domingo, 24 de julio de 2011

LA CONGOJA

La congoja(1985)
Autor: Diego Fortunato
Acrílico sobre tela 122 x 76.5 cm.
Serie: LA FAMME EN OCRE
Colección Privada familia Kors


EL DE LOS ANILLOS DE PLENILUNIO
(De mi serie de poemas titulados Homenaje al infinito)

Eres grande
y resuelto,
pero te ocultas
en nubes de gases
para disfrazar
tus brillantes
e inmensos anillos
que quince veces
más veloces
que una bala
arropan de misterio
tus encantos.
Los romanos
te llamaron Saturno,
el padre de Júpiter,
porque te semejaron
al antiguo titán Crono,
hijo de Urano y Gea,
quien gobernaba
el mundo de los dioses
y los hombres
devorando a sus hijos
después de que nacían,
ya que el inseguro
y pobre cobarde
tenía mucho miedo
de que lo quitasen
del medio y con trono
y corona ellos se quedaran.
Pero su buen amado
hijo Zeus, que no
tenía un pelo de tonto,
se burló de ese nefasto destino
y de un solo y preciso guiño
derrocó a su malvado
padre para quedarse
él solito con el coroto.
Aunque deambules
lentamente entre gases,
flatulencias y estrellas
y dures poco menos
de treinta años en dar
la vueltita por tu órbita
ambivalente y celeste,
no quiere decir que seas
gordo y perezoso
sino un padre anciano
que cansado está
de dar tantas vueltas
sin que en el oscuro
firmamento se aparezca
una buena y hermosa
hembra que lo saque
de ese gran ayuno
que ha convertido
a su vida en un horrible
y pesado insomnio.
Ya no duerme
y de tanto pensarlo
sus ojos de luna llena
bien abiertos mantiene.
Diecisiete
hijos arrullan tus
noches de plenilunio
y cuidan como gran
padre amado,
aunque tus preferidos
sean Jano, Titán,
Hiperión, Tetis y Telesteo,
no descuides a Encélado
porque da calor a tu sueño
y los libera de malos
pensamientos cuando
enciende la chimenea
de géiser de agua y lava
bien ardiente y fulgurante.
Aunque digan que Titán,
tu hijo y satélite predilecto,
tenga una atmósfera
rica en metano, muy similar
a la de la Tierra primitiva,
eso me huele a rancio ano.
Yo me quedo en mi tierra,
aquí abajo, porque ganas
ninguna tengo de luchar
con dinosaurio alguno
ni en selvas o grutas vivir,
porque en las únicas
cavernas donde me gusta
estar son en las que tienen
las hembras entre los muslos.
¡No es un géiser,
ni agua bendita,
pero calientes
y gozosas están!

El pintor y escritor Diego Fortunato con su sobrina Sandra en las cercanías de Merito (Península de Paria, Venezuela). Atrás Cumbres Ardientes, donde el pintor piensa edificar su castillete de retiro (Mayo 2011).

miércoles, 6 de julio de 2011

TIEMPO DE AMAR

Tiempo de amar (1985)
Pintor Diego Fortunato
Acrílico sobre tela 122 x 76.5 cm.
Serie MUJERES DE PIEL DE SOMBRA
Colección Privada familia Nigro.


SAN VIRTUOSO Y EL ESCAPULARIO DEL TÍO BENITO


No recuerdo muy bien como fue…
Pero de qué sucedió ¡sucedió!
Aunque ya esté muy viejo
para contar historias largas
mi memoria testifica
que en el pueblo de Santa Esperanza
existía un curita, muy joven él,
que de la Biblia hacía un escapulario.
Unos les decían bobo santurrón.
Eso era lo de menos, lo más suave,
porque cuando pasaba
frente al botiquín de Benito, el leguleyo,
porque decían que había estudiado leyes,
los mozos que estaban repletos de ron
le gritaban cada cuestión,
que el pobre cura se ponía tan marrón
como su sotana y de un sólo tirón
corría a esconderse tras el púlpito de la iglesia,
que quedaba en la esquina Del Porrón.


La historia no podría ser tal,
si al bendito cura, que se llamaba Virtuoso,
Virtuoso Cañas, para ser más preciso,
algunas viejitas lo habían bautizado,
a fin de que les reivindicase
sus pecados juveniles, como San Virtuoso.
El pobre cura, que de provinciano tenía
hasta los lamentos y de santo ni la coronilla,
comenzó a aprovecharse de su pregonada santidad.
Fue así como Cándida, bella mujer y casta
hembra deseada por todos los pobladores,
llegó a las manos y la codicia del sacerdote,
quien no era puro ni menos virtuoso.
Seducido por los encantos de aquella morena
de espectacular figura, caderas anchas,
pechos de gallo en flor y nalgas de rumbera,
Virtuoso, cada vez que ella se presentaba
ante el confesionario, le ponía a la bella
joven una sola penitencia,
aunque ella nada malo había hecho.
Y el cura le decía: “Si quieres el perdón
divino, con un hombre divino debes
estar”, confundiendo a la párvula mujer,
quien en su ignorancia nada entendía.
Fueron pasando los días, las semanas
y los meses y el curita insistía,
pero nada sucedía con la guapa doncella.


Todos, en la población, seguían
haciendo mofa del curita feo y desgarbado,
hasta que un día Benito enfermó.
Sería de tanta rumba y alcohol,
nadie lo sabe, pero lo que si es cierto
es que era tío y padrino de bautizo
de la hermosa Cándida,
a la que siempre protegía
del contacto de rufianes pueblerinos.
Su malestar fue tan grave,
que temiéndose lo peor, llamaron
al cura Virtuoso
para que le diese la extremaunción.
Éste corrió presuroso, no sólo
con la intención de darle los santo
óleos, sino para estar cerca de Cándida,
a quien en secreto amaba y ansiaba.
Al llegar, todos estaban presentes.
Sólo faltó el Jefe Civil quien,
dijeron, estaba tras unos cuatreros.
Sin embargo otros aseguraron
que estaba pasando la mona
tendido en una destejida hamaca
detrás del negocio del moribundo Benito.
Todos reían, porque, decían,
que zancudos y otras chiripas
morían al instante después de picarlo
ya que el regordete hombre de la policía
estaba tan repleto de alcohol
que las pobres alimañas
no resistían tal intoxicación.


Volviendo al caso, les voy a contar,
y es palabra de viejo
y eso tiene respeto y dignidad,
porque yo no cuento estupideces
y menos cosas con maldad.
Pasó la noche en que Benito
agonizaba cuando el cura Virtuoso,
después de ungirlo para el último adiós,
le puso un escapulario al cuello
y entre labios le rezó una oración.
Yo lo vi. Con estos ojitos, que ustedes ven.
Me pareció que era de la Virgen María,
otros dicen que tenía prendida una foto
de Cándida aparentando a la santa mía.
La historia es que el consagrado
escapulario desapareció el mismo día
que el tío Benito al fin murió,
al parecer de cirrosis aguda
y no por estar seis horas con una puta.


La cosa en el pueblo siguió igual.
Trabajo de día y borrachera en la noche.
Y las viejas en sus casas rezando el rosario
y los viejos maridos roncando la caña.
Sólo una cosa había cambiado:
Cándida acariciaba con tal devoción
el escapulario que Virtuoso había prendado
de su tío Benito antes de la fatal defunción
que hizo sospechar a niños, ancianos
y a casi todos los parroquianos,
que la mujer se había desequilibrado.
La llevaron ante el matasanos,
quien le recetó una poción de valeriana.
Pero nada pasó. Luego la llevaron
con el brujo Juliano, quien le leyó la mano
y como remedio le mandó unos baños
de canela y hierbas con olor a gusanos.
Pero nada sucedió y por tal motivo
como último recurso la llevaron
ante el llamado San Virtuoso
para que le curase ese mal tortuoso.
El cura la miró tan fijamente
que muchos creyeron que estaba demente.
Ella se hizo la desentendida.
El escapulario contenía
y ella lo sabía, una foto escondida
tras la figura de la Virgen María.
Era la del curita, que de bobalicón,
no tenía un ápice, ya que en la misma
aparecía tan desnudo como el día
en que nació en la hacienda de Don Simón.
Estaba tan bien dotado
que tenía atontada a la casta jovencita
hasta el punto que ya poco dormía
y había perdido hasta el apetito.
En un gesto ella hizo girar entre sus dedos,
y en forma circular, la imagen sagrada
que estaba cosida a una cadenita
de fino oro de dieciocho quilates,
he invitó al cura para que la amase.
Todo fue bendito, dicen algunos.
Otros furia de dioses, ya que durante tres días
nadie más supo del curita ni de la Cándida
mujercita. La iglesia permaneció cerrada
y las campanas sin decir nada.
En verdad no sé si eso fue felicidad,
lo cierto es que antes de los nueve meses
nació un niño robusto y fuerte,
a quien mucho llamaron sin pecado concebido
porque gracias a la religión nació
aquel varón que alegró la vida del santurrón.




El pintor, poeta y escritor Diego Fortunato en el Golfo de Cariaco (Península de Araya, Venezuela) después de un "exitoso" día de pesca.







jueves, 30 de junio de 2011

EL DESCANSO

El descanso (Año 1985).
Pintor Diego Fortunato
SERIE MUJERES DE PIEL DE SOMBRA
Acrílico sobre tela 122 x76.5 cm.
Colección Privada familia Nocerino (Italia).







EN UNA REGIÓN FINITA DEL INFINITO
       -De mi serie de poemas titulados Homenaje al infinito-
No soñaba,
mucho menos
estaba despierto.
Sólo vagaba
en los espirales
de mi mente
cuando de pronto
me encontré
en un agujero negro
que está más allá
del fin del mundo.
Escuché gritos
a mí alrededor
pero no sabía
de dónde venían
y qué decían.
Seguí observando
un rato más
en la tenebrosa
inmensidad.
Un ruido infernal
de pronto
atrajo mi atención.
Miré a un lado,
después hacia otro,
y nada. Volví a mirar,
está vez hacia
el sótano de infinito
y vi como un gran
agujero negro
eyectaba potentes
chorros de materia
color ámbar carmesí
que estallaban
en loco remolino
de vida y de muerte.
Puse atención
y aguce los oídos.
Los aullidos venían
de las cavernas
de la oscuridad
más oscura.
Quise escapar
en un instante,
pero algo me detuvo.
Estaba en la curvatura
del espacio-tiempo
y vi varios horizontes
de sucesos y yo reflejado
en cada uno de ellos
y en cada etapa de mi vida
hasta el nacimiento.
Era muy hermoso
y de nítido placer
a mis aterrados ojos,
pero quería escapar
porque estaba
en el límite del espacio
y de allí nadie logra huir
siquiera un rayo
de fina y tenue luz.
Di un salto,
después otro
un poco más fuerte
y en un instante
estaba sentado
más allá del centro
de la Vía Láctea,
fuera de todo peligro
y de los tenebrosos
agujeros negros
y sus cuatro dimensiones
geométricas de carga
eléctrica letal.
Me sentía dichoso
y satisfecho.
Había presenciado
en el infinito la muerte
de una gigante roja
que en miles de millones
de años se convirtió
en una enana blanca
y luego en agujero negro
y salí ileso en el intento.
¿Qué cuánto tiempo
estuve allí?... ¡Qué importa!...
La velocidad de la mente
no se mide por los miles
de millones de neuronas
que una persona tenga
en su pequeño cerebro,
sino por la velocidad
de sus pensamientos
y luminosa imaginación.





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No se lo pierda
el texto completo de la novela URL, EL SEÑOR DE LAS MONTAÑAS, premonitoria epopeya fantástica, donde se pincela el dramático destino que le tocará vivir a Venezuela bajo la dictadura comunista.


SINOPSIS

En una de las más fascinantes epopeyas contemporáneas, Url, El Señor de las Montañas, un ser dotado con poderes divinos, libra feroces batallas al lado de sus guerreros para salvar a su nación de las garras de La Fuerza del Mal comandadas por el sanguinario dictador Adolfo Láchez, quien posee un entrenado y bien armado ejército de más de un millón de hombres. Para en-frentarlo, utiliza los poderes de El báculo de la Esperanza, un poderoso ma-dero de gran fuerza destructiva que le fue legado por El Creador. Katria, una bella ex modelo, Longar, el soldado negro, Hatch, el guerrero petrolero y Ku-nato, el japonés estratega, son algunos de los héroes Libertarios que luchan a lado de Url en unas inhóspitas montañas enclavadas en La Cordillera de la Costa. El día de La Batalla Final, ocurrirá un acontecimiento que hará estremecer de miedo hasta a los más fieros guerreros.





 El poeta, escritor y pintor Diego Fortunato con su sobrina Sandra en un recodo del Castillo de Araya, en la Península de Araya, Venezuela (Mayo 2011).
 
 
 

sábado, 11 de junio de 2011

LA GOLONDRINA ESCAPADA DEL HORIZONTE

La golondrina escapada del horizonte (2008)
Pintor Diego Fortunato
SERIE BAILARINAS INFINITAS
Acrílico sobre tela 60 x 40 cm.
Colección Privada familia González Fortunato






LA GOLONDRINA ESCAPADA DEL HORIZONTE


Mis ojos bohemios
surcaban el horizonte
desdibujado de luz y olvido
cuando de pronto
vi a una golondrina
que parecía perdida
regresar con canto
de vida a su nido.


A su paso un perfume
de dulce esperanza
inundó mi pincel
que sobre el lienzo
vestido de azul pastel
tiñó esbozos de madreperla
con latido dulce y fiel.


Dócil y placentero
el día se fue acurrucando
en los brazos de la noche
porque había nacido
una golondrina
con alas de poesía.


Desde su pequeño nido,
construido de blanco lino,
en vigilia permanente
de paz y amor bendito
orgullosa señala
el sendero de la felicidad
y quimeras soñadas
por mi hija adorada.


La última vez que la vi
surcaba llena de dicha
mares y océanos bravíos,
montes, colinas y ríos
para volver a los brazos
de la libertad concedida.


Ahora está lejos, muy lejos,
pero tan cerca de mi corazón
que en un soplo puedo tocarla.


  
    Diego Fortunato en Merito (Península de Araya, Golfo de Cariaco, Venezuela). Atrás la meseta llamada Cumbres Ardientes, donde el pintor, poeta y escritor, construirá Al este de los sueños, su casa de retiro del mundanal ruido. (Mayo 2011).



Retrato de Diego Fortunato realizado por el maestro
 Fernando Botero en Pietra Santa,
Versilla Toscana, Italia (1986).




    Fernando Botero y Diego Fortunato conversan durante el vernissage de Mujeres de piel de sombra, muestra de este último expuesta en la Galería MDT, en Caracas. A la izquierda El descanso, pieza de Diego Fortunato realizada en aguada utilizando un sólo color (sombra tostada-burnt umber) y algunos elementos de una ancestral técnica china a fin de establecer un armónico diálogo entre la luz y las sombras.


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SINOPSIS

   En una de las más fascinantes epopeyas contemporáneas, Url, El Señor de las Montañas, un ser dotado con poderes divinos, libra feroces batallas al lado de sus guerreros para salvar a su nación de las garras de La Fuerza del Mal comandadas por el sanguinario dictador Adolfo Láchez, quien posee un entrenado y bien armado ejército de más de un millón de hombres. Para enfrentarlo, utiliza los poderes de El báculo de la Esperanza, un poderoso madero de gran fuerza destructiva que le fue legado por El Creador. Katria, una bella ex modelo, Longar, el soldado negro, Hatch, el guerrero petrolero y Kunato, el japonés estratega, son algunos de los héroes Libertarios que luchan a lado de Url en unas inhóspitas montañas enclavadas en La Cordillera de la Costa. El día de La Batalla Final, ocurrirá un acontecimiento que hará estremecer de miedo hasta a los más fieros guerreros.




jueves, 2 de junio de 2011

LA DONNA

La donna (1989)
Pintor Diego Fortunato
Acrílico sobre tela 150 x 100 cm.
Serie MUJERES DE PIEL DE SOMBRA
Colección Privada Familia Ravell 



POZO DE ESTRELLAS
-De mi serie de poemas titulados Homenaje al infinito-


Estando solo
con mi fantasía,
jugueteaba
imaginado cosas
hermosas, cosas
que la imaginación
se resistía a creer
que existían.
Vi luces galopando
donde nacen
los deseos
y quedé atrapado
en el remolino
de sus destellos
que como hilos
de tenue seda
dorada me
abrazaban
y acariciaban
con sutil ternura.
Embelesado
e inmerso
en la etérea
paz de sus mimos,
me dejé llevar
hasta los confines
del universo sideral.
Como surfista
audaz e indómito
me deslizaba
con armonía
de niño encantado
sobre olas
de éxtasis dorado
cuando de pronto
caí en un pozo
lleno de estrellas.
Fruncí el ceño
y sin aspaviento
me preparé
para recibir
el duro golpe
en el final ignoto.
Seguía cayendo,
cayendo y cayendo
y este no venía.
Comencé
a disfrutar
de aquel
viaje sin fondo
y una sonrisa
de placer
se dibujó
sin falsa timidez
en mí rostro
de hombre
augusto,
que por nada
parecía de susto.


El regocijo
duró todo
lo que yo quería.
No sé cuánto
tiempo,
ni tampoco
me interesa.
Carece
de importancia
o sentido fiel.
El fondo
no llegaba
y yo estaba feliz
de mi viaje
entre las estrellas.
Un colchón
llenó de escarchas
relucientes,
tan suaves
como plumas
de ganso,
súbitamente
interrumpió
la fatal caída.
Con la dulzura
de un beso
me sentí
suspendido
y seguro
sobre ese
paraíso estelar.
Miré aquí
y allá y todo
estaba tan
brillante como
una estrellada
noche primaveral.
Quizás más,
pero no tanto
como para opacar
mis sentidos,
que bien
despiertos
los tenía.
Volví a mirar.
Esta vez de allá
y luego para acá.
A un costado,
abarcando
lo que creí
que era toda
la bóveda celeste,
vi una gran brújula
hecha de estrellas
tan blancas
como perlas
del Caribe mar.
La bitácora
era casi igual
a las nuestras,
las de aquí,
en la Tierra,
con la única
diferencia que
el gran cometa
que servía de aguja
imantada marcaba
lo que debería ser
el Norte con una V,
que correspondía a Verdad
y en su polo opuesto,
o sea el Sur, con una M,
que significaba Mentira.
Y hacia el Este en vez
de una E tenía una B,
que traducía Bien
y a su lado inverso,
o sea el Oeste,
una M de rojas estrellas,
que simbolizaba el Mal.


Pensativo,
me eché de lado
porque un gran
sueño me invadió.
Comencé a soñar
despierto aunque
los ojos bien
abiertos tenía.
Y en mi sueño soñé
en Pyxis, la constelación
del hemisferio Sur,
que antiguamente
formaba parte
de la constelación
de Argos.
Seguí soñando
un largo rato.
No sé si estaba
en el Edén
o en un sitio
más hermoso
todavía.
Lo cierto es
que cuando desperté,
una luz que partió
de mí alma
me sonrío agradecida.
No entendí
el porqué lo hacía,
simplemente
le respondí
con un beso
que salió
de lo profundo
del ser mío.
Dichoso,
cerré los ojos
y en susurro
celestial escuché
como el tambor
de mi corazón
entonaba acordes
que armonizaban
un canto de amor
y paz que decía “sólo
la verdad os hará
libres” y, enseguida,
una marcha,
mezcla de cánticos
y bombos de suspiros,
coreaba “Si bien
amas al prójimo
el te amará
como tú lo amas”.


Aunque nunca
he fumado hierba,
ni nada
que se le parezca,
como tampoco
jamás he inhalado
cosa rara y menos
tomado píldoras
que enloquecen
los sentidos,
de pronto
me sentí como
embriagado
de cosa rara,
pero dulce
como el amor
y los sentimientos
que del cielo
brotan cada nuevo día
para desearnos
paz y amor
a todo los hombres
de buena voluntad.


Por mí parte
¡qué así sea!,
No sé de la
de ustedes.




El pintor, poeta, novelista, escultor, dibujante, ensayista, amante incurable y jodedor irreventene Diego Fortunato, junto a su sobrina Sandra Fortunato en Salazar, muy cerca de Merito (Península de Araya, Venezuela), lugar donde los sueños y la fantasía
se prodigan un beso de amor. (Mayo 2011).




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SINOPSIS


En una de las más fascinantes epopeyas contemporáneas, Url, El Señor de las Montañas, un ser dotado con poderes divinos, libra feroces batallas al lado de sus guerreros para salvar a su nación de las garras de La Fuerza del Mal comandadas por el sanguinario dictador Adolfo Láchez, quien posee un entrenado y bien armado ejército de más de un millón de hombres. Para enfrentarlo, utiliza los poderes de El báculo de la Esperanza, un poderoso madero de gran fuerza destructiva que le fue legado por El Creador. Katria, una bella ex modelo, Longar, el soldado negro, Hatch, el guerrero petrolero y Kunato, el japonés estratega, son algunos de los héroes Libertarios que luchan a lado de Url en unas inhóspitas montañas enclavadas en La Cordillera de la Costa. El día de La Batalla Final, ocurrirá un acontecimiento que hará estremecer de miedo hasta a los más fieros guerreros.



martes, 17 de mayo de 2011

¡BIENVENIDA MUERTE!

La faena de Adán y Eva (1993)
Pintor Diego Fortunato
Acrílico sobre tela  126.5 x 76,5 cm.
Colección Privada Nina Kors

¡BIENVENIDA MUERTE!


Cuando toque la puerta
no habrá más llanto
ni sufrimiento.
Ni más alegrías y risas.
Ni más cosas que contar
o añorar. No habrá más nada.
Sólo el silencio incógnito.
Sólo la oscuridad, tinieblas
ignotas o una luz destellante…
¡Quién sabe!... ¿Quién ha vuelto
para contarlo? ¿Quién puede
decir qué hay del “otro lado”?
Sólo Dios lo sabe. Él y nadie más.


Cuando toque a la puerta,
los sueños y los amores
se irán con ella. Todo será
silencio o dicha infinita.
¡Quién sabe!... ¿Tú lo sabes?


Cuando toque a la puerta
una paz eterna nos arropará
el sentido o quizás una sombría
peregrinación de almas blancas
y errantes la atormentará.
O ni lo uno ni lo otro pasará.
Quizás sólo dormiremos para
nunca más despertar.
¡Quién sabe!... ¿Tú lo sabes?
Sólo Dios lo sabe. Él y nadie más.


Cuando toque a la puerta
dejaremos de deambular
como sonámbulos de vida
para nunca más trabajar.
No más odios y guerras inútiles
afligirán los días y las noches.
No más dolor por los caídos
y los que nunca volverán.
No más intrigas y envidias
venenosas. No más vida…
No más nada… La nada
nos arrullará en su manto
sin colores y sin esperanzas.


Cuando toque a la puerta
no vendrá ni con sonrisas
ni con llanto, mucho menos
con bombos y platillos. Sólo vendrá.
Sólo eso... ¿Y qué más da?
Lo más hermoso y fascinante
de todo esto es que no sabemos día,
hora, momento ni año en que vendrá.
Pero aunque sea una eternidad,
le diremos ¡bienvenida muerte!
para poder morir en paz, felices
y con dignidad, porque no hay
que dejar este luminoso mundo
temblando como cobardes iracundos.
No vale la pena morir furibundos,
plañideros y teñidos de vil miedo.
No hay forma de escapar de ella.
Cuando toque a la puerta tenemos
que abrazarla con devota bendición
para poder morir risueños y sin sobresaltos.
Por eso digo, quizás con cierto recelo,
pero con arrojo, firmeza e hidalguía
¡Bienvenida Muerte! ¡La puerta está abierta!
Diego Fortunato en Madrid, con Don Quijote y Sancho Panza
 (atrás) pisándole los talones.