Miraba al mundo
girar en torno mío
pero no entendía
sus movimientos
ni el porqué de la vida.


Todo fluye. Nada es eterno.
Hasta la muerte es temporal,
como temporales son
las ideas y las ilusiones.


Me vi tirado
sobre una alfombra
de hierba viva
adornada por flores
de tantos colores
que el mismísimo arco iris
las hubiese envidiado
si ese vil defecto
albergase su juego golondrino.


Estaba tan feliz
que hasta la dicha
susurraba su alegría
en el eco de las montañas.


De pronto vi una,
después otra,
más adelante a millones
de hermosas mariposas
de múltiples colores, forma
y manera de danzar al viento.


Una muy pequeña,
de tiernas y agraciadas
alas color azul cobalto
ribeteadas de perfumado
listón blanco, dejaba
dejaba descorrer una lágrima
por su inocente mejilla.


No pude permanecer más tiempo
tendido en la hierba viva.
Me incorporé, fui hacia
ella y curioso le pregunté:
¿por qué lloras mariposa?


Levantó su rostro
y con la lágrima
aún rodando hacia
la inmensidad intangible,
me dijo: Por el mundo…
Por ustedes…
Y por qué la interrumpí
en su sollozo interior sin
dejarla concluir.
Porque navegan hacia el fin
y siquiera se han dado cuenta.


Me recosté junto a ella
y me puse a pensar a su lado
mientras una gran lágrima
también bañaba el rostro mío.


Con mi primo Lucio Antonietti y su maravillosa
 esposa Maura cerca de un árbol de delicioso caquis
que está la parte trasera de su casa
en Villa Penne.(Pescara, Italia).
 

martes, 18 de mayo de 2010

AMBICIOSA SOLEDAD




Ambiciosa soledad (1996)
Pintor Diego Fortunato
Acrílico sobre tela 150 x 100 cm.
Serie Horizontes Perdidos
(Perdido en combate)


CADENA


Agua y miel.
Horas… ¡Horas!...
Sufrimiento–libertad…
Avalancha de piedad… ¡Sombras!
Sólo el murmullo del pensamiento.

Día y noche.
Horas… ¡Horas!...
Despedida y oscuridad… ¡Lucha!
La boda del mal se ha consumado.

Llamas marchitas… ¡Ahogo del alma!
¡Desátame vida!... ¡Rompe las cadenas
de humo!... ¡Desátame vida!




Diego Fortunato, pintor, poeta, ensayista,
novelista, escultor, periodista, soñador,
jodedor irreverente e incurable, idealista,
imbécil que se ha casado y divorciado tres veces,
novio de la madrina, refugiado internacional
y ciudadano del mundo y, por sobre todo,
muy feliz. Eso es ¡por ahora!, como dijo un tenebroso
comandante por ahí y ya lleva trece
años en el poder.

martes, 23 de febrero de 2010

ALGUIEN NOS ESPERA


El pintor Diego Fortunato con su pequeño angelito
Cristhian Fortunato en las afueras del auditorium
de su colegio después que hizo una magistral interrprteación
con el clarinete, el cual domina a la perfección.


Alguien nos espera (1991)
Pintor Diego Fortunato
Acrílico sobre tela 90 x 60 cm.
Serie: HORIZONTES PERDIDOS
Colección Privada Nina Kors.

OLOR SILVESTRE

Con el rocío
de la mañana
o cuando una lluvia
tierna acaricia
la pradera
el húmedo olor
de la vida silvestre
inunda el alma mía.

Es perfume
de ángeles
que mana del paraíso
para ungir al mundo
con su savia divina.

Árboles y arbustos,
flores y hierbas
y hasta las más pequeñas
de las azucenas
elevan su mirada
al altísimo bendiciendo
el regalo del cielo.


Sólo se transpira paz,
tan silenciosa,
que los acordes
de su armonía
con sutil delirio
te atrapa en canto
eterno y suave
en regocijo bendito
.

lunes, 7 de diciembre de 2009

AMBICIOSA SOLEDAD


Ambiciosa soledad (1995)
Pintor Diego Fortunato
Acrílico sobre tela 150 x 100 cm.
Serie: HORIZONTES PERDIDOS
(DESAPARECIDO EN COMBATE).




LA ENFERMEDAD Y EL CUERPO





Cuenta la leyenda
que en una noche de luna llena,
en el preciso instante que la oscuridad
estrechaba sus manos con el día
en un bosque que pincelaba
de gris el horizonte de la eternidad,
aconteció la boda.
Dos hadas se juntaron.
Una se llamaba
Cría y la otra Porfía.
Una era buena, la primera,
y la segunda malévola y dañina.
No sé qué rayos
partieron al universo,
pero aquella unión
de pronto se volvió incierta.
Fue tanto el dolor inflingido,
que se batieron en largo duelo.
Las dos eran heroínas
y titanes de las fábulas
del Olimpo de la fantasía.
Al ver lucha tan estéril y banal,
el Dios de la Bondad las separó
de las alturas para enviarlas
a la locura terrenal.
Desterradas, no les quedó
más remedio que separar sus cuerpos.
Fue así como en la Tierra,
donde todo era paz y libertad,
nació el cuerpo y la enfermedad.
Desde aquel entonces,
irreconciliables en su afán,
no hubo más remedio
que buscar consuelo
en la botica, el médico
o el curandero de la ciudad.










El píntor y escritor Diego Fortunato y un grupo de amigos junto
 a la desaparecida actriz Farrah Fawceett Major.

lunes, 31 de agosto de 2009

SUEÑO DE AMOR EN EL PRADO


Sueño de amor en el prado (1997)
Pintor Diego Fortunato
Acrílico sobre tela 150 x 100 cm.
Serie: HORIZONTES PERDIDOS
Colección Privada familia Di Geronimo.



SUEÑOS ROTOS

Como fantasmas
los veo deambular
desde mi ventana
todas las mañanas.

Unos corren altivos
con la esperanza
dibujada en sus rostros.
Otros cabizbajos
y pensativos.
Otros tan
apesadumbrados
que parecen
cargar un mundo
de penurias
en sus hombros.
Unos van tristes,
otros preocupados.
Algunos van
desvariando,
otros cantando.
Los hay
de los que van
riendo,
otros llorando.
Se ven
rostros opacos,
otros brillantes.
Los hay
con energía
y también
sin fuerzas.
Los hay
con cara
de hambre
y los hay
satisfechos.
Pero todos corren…

Los más jóvenes
llevan un cántaro
de sueños
y alegría
en sus mochilas.
Caminan tan
apresurados
que semejan
pájaros volar tras
sus fantasías
sin saber
que muchos
nunca
la alcanzarán.
La vida
no está hecha
de quimeras
sino de realidades.
Pero corren…
Corren mucho.
Unos a pasos cortos
otros en largas zancadas.
Algunos parecen
liebres en el prado.
Otros marionetas
zigzagueantes.
Unos van
al norte.
Otros al sur.
Algunos al este
y también
los hay rumbo
al oeste.

Corren… Todos corren…
Algunas mujeres
marchan al redoble
de sus tacones.
Otras en el silencio
de sus zapatos de goma.
Pero todos corren… Corren.
Hasta los niños que van
al colegio corren
de la mano de su madre.
Y los más bebés
también corren
en sus coches
y calesitas empujadas
por sus padres
quienes también corren
mientras los trasladan.
No es el preludio
del fin del mundo,
pero todos corren.

¿Dónde van?...
¿Quién llegará primero?
¿Quién lo logrará?
Es la carrera
por la vida…
Por los sueños rotos.

Parecen hormigas…
Abejas tras un panal,
sin saber que la vida
es efímera tal soplo
y los sueños inmortales.

Los veo
desde mi ventana
y me angustio.
Corren en días
lluviosos
o cuando
hay bruma.
Corren
con el sol
ardiendo
en sus espaldas.
Corren… Corren
tras un autobús
y en las paradas
se atropellan.
Corren en el metro
donde semejan
robots desquiciados
cual centellas.
Corren en las avenidas
sin saber donde pisan.
Corren en las autopistas
que hoy en día
son vías de maniáticos
y chiflados.
Corren en los ascensores.
Arriba y abajo.
Abajo y arriba,
solo por dinero,
un mendrugo
que comer
y una cama
vacía de realidad.
Corren por las escaleras…
Corren por las cuestas
empinadas
y sinuosas bajadas.
Siempre corren
Como si correr
fuese vivir.
Pocos son
los que coreen
tras la misericordia…
Tras el amor
divino teñido
de esperanza.

Todos corren… Corren
Unos más aprisa.
Otros más despacio,
pero corren y corren
sin saber
que los caminos
del tiempo
conducen siempre
a la tierra donde
los sueños
al fin son
inmortales
y duran
una eternidad.

Hace tiempo
dejé de correr.
Ahora que corra
el viento tras de mi.
Ya no soy hombre,
ni sueño, ni mortal
o inmortal,
sino un viajero
que mira
la inmensidad
desde la ventana.

viernes, 14 de agosto de 2009

CRIATURA DE SUEÑOS ROTOS



Criatura de sueños rotos (1993)
Pintor: Diego Fortunato
Acrílico sobre tela 120 x90 cm.
Serie: HORIZONTES PERDIDOS
(Destruido durante un articidio)



PERDÍ UN SENTIMIENTO

No sé si voy a morir
ahora o después.
Soy una sombra muda de afectos…
Un ruido, quizás… Sólo eso…
Pero quiero hablar… Es mi momento…
Es lo último que pienso hacer.
Por eso me atrevo a contar
lo que estaba sepultado
en las cicatrices
que reflejan el ayer.
La historia es corta,
como todas las de quienes
se entregan por amor.
Todo se sintetiza en una frase:
“La quise y me traicionó”…
¡Sí!, así de simple,
se fue y dejó la herida…
La llaga maligna marcó
el fin con estrofa y sin solfeo.
Aprisioné las palabras…
Quise apedrearlas…
Las letras del eco aturden
y fusilan mis entrañas…
No voy a escapar,
menos refugiarme
en la compasión
del entendimiento.
La muerte sonríe
aturdida cerca de mí, a mí lado…
Muy cerca… Me acaricia.
Quizás es su venganza hacia la vida…
¡Bienvenida!, exclamé…
“¡El miedo está enterrado en el dolor!”,
agregué complacido,
como si en verdad
estuviese convencido
de lo que estaba por venir…
La prosa volvió
a ser poesía aquel día.
Los cipreses lloraron,
el sentimiento agonizó cerca del río…
Hubo luto en la montaña.
Hasta las sombras se conmovieron.
Luego, al poco tiempo,
los seres queridos volvieron
a la gloria y a las causas perdidas…
¡Así es la vida!... ¡Así es la muerte!...
Perdí mucho, quizás nada…
Quizás sólo un sentimiento…
¿Y qué es la vida
si no hay sentimientos?...
¡Nada!... ¡La muerte viva!...








viernes, 31 de julio de 2009

EL CAMINO


El camino (2003)
Pintor: Diego Fortunato
Acrílico sobre tela 150 x 100 cm.
Serie: HORIZONTES PERDIDOS

A LA VENTA

Lo recaudado irá a beneficio de la

FUNDACIÓN NIÑOS ARTISTAS DISCAPACITADOS





¡DIOS, CÓMO TE AMO!



Cómo decírtelo.
¿Con qué palabras expresarlo?
¿Dónde conseguirlas?...
¿En cuál diccionario humano?... ¡No lo sé!...
Mejor dicho, no existe en el mundo,
ni en el universo, frases ni vocablos rotos,
buscados, pensados o impensados,
para decirte ¡cuánto te amo!...
¡Cuánto te adoro, Dios!
Es que mi amor nace
de lo profundo de mí ser,
de esa parte tuya que aún no entiendo,
pero que alumbra mí alma
hasta en los momentos
más desolados,
tristes y de amarga piel.
Te amo en el dolor,
en la dicha peregrina
y en los viajes sin frontera,
donde la cordura
llega al límite del amor y la negación.
Amo Tú luz,
porque alumbras el sendero oscuro,
das paz al corazón desangrado,
calor al enfermo ido
y alegras el mar de las desdichas.
Te amo, porque eres amor verdadero,
que das sin decir ¡te quiero!...
Te amo, porque concedes
paz al alma herida,
a la golondrina perdida
a quien la devuelves al nido
con Tú mirada divina.
Te amo, con tal intensidad,
que cuanto te presiento,
que es a cada instante,
no se si llorar o reír,
de alegría y gozo, porque quisiera…
¡Quisiera entregarte el ama mía!…
¡Dios, cómo te amo!

LA GOTA QUE EMERGE


La gota que emerge (2003)
Pintor: Diego Fortunato
Acrílico sobre tela 150 x 100 cm.





SUEÑOS ROTOS


Como fantasmas
los veo deambular
desde mi ventana
todas las mañanas.

Unos corren altivos
con la esperanza
dibujada en sus rostros.
Otros cabizbajos
y pensativos.
Otros tan
apesadumbrados
que parecen
cargar un mundo
de penurias
en sus hombros.
Los más jóvenes
llevan un cántaro
de sueños
y alegría
en sus mochilas.
Caminan tan
apurados
que semejan
pájaros volar tras
sus fantasías
sin saber
que muchos
nunca
la alcanzarán.
La vida
no está hecha
de quimeras
sino de realidades.
Pero corren…
Corren mucho.
Unos a pasos cortos
otros en largas zancadas.
Algunos parecen
liebres en el prado.

Corren… Todos corren…
Algunas mujeres
marchan al redoble
de sus tacones.
Otras en el silencio
de sus zapatos de goma.
Pero todo corren… Corren.
Hasta los niños que van
al colegio corren
de la mano de su madre.
Y los más bebés
también corren
en sus coches
y calesitas empujadas
por sus padres
quienes también corren
mientras los trasladan.
No es el preludio
del fin del mundo,
pero todos corren.

¿Dónde van?...
¿Quién llegará primero?
¿Quién lo logrará?
Es la carrera
por la vida…
Por los sueños rotos.

Parecen hormigas…
Abejas tras un panal,
sin saber que la vida
es efímera tal soplo
y los sueños inmortales.

Los veo
desde mi ventana
y me angustio.
Corren en días
lluviosos
o cuando
hay bruma.
Corren
con el sol
ardiendo
en sus espaldas.
Corren… Corren
tras un autobús
y en las paradas
se atropellan.
Corren en el metro
donde semejan
robots desquiciados.
Corren en las avenidas
sin saber donde pisan.
Corren en las autopistas
que hoy en día
son vías de maniáticos
y chiflados.
Corren en los ascensores.
Arriba y abajo.
Abajo y arriba,
solo por dinero,
un mendrugo
que comer
y una cama
vacía de realidad.
Corren por las escaleras…
Corren por las cuestas
empinadas
y sinuosas bajadas.
Siempre corren
Como si correr
fuese vivir.
Pocos son
los que coreen
tras la misericordia…
Tras el amor
divino teñido
de esperanza.

Todos corren… Corren
Unos más aprisa.
Otros más despacio,
pero corren y corren
sin saber
que los caminos
del tiempo
conducen siempre
a la tierra donde
los sueños
al fin son
inmortales
y duran
una eternidad.

Hace tiempo
dejé de correr.
Ahora que corra
el viento tras de mi.
Ya no soy hombre,
ni sueño, ni mortal
o inmortal,
sino un viajero
que mira
la inmensidad
desde la ventana.

viernes, 24 de julio de 2009

ALGUIEN NOS ESPERA




Alguien nos espera (1996)
Pintor: Diego Fortunato
(Acrílico sobre tela, 120 x 90 cm.)
Collección Privada familia Kors Delfino.


ESTABA RECOSTADO SOBRE UN DESEO

Tirado en noche
oscura sobre el verde
y oloroso prado salvaje
y al abrigo de un paraguas
de estrellas, miraba al cielo
en busca de un lucero fugaz
para pedirle un deseo.

Estaba alejado del mundo,
de sus guerras criminales,
de sus odios infernales,
de sus luchas malditas
y violencia materialista.

Estaba ahí, donde la paz
puso su nido. Donde Dios
hace la siesta en días festivos.
Alejado de la eternidad,
de las horas opacas y sin sentido.
De las luchas estériles de los poseídos
por el olor del dinero y la riqueza perversa.

Estaba en esa gran sabana,
hoy ungido paraíso terrenal,
que aún no ha sido contaminado
por la civilización siniestra y letal.
Estaba entre seres puros en humildad,
en el único recodo que se ha salvado
de la rapaz garra sucia e inmoral.

No sé si me perdonarán
los sabios pemones, arekunas y demás,
guardianes de la mágica selva de paz
donde los sagrados tepuyes cantan
sus himno silencioso a la espiritualidad,
pero se me hace necesario revelar
dónde estaba a fin de enseñarle al mundo
el ejemplo de amor que dan a la humanidad.

Quizá los haré más adelante,
pero antes quiero terminar
con lo que había comenzado:
La noche se teñía de azul oscuro,
de ese color que nadie ha visto
ni yo se descifrar. Mis ojos bien directos
no dejaban de apuntar al cielo,
mientras mis labios se desdibujaban
sin querer en sonrisa placentera y feliz.
No hay palabras, ni mano humana
que pueda atrapar ese momento.

Mientras suspiraba apareció
una estrella fugaz teñida de terciopelo,
después otra y luego una legión más.
Eran tantas y tan rápidas,
que se me olvidaron los deseos.
Cerré los ojos suavemente y pensé:
Necesito uno sólo y muy virginal
para que todas ellas, juntas en una sola,
logren realizarlo. Volví a suspirar
y pronto dije en mis adentros: “Señor,
Dios mío, devuélvele al hombre
la espiritualidad perdida… ¡Por favor!”,
terminé mientras una lágrima
con olor a súplica rociaba mi rostro.

Al instante abrí los ojos y desde la pérgola
del firmamento, las estrellas aún fluían
con fulgor, rapidez y reluciente armonía.
Parecían fuegos artificiales venidos
de las bóvedas del infinito desconocido.
¡Qué espectáculo magistral y radiante
que hasta mi sombra se pudo maravillar!

Me incorporé tranquilo. Sacudí
alguna paja que se había adherido
a mi camisa de lino blanco y caminé lento
hacia la churuata, especie de castillo ocre
tejido con telarañas de palma moriche
donde los pemones deshilan sus sueños
y cantan canciones que suenan a cristal.
Suspiré otra vez, esta vez aún más profundo,
que creo que hasta en el fin del mundo
se escuchó su sentir. Acordeones,
una flauta y un violín sonaron en mí ser,
muy adentro, tanto que aún lo siento.
Fue la señal, no se. No me atrevo a predecirlo.
Lo único que sé es que mi deseo pronto
se cumplirá porque el mundo ansioso está.

Volviendo a lo otro,
con mucha pena y obediencia
debo decir que me fue negado
y al mismo tiempo yo me lo he prohibido,
revelar dónde queda mi paraíso terrenal.
Está en la tierra, claro está.
Ni tan cerca ni tan lejos, dependiendo
de donde usted está. Pero una cosa
es cierta :¡Ahí no hay maldad!

Una pista les he dado
porque así me fue permitido.
No hay mal sentido en este relato.
Lo lamento mucho, pero debo preservar
el único recodo donde Dios en las tardes
va a descansar y a soñar con un hombre
justo, espiritual, más humano y menos letal.

¡Lo se!… ¡Él también sabe que vendrá!

CAMINANDO BAJO LOS RECUERDOS


Caminado bajo los recuerdos, (1996)
Autor: Diego Fortunato
(Acrílico sobre telas 120 x90 cm.).
Colección privada familia Fortunato Vásquez.





HÉROE

En el cielo,
allá donde las nubes
abrigan a los ángeles
tiene su casa mi héroe.

Dicen que usa barba,
tan blanca como la vida
y tan larga como la eternidad.

Su misericordia es tan inmensa
como la luz y su paz
tan grande como el silencio.

Creó ríos y montañas,
peces y alimañas y le dio
vida al hombre que todo lo daña.

Escribió un libro,
de diez palabras solamente,
pero la gente las viola alegremente.

Mandó a su hijo
a enseñar a los míos
pero lo guindaron de un crucifijo.

Todos le piden
fortuna y laurel para luego
gastarlo en el gran burdel.

Los muertos creen
que más allá de los gusanos
hay un huerto sano llamado Edén.

Quizás todo sea cuento
pero yo no me lamento
de tener en mí casa
un héroe en el firmamento.

EN EL AÑO DEL SILENCIO


En el año del silencio (1996)
Pintor: Diego Fortunato.
Acrílico sobre tela 150 x 100 cm.
Colección: MUSEO CARMEN TINOCO,
La Habana, Cuba.





NUNCA BUSQUES EL SILENCIO

Escucharte, música,
es susurro celestial.
Violín o flauta, arpa o pianoforte,
lágrima cristalina
que deleitas el alma mía,
y el vuelo de las golondrinas.

Canto de perdices y ruiseñores…
¡No hay Cristo más alegre
que al que le cantan los cantores!…
La melodía pellizca la tierra
y ella, bendita, besa sus notas.
¡Eso es la música!

Me pierdo en sus cenizas.
Vuelvo loco la vista
para atrapar sus acordes
en el viento
pero quedo sin aliento.

¿Quién inventó la música?... ¿Dónde
está el Dios que dio su aprobación?...
¿Quién posee un oído tan divino
que hasta la esperanza
y el sufrimiento sienten su olor?

Si la razón fuese de papel,
un pentagrama fiel
escribiría sobre su piel.
La música es la vida.
Suspiro de dioses.
En cambio, la poesía
es el sueño de la música,
la palabra escrita en el corazón,
en el sufrimiento,
el llanto lejano y el dolor,
y la pintura la imagen
que todo lo cubre,
que todo lo disfraza
y colorea en el lienzo.

¡Habla corazón!... ¡Habla!...
pincela el amor,
la música y los versos
sobre los hijos de la tierra.
Germina la última canción
de la esperanza
y regrésale la alegría de vivir.

Nunca busques el silencio...
¡Huye de la inercia!...
¡Atrapa el movimiento!...
Porque sólo en la música
está el ruido de los sentimientos.