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viernes, 1 de abril de 2011

TIEMPO DE AMAR

Tiempo de amar (1989)
Pintor Diego Fortunato
Acrílico sobre tela 122 x76.5 cm.
SERIE MUJERES DE PIEL DE SOMBRA
Colección privada familia Nigro.



CÓMO DECIRLO


Cómo decir
que te amo
más allá
de las cosas
infinitas.
Que tú sólo
suspiro
enciende
mi alma
en fuego
de lava bendita.


El perfume
que adorna
tu piel venerada
cabalga
sobre río
apasionado
en noches
de sueños
dulces
y encantados.


Cómo decirte
lo tanto que te amo
si al verte sólo
balbuceo palabras
sin sentido.


Cómo quisiera
robarle un beso
a tus labios dorados
para morir loco
y muy embrujado.

Eres mi súplica
sagrada.
La que surca
el universo
más allá del todo
y la nada
y jamás podría vivir
sin sentir tú latir
en mis sienes
ardientes.


Tus ojos de miel
plenos de de vida
es luz que alumbra
con alegría la vida.


Olvidarte
jamás podría
sin antes no sentir
la humedad
de tu cuerpo
fundirse en el mío.


¡Cómo decirlo!
Eres el todo
y la nada.
El universo
y el cielo azul.
La tormenta
y la calma.
El fuego y el frío.
El aire y su armonía.
El amor y la pasión.
El aliento de vida
porque sin ti la vida
nada sería…


¡Cómo decirlo!…
Cómo encontrar
palabras eternas
para decir que te amo
hasta más allá
de las cosas infinitas.
El pintor, poeta y escritor Diego Fortunato en las ruinas
 grecoromanas de Tindari (Sicilia,Italia).
El artista en los predios de la Finca Betania, (Estado Miranda, Venezuela) 
 donde apareció la Virgen María y lugar de veneración
de miles de fieles y peregrinos.


sábado, 2 de octubre de 2010

LA MAJA INDÍGENA

El pintor DIego Fortunato con sus hijos Diego Odín y Deborah Alejandra
en un centro comercial de Caracas.
La maja indígena ( 1987 )
Pintor Diego Fortunato
Acrílico sobre cartón 66 x 48 cm.


LA ENFERMEDAD Y EL CUERPO




Cuenta la leyenda
que en una noche de luna llena,
en el preciso instante que la oscuridad
estrechaba sus manos con el día
en un bosque que pincelaba
de gris el horizonte de la eternidad,
aconteció la boda.
Dos hadas se juntaron.
Una se llamaba
Cría y la otra Porfía.
Una era buena, la primera,
y la segunda malévola y dañina.
No sé qué rayos
partieron al universo,
pero aquella unión
de pronto se volvió incierta.
Fue tanto el dolor inflingido,
que se batieron en largo duelo.
Las dos eran heroínas
y titanes de las fábulas
del Olimpo de la fantasía.
Al ver lucha tan estéril y banal,
el Dios de la Bondad las separó
de las alturas para enviarlas
a la locura terrenal.
Desterradas, no les quedó
más remedio que separar sus cuerpos.
Fue así como en la Tierra,
donde todo era paz y libertad,
nació el cuerpo y la enfermedad.
Desde aquel entonces,
irreconciliables en su afán,
no hubo más remedio
que buscar consuelo
en la botica, el médico
o el curandero de la ciudad.




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La congoja (1993)
Pintor Diego Fortunato
Acrílico sobre tela 122 x 76.5 cm.
Serie MUJERES DE PIEL DE SOMBRA
Colección Privada

lunes, 11 de enero de 2010

LA BICICLETA



La bicicleta (1989)
Autor: Diego Fortunato
Acrílico sobre tela 122 x 76.5 cm.
SERIE MUJERES DE PIEL DE SOMBRA
Colección Privada doctor Richard Tucker



PENSAR


¡Qué aturdimiento!
¡Qué malas jugadas
nos hace la mente
al pensar, aunque
estemos sin pensar!


Pero hay que pensar.
Eso es inevitable.
El secreto está
en qué pensar y cómo.


Noble interrogante
que ni sabios
ni locos jamás
responderán.


Con esto nada resuelvo,
pero estoy pensando
en cómo descifrar
tan desesperante acertijo.


Se me ocurre decir,
de un tirón, que lo mejor
es dejar a la mente
libre de ataduras,
sacarla de la cárcel
donde la hemos encerrado
y dejar que nos indique
el camino a seguir.


¡No!… No es fácil,
porque en ella emerge
un carrusel de ideas,
a veces buenas y otras malas.
No es la solución.


Quizás, y lo pienso ahora,
la salida sería,
en que mientras pensamos
creer que no
lo estamos haciendo
y si no lo estamos haciendo
no pensamos…
Pero, si no pensamos, ¿qué somos?

De bochinche (¡sano!) con mi querida amiga Nina Kors.




sábado, 9 de enero de 2010

EL BALCÓN (DESAPARECIDO EN COMBATE)


El pintor Diego Fortunato (centro) en Pisa, (Italia), con el río Arno a sus espaldas.
A su lado su hija Daniela Andreina Fortunato y su sobrino Antonio Ernesto La Rosa.

El balcón (1989)
Pintor Diego Fortunato
Acrílico sobre tela 150 x 100 cm.
Serie: MUJERES DE PIEL DE SOMBRA
DESAPARECIDO EN COMBATE

EL HUERTO FIEL


Paraíso de esperanza
es la mente que siempre
te mantiene latente.
Con ideas a flor,
como retoños que germinan
sin saber su destino.

Es la mente huerto fiel
de dichas y locuras
donde la única cordura
es sembrar flores
que nunca marchitarán.

De todos los colores,
pero teñida de ilusión,
es el huerto de la mente
donde cada día,
sin esperar el suspiro
de los sueños idos,
siembro flores
llenas de pasión, letras,
palabras idas, cuentos
postreros y poesías
que plenan el alma mía.

miércoles, 6 de enero de 2010

TIEMPO DE CASTIDAD


El pintor Diego Fortunato a los 5 años de edad.
Foto tomada después que ganó el Concurso El Niño
Más Hermoso.
¿QUIÉN DIJO QUE NO
TODO PASADO FUE MEJOR?


Tiempo de castidad (1989)
Pintor: Diego Fortunato
Acrílico sobre tela 122 x76.5 cm.
Serie MUJERES DE PIEL DE SOMBRA
Colección Privada familia Tinoco.


PENSAR

¡Qué aturdimiento!
¡Qué malas jugadas
nos hace la mente
al pensar, aunque
estemos sin pensar!

Pero hay que pensar.
Eso es inevitable.
El secreto está
en qué pensar y cómo.

Noble interrogante
que ni sabios
ni locos jamás
responderán.

Con esto nada resuelvo,
pero estoy pensando
en cómo descifrar
tan desesperante acertijo.

Se me ocurre decir,
de un tirón, que lo mejor
es dejar a la mente
libre de ataduras,
sacarla de la cárcel
donde la hemos encerrado
y dejar que nos indique
el camino a seguir.

¡No!… No es fácil,
porque en ella emerge
un carrusel de ideas,
a veces buenas y otras malas.
No es la solución.

Quizás, y lo pienso ahora,
la salida sería,
en que mientras pensamos
creer que no
lo estamos haciendo
y si no lo estamos haciendo
no pensamos…
Pero, si no pensamos, ¿qué somos?

lunes, 30 de noviembre de 2009

EL DESCANSO





Diego Fortunato
pintor, poeta,
ensayista, novelista,
jodedor irreverente
y pensador universal.

La mucama (1998)
Pintor: Diego Fortunato
Acrílico sobre tela 122 x 76.5 cm.
Serie: MUJERES DE PIEL DE SOMBRA
Colección FAMILIA LA ROSA GUARNERI


BAILANDO CON LAS ESTRELLAS

Todo es luz
donde hay amor.
Donde las estrellas
vagan sin temor.
Es el tiempo
el que sueña,
la vida corre
y juega
en los colores
de las estrellas.
Baila junto
a las cuerdas
del violín,
en el sonido
que te lleva
hasta el fin
de la espera.
Baila… Baila
con las estrellas,
en su brillo
y en las curvas
de la armonía
y del beso
en el jardín
de la primavera
que hoy
espera por ti.

viernes, 23 de octubre de 2009

TIEMPO DE AMAR


Diego Fortunato, pintor, poeta, ensayista, novelista, jodedor irreverente y pensador universal.



Tiempo de amar (1996)
Pintor Diego Fortunato
Acrílico sobre tela 120 x 76.5 cm.
Serie MUJERES DE PIEL DE SOMBRA
Colección Privada familia Nigro (Italia)




De mi libro
PENSAMIENTOS Y SENTMIENTOS
(TODOS DEDICADOS AL AMOR)





Estar sin amor es como estar sin cordura.


El amor todo lo puede y todo lo arrebata.




El amor es la parte divina de nuestro propio ser.


Vivir sin amor es como estar desterrado en una jungla tormentosa y salvaje.


El amor es la varita mágica que nos pone a volar.


El amor lo es todo, sin el nada existe o existiría.


Sin amor la vida sería un desierto infernal.


Quien vive en amor vive dentro de Dios.


El amor no es pecado, pecaminoso es no amar.


La fuerza que emana el amor de una madre es más poderosa que cien bombas atómicas juntas.


No hay vida sin amor, ni amor sin vida.


Donde no hay amor hay odio y es terreno de Satán.


El amor sin conciencia es como la conciencia de amar.


El amor se toma su tiempo, pero cuando llega explota.


El amor es música, mil violines en el cielo que arrebatan la cordura.


Quien no ama está muerto o ausente de vida.


El planeta Tierra se hizo con amor, no dejes que el odio lo destruya.


¡Quieres más amor!.... ¡Mira al cielo y lo absorberás en todo el universo!


Ama, siempre ama, aunque sea a las pequeñas cosas de la vida porque ellas en realidad son grandes.


Mira a tú alrededor. El amor está allí. Si no lo ves estás ciego.


Sólo el sordo de sentimientos no escucha el canto del amor.


El amor es la misericordia esparcida en el infinito.


El amor es polvo de estrellas. ¡Deja qué te bañe!


El amor no se mide por su fuerza o intensidad, menos por su calor, sino por su sentimiento.


No hay sentimiento más puro en el universo que el amor.


Encontrarse a sí mismo es encontrarse con el amor.


El amor es el todo, la energía que mueve el universo.


No hay verdad absoluta en los confines del amor.


Más quiero un minuto de amor que cien años de desamor.


Quien se atreva a decir que el amor no tiene cien mil infinitas facetas es que nunca ha oído el canto de un pájaro o el susurro acariciante del viento.


Yo amo, tu amas, ellos aman y los demás ¿qué hacen?... ¡Amar, por supuesto!


Amar es vivir, soñar, querer el mundo atrapar y los sueños lograr.


Cada segundo que respiras es una ocasión especial.


La risa es la medicina del alma.



Cada segundo que pasa es el futuro que se aleja.


El Teorema Invencible es: vive intensamente, ama con locura y ríe con soltura. No hay números suficientes en el universo para su demostración científica, pero es tan real y necesario como el aire que respiras.

viernes, 18 de septiembre de 2009

TIEMPO DE AMAR


Tiempo de amar (1996)
Pintor Diego Fortunato
Acrílico sobre tela 120 x 76.5 cm.
Serie: MUJERES DE PIEL DE SOMBRA
Coleccion Privada familia Nigro (Italia).



SAN VIRTUOSO Y EL ESCAPULARIO DEL TÍO BENITO

No recuerdo muy bien como fue…
Pero de qué sucedió ¡sucedió!
Aunque ya esté muy viejo
para contar historias largas
mi memoria testifica
que en el pueblo de Santa Esperanza
existía un curita, muy joven él,
que de la Biblia hacía un escapulario.
Unos les decían bobo santurrón.
Eso era lo de menos, lo más suave,
porque cuando pasaba
frente al botiquín de Don Benito, el leguleyo,
del que decían había estudiado leyes,
los mozos que estaban repletos de ron
le gritaban cada cuestión,
que el pobre cura se ponía tan marrón
como su sotana y, de un sólo tirón,
corría a esconderse tras el púlpito de la iglesia,
que quedaba en la esquina Del Porrón.

La historia no podría ser tal,
si al bendito cura, que se llamaba Virtuoso,
Virtuoso Cañas, para ser más precisos,
algunas viejitas lo habían bautizado,
a fin de que les reivindicase
sus pecados juveniles, como San Virtuoso.
El pobre cura, que de provinciano tenía
hasta los lamentos y de santo ni la coronilla,
comenzó a aprovecharse de su pregonada santidad.
Fue así como Cándida, bella hembra
y casta mujer deseada por todos los pobladores,
llegó a las manos y codicia del sacerdote,
quien no era puro ni menos virtuoso.
Seducido por los encantos de aquella morena
de espectacular figura, caderas anchas,
pechos de gallo en flor y nalgas de rumbera,
Virtuoso, cada vez que ella se presentaba
ante el confesionario, le ponía a la bella joven
una sola penitencia, aunque ella
estaba sin pecado concebido.
Y el cura le decía: “Si quieres el perdón
divino, con un hombre divino debes
estar”, confundiendo a la párvula mujer,
quien en su ignorancia nada entendía.
Fueron pasando los días, las semanas
y los meses y el curita insistía,
pero nada sucedía con la guapa doncella.

Todos en la población seguían
haciendo mofa del curita feo y desgarbado,
hasta que un día Don Benito enfermó.
Sería de tanta rumba y alcohol,
nadie lo sabe, pero lo que si es cierto
es que era tío y padrino de bautizo
de la hermosa Cándida,
a la que siempre protegía
del contacto de rufianes pueblerinos.
Su malestar fue tan grave,
que temiéndose lo peor,
llamaron al cura Virtuoso
para que le diese la extremaunción.
Éste corrió presuroso, no sólo
con la intención de darle los santo óleos,
sino para estar cerca de Cándida,
a quien en secreto amaba con ansiedad.
Al llegar, todos estaban presentes.
Sólo faltó el Jefe Civil quien,
dijeron, estaba tras unos cuatreros.
Sin embargo otros aseguraron
que pasaba la mona tendido
en una desvencijada hamaca
que colgaba tras del negocio
del moribundo Don Benito.
Todos reían con fruición
porque decían que zancudos y chiripas
morían en un santiamén después de picarlo
ya que el regordete hombre de la policía
estaba tan atiborrado de caña
que las pobres alimañas
no resistían tal intoxicación.

Volviendo al caso,
les voy a contar,
y es palabra de viejo
y esto tiene respeto y dignidad,
porque yo no cuento estupideces
y menos cosas con maldad.
Pues bien, voy con lo acordado:
Todo aconteció la noche
en que Don Benito agonizaba.
En ese mismo instante el cura Virtuoso,
después de ungirlo para el último adiós,
le colgó un escapulario al cuello
y entre labios rezó una oración.
Yo lo vi. Con estos ojitos, que ustedes ven
y que algún día se han de comer los gusanos.
Me pareció que era de la Virgen María,
pero otros dicen que tenía prendida una foto
de Cándida aparentando a la santa mía.
La historia es que el consagrado
escapulario desapareció el mismo día
en que el tío Benito al fin murió,
al parecer de cirrosis hepática aguda
y no por estar seis horas con una puta.

Las cosas en el pueblo siguieron igual.
Trabajo de día y borrachera de noche.
Las viejas en sus casas rezando el rosario
y los viejos maridos roncando la caña.
Sólo algo había cambiado:
Cándida acariciaba con tal devoción
el escapulario que delicada y mansamente
Virtuoso había prendado del cuello
de su tío Benito antes de la fatal defunción,
que hizo sospechar a niños, ancianos
y a casi todos los parroquianos sanos,
que la hermosa mujer había enloquecido.
La llevaron ante el matasanos,
quien le recetó una poción de valeriana.
Pero no pasó nada. Seguía igual de mala.
Luego la llevaron con el brujo Juliano,
quien le leyó la mano y como remedio
le mandó unos baños de canela
y hierbas con olor a gusanos.
Pero nada sucedió y por tal motivo,
como último recurso, la llevaron
ante el llamado San Virtuoso
para que le curase ese mal tortuoso.
El cura la miró tan fijamente
que muchos creyeron que estaba demente.
Ella se hizo la desentendida.
El escapulario contenía, y la jovencita lo sabía,
una foto escondida tras la estampita
de la santa y venerada Virgen María.
Era la del curita, que de bobalicón,
no tenía un ápice, ya que en la misma
aparecía tan desnudo como el día
en que nació en la hacienda de Don Simón.
Estaba tan bien dotado
que tenía atolondrada a la casta jovencita
hasta el punto que ya poco dormía
y hasta el apetito había perdido.
Con un movimiento nervioso, pero decidido,
y los ojos iluminados como flamas ardientes
Cándida hizo girar entre sus dedos, y en forma circular,
la imagen sagrada que estaba cosida a una cadenita
de fino y puro oro de dieciocho quilates,
y sin más empacho invitó al cura a que la amase.
Todo fue bendito, dicen algunos.
Otros, furia de dioses, ya que durante tres días
nadie más supo del curita ni de la Cándida mujercita.
La iglesia permaneció cerrada
y las campanas sin decir nada.
En verdad no sé si eso fue felicidad,
lo cierto es que a los nueve meses
nació un niño robusto, fuerte y rapaz,
a quien mucho llamaron Sin Pecado Concebido
porque gracias a la religión
nació aquel varón que alegró la vida del santurrón.

jueves, 13 de agosto de 2009

EL CRISTAL QUE TRANSPARENTA EL ALMA


El cristal que transparenta el alma (2008)
Pintor: Diego Fortunato
Acrílico sobre tela 120 x 90 cm.
Serie: MUJERES DE PIEL DE SOMBRA


A LA VENTA
Lo recaudado irá a beneficio de la
FUNDACIÓN NIÑOS ARTISTAS DISCAPACITADOS





NECESITABA LLORAR

¡Ay amarga pena!
Necesitaba llorar recostado
de la perla espuma.

Necesitaba desahogar
el cristal que transparenta mi alma.
¡Ay amarga pena!

Las plumas del alba
cantan en remolino
sobre la imagen del viento.
¡Ay amarga pena!

Quería pellizcar las veredas
que tejen la aurora.
Quería surcar en las calaveras
y en los claveles de la pradera.
¡Ay amarga pena!
¡Ay gota borrosa
que inundas de lágrimas las venas!

Los ojos se llenan
de dulce primavera.
Todo embriaga
con su locura la mar sin frontera.
¡Ay amarga pena!
¡Ay canto, ay guitarra
que despiertas las penas!

¡Ay estatua de agua
que cincelas el aire blando!
Necesitaba llorar recostado
de la perla espuma.
¡Ay amarga pena!

domingo, 2 de agosto de 2009

LA CONGOJA


La congoja (1998)
Pintor: Diego Fortunato
Acrílico sobre tela, 12.5 x 76.5 cm.
Serie: MUJERES DE PIEL DE SOMBRA
Colección Privada.



PEREGRINO


¡Rosas!... El canto del cristofué se aleja.
Jazmines perfuman el cielo con su olor de llanto.
La brisa acaricia el aire callado y perenne.
Las grullas vagan a su suerte…, hacia la alegría.

¡Callo!... El ruido de la mente opaca el alma.
Siento las olas batir en mis sienes blancas.
El océano abarca la mar de los pensamientos.
Nado en el universo de la nada…Voy más allá...
Soy peregrino del tiempo… Viajante de la nada.
Un vagabundo errante… Caminante silencioso…
¡Soñador de sueños!… ¡Encantador de ilusiones!...

sábado, 1 de agosto de 2009

EL DESCANSO


El descanso (1996)
Pintor: Diego Fortunato
Acrílico sobre tela, 122.5 x 76.5 cm.
Serie: MUJERES DE PIEL DE SOMBRA
Colección Privada famila Nocerino (Italia).





EL ENIGMA DEL AMOR

¿Qué sería
del mundo
si no existiese
el amor?
El vació, la nada
en la existencia.
Sería el ocaso
de los sueños,
el fin, la muerte
y con esta
la esperanza.

Sin amor
nada hay
ni nada somos.
La vida no
tendría sentido
sin su abrigo.
Sería oscuridad
y tormento.
Las caricias
y la ternura
así como
la risa pura
reposarían
en la sepultura.

¡Qué niños
nacerían!...
Y a los ancianos,
¿en qué pestilente
mundo los tirarían?
¿Dónde
a los lisiados,
huérfanos,
enfermos,
pobres
y desheredados?

Sin amor
nada somos
ni nada
podemos ser.
El amor
lo es todo
y sin amor
la humanidad
se extinguiría
en un soplo
sin disparar
cartucho alguno
y poca falta harían
bombas atómicas
o guerras intestinas.

El amor lo es todo.
El suspiro, el aire
que respiras
y la mano amiga
que te salva la vida.
Las lágrimas,
el consuelo
y la dicha
de estar vivo
en el firmamento.

No hay vida
sin amor,
ni amor sin vida.
Son indivisibles,
como el cielo
y la tierra,
como el agua
y el río,
como la mente
y el cuerpo.
Siempre juntos,
de las manos
tomadas,
será su largo
caminar.

Nunca podrán
vivir separados
porque así lo quiso
el Creador
al regalarnos
el milagro eterno
del amor.


























viernes, 31 de julio de 2009

LA DONNA DI SIENA


La donna di Siena (2006)
Pintor: Diego Fortunato
Acrílico sobre tela 150 x 100 cm.
Serie: MUJERES DE PIEL DE SOMBRA
EN: Corniceria LA CORNICIAIA, Milazzo, Sicilia (ITALIA).



BAILA CON LAS ESTRELLAS


Todo es luz
donde hay amor.
Donde las estrellas
bailan sin temor.
Es el tiempo
el que sueña,
la vida baila
sin miedo
en el arcoiris
de la existencia.
Baila al vaivén
de las cuerdas
del violín,
en el sonido
que te lleva
hasta el fin
de los tiempos.
Baila con las estrellas.
En su regazo de paz
y déjate llevar
a la ventura.
Baila… Baila libre
sobre la felicidad,
en su brillo,
en la libertad
que acaricia
las horas
de paz infinita.
Baila … Baila
con las estrellas.

viernes, 24 de julio de 2009

LA DONNA


La donna (1988)
Pintor: Diego Fortunato
Acrílico sobre tela, 150 x 100 cm.

Serie: MUJERES DE PIEL DE SOMBRA
Colección Privada.




SAN VIRTUOSO Y EL ESCAPULARIO DEL TÍO BENITO



No recuerdo muy bien como fue…
Pero de qué sucedió ¡sucedió!
Aunque ya esté muy viejo
para contar historias largas
mi memoria testifica
que en el pueblo de Santa Esperanza
existía un curita, muy joven él,
que de la Biblia hacía un escapulario.
Unos les decían bobo santurrón.
Eso era lo de menos, lo más suave,
porque cuando pasaba
frente al botiquín de Don Benito, el leguleyo,
del que decían había estudiado leyes,
los mozos que estaban repletos de ron
le gritaban cada cuestión,
que el pobre cura se ponía tan marrón
como su sotana y, de un sólo tirón,
corría a esconderse tras el púlpito de la iglesia,
que quedaba en la esquina Del Porrón.

La historia no podría ser tal,
si al bendito cura, que se llamaba Virtuoso,
Virtuoso Cañas, para ser más precisos,
algunas viejitas lo habían bautizado,
a fin de que les reivindicase
sus pecados juveniles, como San Virtuoso.
El pobre cura, que de provinciano tenía
hasta los lamentos y de santo ni la coronilla,
comenzó a aprovecharse de su pregonada santidad.
Fue así como Cándida, bella hembra
y casta mujer deseada por todos los pobladores,
llegó a las manos y codicia del sacerdote,
quien no era puro ni menos virtuoso.
Seducido por los encantos de aquella morena
de espectacular figura, caderas anchas,
pechos de gallo en flor y nalgas de rumbera,
Virtuoso, cada vez que ella se presentaba
ante el confesionario, le ponía a la bella joven
una sola penitencia, aunque ella
estaba sin pecado concebido.
Y el cura le decía: “Si quieres el perdón
divino, con un hombre divino debes
estar”, confundiendo a la párvula mujer,
quien en su ignorancia nada entendía.
Fueron pasando los días, las semanas
y los meses y el curita insistía,
pero nada sucedía con la guapa doncella.

Todos en la población seguían
haciendo mofa del curita feo y desgarbado,
hasta que un día Don Benito enfermó.
Sería de tanta rumba y alcohol,
nadie lo sabe, pero lo que si es cierto
es que era tío y padrino de bautizo
de la hermosa Cándida,
a la que siempre protegía
del contacto de rufianes pueblerinos.
Su malestar fue tan grave,
que temiéndose lo peor,
llamaron al cura Virtuoso
para que le diese la extremaunción.
Éste corrió presuroso, no sólo
con la intención de darle los santo óleos,
sino para estar cerca de Cándida,
a quien en secreto amaba con ansiedad.
Al llegar, todos estaban presentes.
Sólo faltó el Jefe Civil quien,
dijeron, estaba tras unos cuatreros.
Sin embargo otros aseguraron
que pasaba la mona tendido
en una desvencijada hamaca
que colgaba tras del negocio
del moribundo Don Benito.
Todos reían con fruición
porque decían que zancudos y chiripas
morían en un santiamén después de picarlo
ya que el regordete hombre de la policía
estaba tan atiborrado de caña
que las pobres alimañas
no resistían tal intoxicación.

Volviendo al caso,
les voy a contar,
y es palabra de viejo
y esto tiene respeto y dignidad,
porque yo no cuento estupideces
y menos cosas con maldad.
Pues bien, voy con lo acordado:
Todo aconteció la noche
en que Don Benito agonizaba.
En ese mismo instante el cura Virtuoso,
después de ungirlo para el último adiós,
le colgó un escapulario al cuello
y entre labios rezó una oración.
Yo lo vi. Con estos ojitos, que ustedes ven
y que algún día se han de comer los gusanos.
Me pareció que era de la Virgen María,
pero otros dicen que tenía prendida una foto
de Cándida aparentando a la santa mía.
La historia es que el consagrado
escapulario desapareció el mismo día
en que el tío Benito al fin murió,
al parecer de cirrosis hepática aguda
y no por estar seis horas con una puta.

Las cosas en el pueblo siguieron igual.
Trabajo de día y borrachera de noche.
Las viejas en sus casas rezando el rosario
y los viejos maridos roncando la caña.
Sólo algo había cambiado:
Cándida acariciaba con tal devoción
el escapulario que delicada y mansamente
Virtuoso había prendado del cuello
de su tío Benito antes de la fatal defunción,
que hizo sospechar a niños, ancianos
y a casi todos los parroquianos sanos,
que la hermosa mujer había enloquecido.
La llevaron ante el matasanos,
quien le recetó una poción de valeriana.
Pero no pasó nada. Seguía igual de mala.
Luego la llevaron con el brujo Juliano,
quien le leyó la mano y como remedio
le mandó unos baños de canela
y hierbas con olor a gusanos.
Pero nada sucedió y por tal motivo,
como último recurso, la llevaron
ante el llamado San Virtuoso
para que le curase ese mal tortuoso.
El cura la miró tan fijamente
que muchos creyeron que estaba demente.
Ella se hizo la desentendida.
El escapulario contenía, y la jovencita lo sabía,
una foto escondida tras la estampita
de la santa y venerada Virgen María.
Era la del curita, que de bobalicón,
no tenía un ápice, ya que en la misma
aparecía tan desnudo como el día
en que nació en la hacienda de Don Simón.
Estaba tan bien dotado
que tenía atolondrada a la casta jovencita
hasta el punto que ya poco dormía
y hasta el apetito había perdido.
Con un movimiento nervioso, pero decidido,
y los ojos iluminados como flamas ardientes
Cándida hizo girar entre sus dedos, y en forma circular,
la imagen sagrada que estaba cosida a una cadenita
de fino y puro oro de dieciocho quilates,
y sin más empacho invitó al cura a que la amase.
Todo fue bendito, dicen algunos.
Otros, furia de dioses, ya que durante tres días
nadie más supo del curita ni de la Cándida mujercita.
La iglesia permaneció cerrada
y las campanas sin decir nada.
En verdad no sé si eso fue felicidad,
lo cierto es que a los nueve meses
nació un niño robusto, fuerte y rapaz,
a quien mucho llamaron Sin Pecado Concebido
porque gracias a la religión
nació aquel varón que alegró la vida del santurrón.

LA CONGOJA




La congoja (1998)
Autor: Diego Fortunato
Serie MUJERES DE PIEL DE SOMBRA
(Acrílico sobre tela 122 x 76.5 cm.).
Colección Privada.



LA LOCA Y LA LUNA

Era como un poema
escrito en la mañana.
Piel tersa,
tez de porcelana.

Algunos decían
que estaba loca,
pero no tanto.

Sus ojos, brillo
de centellas,
iluminaban
y encendían el día.

Cada brizna
de su cabello
era flama de delirio.

Sus labios,
carnosos
y voluptuosos,
preñaban el sentido.

Era ella, la única,
la del mimo,
la bienquerida.

Pero vino
la luna-luna
y encendió la llanura,
de copos y locura.

De aquella
imagen de mujer
venerada no quedó nada.

Fue la luna,
mágica e ignota,
que la volvió loca.

¡Ay luna-luna!,
qué le has hecho
a la hembra moruna,
porqué le robaste la cordura.

¡Ay luna-luna!,
¿Dónde te las has llevado
si aún no la he amado?

¡Ay luna-luna,
profanaste la cosecha,
pero los recuerdos
reposan en la primavera.

¡Ay, luna-luna!... ¡Ay!
¡Te llevaste a la loca mía!...
¡Ay, luna-luna!... ¡Luna!

TIEMPO DE INTIMIDAD




Tiempo de intimidad (1998)
Autor: Diego Fortunato
Serie MUJERES DE PIEL DE SOMBRA
(Acrílico sobre tela 150 x100 cm.).
Colección Privada familia Nigro.




UNA GOTA
Una gota,
simplemente una,
servirá
para iluminar
mí vida.

Una gota,
rociada de amor,
es la ternura
que me arrebatará
de la locura.

Una gota,
sólo eso pido,
no tú piel,
ni un beso
de terciopelo.

Una gota,
sangre mía,
te la entrego,
aunque el puñal
claves en la espina.

Una gota,
mujer vivaz,
que apague
el lamento
de mi sombra fugaz.

Una gota,
un Ave María,
una mirada al cielo
y te entrego
el alma mía.

TIEMPO DE AMAR


Tiempo de amar (1998)
Autor: Diego Fortunato
Serie MUJERES DE PIEL DE SOMBRA
(Acrílico sobre tela 120 x 90 cm.).
Colección Privada Famila Nigro.





EMBRIAGARME DE TI

Dame el sabor de un beso,
busca la colina escondida
para exprimir tu cerezo
y embriagarme los sentidos.

Corre ave bendita
a los brazos bandidos,
a la palma ardiente
que se esconde en la cascada
y embriágala de vida.

Hiedras trenzan
el corazón que no calla.
Una mirada tuya, mil pasos
en las venas dormidas,
cien caricias de fuego
en el pozo de miel viva
embriagan el alma mía.

Envidiosos los cuervos rondan
en las máscaras del río.
Danza primavera,
quema voraz el loco juicio.
Aplaca el cuerpo mío…
¡Ven, embriágame el destino!

LA INTIMIDAD


La intimidad (1998)
Autor: Diego Fortunato
(Acrílico sobre tela 150 x 100 cm.)
Colección Privada familia Kors Delfino.


LA IDA


Te he olvidado en la locura
del camino muerto, en la verde
máscara de la piel de otoño.
He concluido que nada vale nada,
siquiera la vida o la muerte.
Nada importa ni nada tiene sentido
en la jungla del tormento.
Los vicios, el amor y la felicidad
naufragan en calles de sal sin sonido.
Sólo el eco de la mente navega
en el prado alucinado de los pensamientos.
Respiro en el abismo de la angustia
mientras huyo de la cárcel transparente
de las ideas y el arrepentimiento.
Dibujo en el gris del viento
el regreso a la quietud con el coraje
de un guerrero de los espacios infinitos.
El suspiro de la agonía susurra
su melodía de tristeza.
Ha llegado el sosiego, tibio, con color
de paz tallado en su rostro.
Ninguna resistencia,
siquiera el asombro pincela de miedo la ida.