martes, 17 de agosto de 2010

EL DESCANSO


El pintor Diego Fortunato con su querida y hermosa hjia
Viviana en una tarde de espléndido sol en Milazzo (Sicilia).


El descanso (1996)
Pintor Diego Fortunato
Acrílico sobre tela 122 x 76,5 cm.
Serie: MUJERES DE PIEL DE SOMBRA

COLECCIÓN PRIVADA Famila Nocerino (Italia).



LA SOCIEDAD DE LOS POETAS LIBRES

A todos los soñadores que pincelan palabras.






En un mundo ignoto
de pensamientos vivía
una sociedad secreta tan hermética
que los fantasmas de las ideas
decidieron investigar su paradero.
Surcaron montañas de letras,
consonantes, pronombres y verbos.
Pasaron ríos plagados
de preposiciones, artículos y acentos.
Una avalancha de adjetivos
casi los tapia entre lanzas de diptongos
y las letales rimas mientras pasaban
un destartalado puente colgante
hecho de fibras de sujetos
y pretéritos imperfectos.
Sin aliento, llegaron a la cima.
Adheridos a una lustrosa pared de comas
pasaron sobre los resbaladizos
puntos suspensivos
y de pronto, ahí estaban,
frente al majestuoso
y señorial punto final
que estaba flanqueado
por dos rudos puntos y coma
que sostenían afiladas exclamaciones
y cuatro fuertes e insensibles dos puntos
que en su pecho terciaban
un enjambre de cartuchos de interrogantes.
Recobradas las fuerzas,
los fantasmas de las ideas,
tambaleantes, le preguntaron:
¿Qué tenemos que hacer
para tener el honor de ser miembros
de vuestra distinguida sociedad?...
¿Qué méritos alcanzar
y cuál la cuota que debemos pagar?
El privilegio es simple,
contestó el Rey de los puntos,
tanto que no se necesita mucho:
Es tomar amor, sueños y fantasía
y juntas lanzarlas en un bosque
repleto de pasión, ilusión y sentimientos.
Cuando comienza a oler a esperanza
se adereza con un poquito de dolor,
se le echa dos gramos de realidad
y cuatro cucharadas de imágenes surtidas
y dos hojas de llanto picante
cultivadas en el corazón.
Cuando la cocción
pasa de las horas del pensamiento
ha llegado el momento ideal
de ponerlo a enfriar
no sin antes darle otro toque de amor.




Después, sólo una palabra…
y detrás de ella otra cabalgando
sobre una más lejana y ésta corriendo
con alegría tras otra que busca la libertad.










domingo, 1 de agosto de 2010

Sobre las olas del tiempo


El pintor Diego Fortunato en San Giminiano, Italia. Al fondo el castillo-
fortaleza donde Nicolás Maquiavelo estuvo preso, tiempo que aprovechó
para gestar una revuelta y escribir parte de El Príncipe, su obra cumbre.



Sobre las olas del tiempo (2005)
Pintor Diego Fortunato
Tinta china sobre cartulina 21 x 29,7 cm.
Serie EL LENGUAJE DEL ZEN
(LA SERIE CONSTA DE 496 OBRAS).



QUISE

Encontré una margarita
en el cielo aquel día.
Estaba atrapada de una nube en un riel.
Quise salvarla con un beso
y abrazar sus pétalos con pinzas de amor.
Volé hacia ella. Cabalgué sobre corceles de sueños.
Remonté cabañas de viento. Crucé el tiempo.
La felicidad alargó su mano. Un ruiseñor
brindó su canto a la vida. La alegría renació aquel día.
Le di fuerte a las riendas. Casi pude tocarla
pero mientras más avanzaba la flor se alejaba.
Frágil es la dicha. Frágiles los sueños.
Quise salvarla con un beso…
Quise abrazar sus pétalos con pinzas de amor.
Lloró el sol aquel día… Lloró el alma mía…


miércoles, 28 de julio de 2010

EL FUGITIVO DE YAN TENG


El pintor Diego Fortunato durante un día lluvioso en Piazza
San Marcos (Venecia, Italia).

El fugitivo de Yan Teng (2005)
Pintor Diego Fortunato
Tinta china y acuarela sobre cartulina 21 x 29,7 cm.
Serie EL LENGUAJE DEL ZEN
(LA SERIE CONSTA DE 496 OBRAS).


En venta
Bs. 1.400
(Enmarcado en estilo inglés, con paspartú
y vidrio. Marco incluido. Ver muestra).
Telf. 0412 -556.4954
diegofortunato2002@yahoo.es


LA CULPA

Reía como un loco,
de felicidad y quimeras.
Estaba sólo,
recostado de un sueño,
y de pronto ante mis ojos
apareció una imagen incolora.
Sabía quién era, pero dudaba
en saludarla, porque, por su cara,
presentía que algo turbio se traía.
Apacigüé los sentidos y como hombre
vivido me dispuse a escuchar su pena.
Soy el juez, me dijo, y quiero oír
de tu boca y aliento lo que presiento.
No se a que has venido,
pero juro que en mi vida no hay delito
que deba confesar, objeté buscando alivio.
¡Si hay uno!, contestó altanero,
y aunque seas bien nacido,
debo endosar tú culpa en el camino.
¿Cuál culpa?, pregunté con inocencia…
¡La de haber vivido!,
imprecó con impertinencia.
Pensé por unos instantes
y enseguida respondí:
La culpa es amor marchito,
las mentiras y el engaño,
los hábitos malsanos y los años sufridos.
Enmudeció por instantes,
luego balbuceó y sin querer,
de su garganta brotó: ¡Soy el Rey!...
La Culpa es mi dominio y no habrá hombre
en la tierra que escape a mis designios…
¡Soy el Rey!, volvió a mascullar
con asco contagioso…
Dices palabras
que no concibo en mi vocabulario,
pronuncié resuelto.
Entonces... Si no me entiendes, diré:
La culpa es grande y poderosa,
tiene aliados impensados,
entre ellos jueces y religiosos,
psiquiatras, políticos, médicos y loqueros
y locos enteros que sirven a mis intereses.
Me conmoví tanto,
que mis emociones regresaron.
No pude pensar, tampoco dudé,
y con palabras arrebatadas de Dios, le dije:
“Donde nace la aurora
nace la esperanza y con ella la vida
y donde hay vida hay amor
y la culpa es sepulcro del perdón”.
Eran frases que había inventado por miedo.
Un ardid para evitar la culpa.
Una sonora carcajada
retumbó a mis espaldas.
¡La culpa!, escuché decir,
¡Nunca dejará de existir!
Dije, entonces: ¡Basta!...
¡Dios, condena mis pecados!
Se movió la tierra…
El hombre renació aquel día.
El olivo, la pez perdida,
los ángeles, la esperanza,
los santos, las vírgenes de toda mi vida,
las rosas, blancas y rojas,
y el canto de las perdices
volvieron a la vida
aquel día que naufragó el olvido.
No pude resistir
y en voz ahogada y firme grité:
¡Donde hay amor no hay temor sino vida!…
Después, años después,
cuando el tiempo
se perdió en la lejanía,
volví a mis encierros,
a mis locuras, a mis vidas vividas.
Quise saber qué pasó
en el tiempo después del entierro
de la locura total.
En fin, quería preguntar: Dé quién es la culpa:
¿Del hombre o del ser?…
¿De sus acciones o defectos?...
¿Hay cordura en la culpa?…
¿Cuál es el principio, cuál el fin?


jueves, 15 de julio de 2010

NO TODO PARECE LO QUE ES EN EL MUNDO IGNOTO DE LOS PRÍNCIPES DE LAS COSAS IRREALES


El pintor en Via Montenapoleone (Milán), frente
a la tienda donde compra "su gorda bella".


No todo parece lo que es en el mundo ignoto
de los príncipes de las cosas irreales (2005)
Pintor Diego Fortunato
Tinta china y acuarela sobre cartulina 21 x 29,7 cm.
Serie EL LENGUAJE DEL ZEN
(LA SERIE CONSTA DE 496 OBRAS).


En venta
Bs. 1.400

(Enmarcado en estilo inglés, con paspartú
y vidrio. Marco incluido. Ver muestra).
Telf. 0412 -556.4954

diegofortunato2002@yahoo.es
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ES LA VIDA

Soy esto… Sólo eso.
Un poeta, un soñador.
Un hombre simple que va por la vida
buscando paz, más que amor.
Un hombre que reclama un porqué…
El porqué que la vida arrebata
sin siquiera decir porqué.
¿Es la vida sueño,
como dijo Calderón de La Barca,
o apenas una ilusión?

¡Es la vida!... ¿Eso es la vida?

Siempre me pregunto,
¿qué es la vida cuando
siquiera hay un por qué?
Es paso… Lento y marchito,
para los que no cultivan la fe.
Es infierno, para los que no
quieren arriesgar parte de la piel.

¡Es la vida!… ¿La vida es eso?

¿Un enjambre de locura,
pleno de incomprensión
e intolerancia, donde la prepotencia
y la soberbia acaban con el alma pura?...

¡Es la vida!… ¿Eso es la vida?

¿Dónde fueron a emigrar los sueños,
dónde las flores de mi día?
¿Dónde están las venas
con su disfraz de carmín?

¡Es la vida!… ¿La vida es eso?

¿Dónde están los hombres puros,
los mártires de la justicia,
dónde la esperanza de un mejor día?
Nadie lo sabe… ¡Nadie la busca!

¡Es la vida!... ¿Eso es la vida?

¿Por qué los pobres, pobres son
si trabajan de noche y de día
dejando su alma en la patria mía?
Y los ricos, ¿por qué son ricos
si son tan iguales a los huérfanos
de mi tierra que paren en el alma tuya?

¡Es la vida!… ¿La vida es eso?

No hay siquiera un porqué.
¿Una respuesta?... ¡Quizás un no sé!
¡Es la vida!… El momento cruel,
la turbulencia, la felicidad,
las quimeras y las alegría…
El martirio, el sufrimiento
que salpica de niebla la fatalidad.
La tristeza se abraza al porqué,
y sus lágrimas a la dicha
en espera de un mejor amanecer.

Es la vida… ¡Esa es la vida!

¿Por qué vivir?.. ¿Por qué penar?...
Sin siquiera hay un porqué…
¿Dónde se escondió el por qué?
¿Qué velo lo turbó?... ¿Acaso murió?
¿Dónde están sus restos?...
¿Dónde la sepultura?... ¿Dónde?
Quiero escribir en su lapida
“Porqué te has ido sin siquiera
explicar el porqué de la vida…¿Por qué?”





sábado, 10 de julio de 2010

Mao-Teng, el de la eterna y apacible confusión

 Mao-Teng, el de la eterna y apacible confusión (2005)
Pintor Diego Fortunato
Tinta china y acuarela sobre cartulina 45 x 30 cm.
Serie EL LENGUAJE DEL ZEN


VOY

Voy a sembrar
un huerto lleno de estrellas
donde nazca la alegría.
Voy a rescatar
el amor sufrido
en el tiempo del olvido.

Voy a iluminar
el sol con flores de día
para borrar la noche fría.

Voy a buscar
los duendes de la vida
en las horas dormidas.

Voy a pintar
con mis ojos la paz
sepultada en el ocaso sombrío.

Voy a reír
entre las piedras y el madero
porque encontré al olivo perdido.

Voy a encender
mi alma herida. Ya no soy
el vagabundo de los tiempos idos.

Voy a besar
a los santos míos, a los cristales
caídos en la tierra calcinada.

Voy a cortejar
al milagro que me devolvió
de la nada. A la fe que me rescató
del naufragio. A la luz y al calor.
A la voz interior que escribió
una carta de amor en mi corazón.

domingo, 27 de junio de 2010

EL DUENDE DEL LAGO


El pintor Diego Fortunato y su princesita japonesa en Siena, Italia.









El duende del lago (2005)
Pintor: Diego Fortunato
Tinta china y acuarela sobre cartulina, 45 x30 cm.
Serie: EL LENGUAJE DEL ZEN
(LA SERIE CONSTA DE 496 OBRAS).



En venta
Bs. 1.400
(Enmarcado en estilo inglés,
 con paspartú y vidrio.
Marco incluido)
Telf. 0412 -556.4954
diegofortunato2002@yahoo.es


LA LOCA Y LA LUNA
Era como un poema
escrito en la mañana.
Piel tersa,
tez de porcelana.

Algunos decían
que estaba loca,
pero no tanto.

Sus ojos, brillo
de centellas,
iluminaban
y encendían el día.

Cada brizna
de su cabello
era flama de oro.

Sus labios,
carnosos
y voluptuosos,
preñaban el sentido.

Era ella, la única,
la del mimo,
la bienquerida.

Pero vino
la luna-luna
y encendió la llanura,
de copos y locura.

De aquella
imagen de mujer
venerada no quedó nada.

Fue la luna,
mágica e ignota,
que la volvió loca.

¡Ay luna-luna!,
qué le has hecho
a la hembra moruna,
porqué le robaste la cordura.

¡Ay luna-luna!,
¿Dónde te las has llevado
si aún no la he amado?

¡Ay luna-luna,
profanaste la cosecha,
pero los recuerdos
reposan en la primavera.

¡Ay, luna-luna!... ¡Ay!

Te llevaste a la loca mía!...
¡Ay, luna-luna... ¡Luna!




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martes, 22 de junio de 2010

DANZANDO HACIA LA PRIMAVERA


Diego Fortunato y su pequeño, querido y amado hijo Cristhian.

Danzando hacia la primavera (1983)
Pintor Diego Fortunato
Acrílico sobre cartulina 60 x 45 cm.
Colección Privada: SUCESIÓN PEDRO TINOCO
EL HUERTO FIEL

Paraíso de esperanza
es la mente que siempre
te mantiene latente.
Con ideas a flor,
como retoños que germinan
sin saber su destino.

Es la mente huerto fiel
de dichas y locuras
donde la única cordura
es sembrar flores
que nunca marchitarán.

De todos los colores,
pero teñida de ilusión,
es el huerto de la mente
donde cada día,
sin esperar el suspiro
de los sueños idos,
siembro flores
llenas de pasión, letras,
palabras idas, cuentos
postreros y poesías
que plenan el alma mía.





OLOR SILVESTRE

Con el rocío
de la mañana
o cuando una lluvia
tierna acaricia
la pradera
el húmedo olor
de la vida silvestre
inunda el alma mía.

Es perfume
de ángeles
que mana del paraíso
para ungir al mundo
con su savia divina.

Árboles y arbustos,
flores y hierbas
y hasta las más pequeñas
de las azucenas
elevan su mirada
al altísimo bendiciendo
el regalo del cielo.


Sólo se transpira paz,
tan silenciosa,
que los acordes
de su armonía
con sutil delirio
te atrapa en canto
eterno y suave
en regocijo bendito.

jueves, 10 de junio de 2010

El shogún de las tierras vestidas de otoño


El pintor Diego Fortunato en Piazza della Signoria, en Florencia.
Atrás puede verse el David (1504) de Miguel Ángel. Es una réplica
que ha sido "atacada" en más de una oportunidad por malandrines
italianos. Al lado, el pintor con la estauta del general Aternum, uno
de sus antepasados marrocinos, como se llamaban las primeras tribus
indoeuropeas que se asentaron en la región de Abruzzo (Italia). En
aquella época, 311 a.C., tanto la ciudad de Pescara (donde nació el
pintor) así como el río que lo atraviesa, se conocía con el nombre
de Aternum y Abruzzo como ager Marrucinus. Al pasar del tiempo
y gracias a las conquistas romanas, tomó el nombre definitivo de
Pescara, tal como se le conoce hoy en día a esa hermosa y paradisíaca
ciudad playera del adriático.



El shogún de las tierras vestidas de otoño (2005)
Pintor Diego Fortunato
Tinta china y acrílico sobre tela 21 x 29,7 cm.
(Con marco estilo inglés y paspartú 55 x 46 cm.)
Serie EL LENGUAJE DEL ZEN

En venta
Bs. 1.400
(Marco incluido)
Telf. 0412 -556.4954
diegofortunato2002@yahoo.es

LADRÓN DE RECUERDOS

Busco sobre
las estepas del gris,
en las redondeces
de la memoria,
sobre las sombras
de las horas idas
y encuentro
el vacío de la nada
que me sonríe
como niña sorprendida.

Giro los ojos del pasado
hacia las profundidades
y un oscuro camino
que por instantes se ilumina,
indica el paso,
corto y escarpado,
hacia el ayer.

No hay rosas ni violetas
menos cosas benditas.
Ramas de terciopelo
o faroles de agua dulce.
Tampoco polvo,
lluvia o tormentas…
Pero es la vía.

Llego al final del sendero
agotado, pero sereno.
En el rincón más oscuro
encuentro un cofre,
que en una época fue reluciente,
con su boca abierta,
como pidiendo clemencia.
A pasos lentos me acerco.
No hizo falta más,
sólo dos pisadas.
Todo olía a estiércol.
Un caballero andante,
quizás un gitano,
un pirata o un fantasma
montado en un corcel
vestido de rabia
se había robado mis recuerdos,
mi historia,
la que creía no valía nada.
Ahora sólo soy el presente.
No hay pasado,
sólo un futuro incierto
que algún día
pertenecerá a los recuerdos.

martes, 25 de mayo de 2010

EL CAMUFLAJE DE LA VERDAD


Diego Fortunato, en Il Ponte Di Mezzo, Pisa (Italia) 2005.
A sus espaldas, a la izquiera, está Lungarno Mediceo y la
Galeria Centro Di Arte Moderna, donde expuso sus "chinitos",
como cariñosamente llama a la serie El lenguaje del Zen,
compuesta por más de 300 obras en diferentes formatos.

El camuflaje de la verdad 2005)
Pintor. Diego Fortunato
Tinta china y acuarela sobre cartulina 29,7 x 21 cm.
(Con marco estilo inglés y paspartú 55 x 46 cm.)
Serie: EL LENGUAJE DEL ZEN


EN VENTA
Bs. 1.400
(El marco va incluido)
Telf.: (0058) 0412 -556.4954



VOY
Voy a sembrar
un huerto lleno de estrellas
donde nazca la alegría.

Voy a rescatar
el amor sufrido
en el tiempo del olvido.

Voy a iluminar
el sol con flores de día
para borrar la noche fría.

Voy a buscar
los duendes de la vida
en las horas dormidas.

Voy a pintar
con mis ojos la paz
sepultada en el ocaso sombrío.

Voy a reír
entre las piedras y el madero
porque encontré al olivo perdido.

Voy a encender
mi alma herida. Ya no soy
el vagabundo de los tiempos idos.

Voy a besar
a los santos míos, a los cristales
caídos en la tierra calcinada.

Voy a cortejar
al milagro que me devolvió
de la nada. A la fe que me rescató
del naufragio. A la luz y al calor.
A la voz interior que escribió
una carta de amor en mi corazón.

 

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jueves, 20 de mayo de 2010

CHUAN-LI, EL DE LA CIUDAD PERDIDA DE OCCIDENTE


Diego Fortunato, más feliz que ayer
y menos que mañana. Al fondo, uno
de sus cuadros.

Chuan-Li, el de la ciudad perdida de occidente (2005)
Pintor: Diego Fortunato
Tinta china y acrílico sobre cartulina, 21 x 29.7 cm.
Serie: EL LENGUAJE DEL ZEN


En VENTA
Bs. 1.400


EL OLVIDO

Caminar sobre el olvido
es pisotear los recuerdos.
Manchar las cenizas
en la vereda añorada del pasado.

Es cargar las penas
y castigarlas sobre las heridas de abril.
Alejarlas del espejo,
del reloj de arena que araña
el tiempo con acordes de duelo.

La flauta escucha el sollozo.
Las manos…, el papel sin voz,
los retratos antiguos y los lienzos
que pincelaste en la mente
desertan del pozo del delirio.

El olvido es como
un ángel amigo. Te persigue
y cuida para que no lo eches
en el tintero callado,
en los viejos muros,
en las colinas secretas,
en los abismos de estrellas de plata
ni en el látigo calcinado.

martes, 18 de mayo de 2010

AMBICIOSA SOLEDAD




Ambiciosa soledad (1996)
Pintor Diego Fortunato
Acrílico sobre tela 150 x 100 cm.
Serie Horizontes Perdidos
(Perdido en combate)


CADENA


Agua y miel.
Horas… ¡Horas!...
Sufrimiento–libertad…
Avalancha de piedad… ¡Sombras!
Sólo el murmullo del pensamiento.

Día y noche.
Horas… ¡Horas!...
Despedida y oscuridad… ¡Lucha!
La boda del mal se ha consumado.

Llamas marchitas… ¡Ahogo del alma!
¡Desátame vida!... ¡Rompe las cadenas
de humo!... ¡Desátame vida!




Diego Fortunato, pintor, poeta, ensayista,
novelista, escultor, periodista, soñador,
jodedor irreverente e incurable, idealista,
imbécil que se ha casado y divorciado tres veces,
novio de la madrina, refugiado internacional
y ciudadano del mundo y, por sobre todo,
muy feliz. Eso es ¡por ahora!, como dijo un tenebroso
comandante por ahí y ya lleva trece
años en el poder.

jueves, 13 de mayo de 2010

CONSTANTINO EN LOS BAÑOS DE DIOCLECIANO


El pintor Diego Fortunato
y su hija Daniela en Milán.


Constantino en los baños de Diocleciano (1989)
Pintor: Diego Fortunato

Acrílico sobre tela 60 x 90 cm.



VENTA


Lo recaudado irá a beneficio de la
FUNDACIÓN NIÑOS ARTISTAS DISCAPACITADOS



HÉROE

En el cielo,
allá donde las nubes
esconden a los ángeles
tiene su casa mi héroe.

Dicen que usa barba,
tan blanca como la vida
y tan larga como la eternidad.

Su bondad es tan inmensa
como la luz y su paz
tan grande como el silencio.

Creó ríos y montañas,
peces y alimañas y le dio
vida al hombre que todo lo daña.

Escribió un libro,
de diez palabras solamente,
pero la gente las viola alegremente.

Mandó a su hijo
a enseñar a los míos
pero lo guindaron de un crucifijo.

Todos le piden
fortuna y laurel para luego
gastarlo en el gran burdel.

Los muertos creen
que más allá de los gusanos
hay un huerto sano llamado Edén.

Quizás todo sea cuento
pero yo no me lamento
de tener en mí casa
un héroe en el firmamento.

viernes, 30 de abril de 2010

BOTERO Y YO


Diego Fortunato, pintor,
escritor, poeta, periodista,
escultor, ensayista, jodedor
irreverente e incurable
y ciudadano del mundo.


Botero y yo (1998)
Acrílico sobre cartón 66 x 48 cm.
Pintor: Diego Fortunato
Colección Privada

EL HUERTO FIEL

Paraíso de esperanza
es la mente que siempre
te mantiene latente.
Con ideas a flor,
como retoños que germinan
sin saber su destino.

Es la mente huerto fiel
de dichas y locuras
donde la única cordura
es sembrar flores
que nunca marchitarán.

De todos los colores,
pero teñida de ilusión,
es el huerto de la mente
donde cada día,
sin esperar el suspiro
de los sueños idos,
siembro flores
llenas de pasión, letras,
palabras idas, cuentos
postreros y poesías
que plenan el alma mía.

martes, 9 de marzo de 2010

Xue Minjun, el poeta de las palabras de viento


El pintor Diego Fortunato con sus hijas Deborah y Daniela en Tindari
(Sicilia, Italia), con el Santuario de la Virgen Negra a sus espaldas.



Xue Minjun, el poeta de las palabras de viento (2005)
Pintor: Diego Fortunato
Tinta china y acualrtes sobre cartulona, 35 x 45 cm.
Serie: EL LENGUAJE DEL ZEN

VENTA
Lo recaudado irá a beneficio de la
FUNDACIÓN NIÑOS ARTISTAS DISCAPACITADOS


LA IDA

Te he olvidado en la locura
del camino muerto, en la verde
máscara de la piel de otoño.
He concluido que nada vale nada,
siquiera la vida o la muerte.
Nada importa ni nada tiene sentido
en la jungla del tormento.
Los vicios, el amor y la felicidad
naufragan en calles de sal sin sonido.
Sólo el eco de la mente navega
en el prado alucinado de los pensamientos.
Respiro en el abismo de la angustia
mientras huyo de la cárcel transparente
de las ideas y el arrepentimiento.
Dibujo en el gris del viento
el regreso a la quietud con el coraje
de un guerrero de los espacios infinitos.
El suspiro de la agonía susurra
su melodía de tristeza.
Ha llegado el sosiego, tibio, con color
de paz tallado en su rostro.
Ninguna resistencia,
siquiera el asombro pincela de miedo la ida.

Lai-Chin, la de la pequeña delicadeza


Lai-Chin, la de la pequeña delicadeza (2005)
Pintor: Diego Fortunato
Serie: EL LENGUAJE DEL ZEN
Tinta china sobre cartulina 14,7 x 21 cm.

HÉROE

En el cielo,
allá donde las nubes
esconden a los ángeles
tiene su casa mi héroe.

Dicen que usa barba,
tan blanca como la vida
y tan larga como la eternidad.

Su bondad es tan inmensa
como la luz y su paz
tan grande como el silencio.

Creó ríos y montañas,
peces y alimañas y le dio
vida al hombre que todo lo daña.

Escribió un libro,
de diez palabras solamente,
pero la gente las viola alegremente.

Mandó a su hijo
a enseñar a los míos
pero lo guindaron de un crucifijo.

Todos le piden
fortuna y laurel para luego
gastarlo en el gran burdel.

Los muertos creen
que más allá de los gusanos
hay un huerto sano llamado Edén.

Quizás todo sea cuento
pero yo no me lamento
de tener en mí casa
un héroe en el firmamento.

martes, 23 de febrero de 2010

ALGUIEN NOS ESPERA


El pintor Diego Fortunato con su pequeño angelito
Cristhian Fortunato en las afueras del auditorium
de su colegio después que hizo una magistral interrprteación
con el clarinete, el cual domina a la perfección.


Alguien nos espera (1991)
Pintor Diego Fortunato
Acrílico sobre tela 90 x 60 cm.
Serie: HORIZONTES PERDIDOS
Colección Privada Nina Kors.

OLOR SILVESTRE

Con el rocío
de la mañana
o cuando una lluvia
tierna acaricia
la pradera
el húmedo olor
de la vida silvestre
inunda el alma mía.

Es perfume
de ángeles
que mana del paraíso
para ungir al mundo
con su savia divina.

Árboles y arbustos,
flores y hierbas
y hasta las más pequeñas
de las azucenas
elevan su mirada
al altísimo bendiciendo
el regalo del cielo.


Sólo se transpira paz,
tan silenciosa,
que los acordes
de su armonía
con sutil delirio
te atrapa en canto
eterno y suave
en regocijo bendito
.

sábado, 13 de febrero de 2010

EL FABRICANTE DE SUEÑOS


Diego Fortunato con su pequeño y querido hijo Cristhian
después de un acto en su colegio (Diciembre, 2008).

El fabricante de sueños (1997)
Pintor: Diego Fortunato
Acrílico sobre cartón 66 x 48 cm
Colección Privada familia De Falco


NECESITABA LLORAR

¡Ay amarga pena!
Necesitaba llorar recostado
de la perla espuma.

Necesitaba desahogar
el cristal que transparenta mi alma.
¡Ay amarga pena!

Las plumas del alba
cantan en remolino
sobre la imagen del viento.
¡Ay amarga pena!

Quería pellizcar las veredas
que tejen la aurora.
Quería surcar en las calaveras
y en los claveles de la pradera.
¡Ay amarga pena!
¡Ay gota borrosa
que inundas de lágrimas las venas!

Los ojos se llenan
de dulce primavera.
Todo embriaga
con su locura la mar sin frontera.
¡Ay amarga pena!
¡Ay canto, ay guitarra
que despiertas las penas!

¡Ay estatua de agua

que cincelas el aire blando!
Necesitaba llorar recostado
de la perla espuma.
¡Ay amarga pena!



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miércoles, 3 de febrero de 2010

POSICIÓN N° 11


Diego Fortunato, pintor, poeta, ensayista, novelista,
jodedor irreverente y pensador universal en la terraza
del Grand Hotel Timeo, en Taormina, Sicilia. (Mayo del 2009).

Posición N° 11 (1982)
Pintor Diego Fortunato
Marcador sobre cartulina 66 x 48 cm.
Serie: GARABATISMOS

Colección Privada

SAN VIRTUOSO Y EL ESCAPULARIO DEL TÍO BENITO

No recuerdo muy bien como fue…
Pero de qué sucedió ¡sucedió!
Aunque ya esté muy viejo
para contar historias largas
mi memoria testifica
que en el pueblo de Santa Esperanza
existía un curita, muy joven él,
que de la Biblia hacía un escapulario.
Unos les decían bobo santurrón.
Eso era lo de menos, lo más suave,
porque cuando pasaba
frente al botiquín de Benito, el leguleyo,
porque decían que había estudiado leyes,
los mozos que estaban repletos de ron
le gritaban cada cuestión,
que el pobre cura se ponía tan marrón
como su sotana y de un sólo tirón
corría a esconderse tras el púlpito de la iglesia,
que quedaba en la esquina Del Porrón.

La historia no podría ser tal,
si al bendito cura, que se llamaba Virtuoso,
Virtuoso Cañas, para ser más preciso,
algunas viejitas lo habían bautizado,
a fin de que les reivindicase
sus pecados juveniles, como San Virtuoso.
El pobre cura, que de provinciano tenía
hasta los lamentos y de santo ni la coronilla,
comenzó a aprovecharse de su pregonada santidad.
Fue así como Cándida, bella mujer y casta
hembra deseada por todos los pobladores,
llegó a las manos y la codicia del sacerdote,
quien no era puro ni menos virtuoso.
Seducido por los encantos de aquella morena
de espectacular figura, caderas anchas,
pechos de gallo en flor y nalgas de rumbera,
Virtuoso, cada vez que ella se presentaba
ante el confesionario, le ponía a la bella
joven una sola penitencia,
aunque ella nada malo había hecho.
Y el cura le decía: “Si quieres el perdón
divino, con un hombre divino debes
estar”, confundiendo a la párvula mujer,
quien en su ignorancia nada entendía.
Fueron pasando los días, las semanas
y los meses y el curita insistía,
pero nada sucedía con la guapa doncella.

Todos, en la población, seguían
haciendo mofa del curita feo y desgarbado,
hasta que un día Benito enfermó.
Sería de tanta rumba y alcohol,
nadie lo sabe, pero lo que si es cierto
es que era tío y padrino de bautizo
de la hermosa Cándida,
a la que siempre protegía
del contacto de rufianes pueblerinos.
Su malestar fue tan grave,
que temiéndose lo peor, llamaron
al cura Virtuoso
para que le diese la extremaunción.
Éste corrió presuroso, no sólo
con la intención de darle los santo
óleos, sino para estar cerca de Cándida,
a quien en secreto amaba y ansiaba.
Al llegar, todos estaban presentes.
Sólo faltó el Jefe Civil quien,
dijeron, estaba tras unos cuatreros.
Sin embargo otros aseguraron
que estaba pasando la mona
tendido en una destejida hamaca
detrás del negocio del moribundo Benito.
Todos reían, porque, decían,
que zancudos y otras chiripas
morían al instante después de picarlo
ya que el regordete hombre de la policía
estaba tan repleto de alcohol
que las pobres alimañas
no resistían tal intoxicación.

Volviendo al caso, les voy a contar,
y es palabra de viejo
y eso tiene respeto y dignidad,
porque yo no cuento estupideces
y menos cosas con maldad.
Pasó la noche en que Benito
agonizaba cuando el cura Virtuoso,
después de ungirlo para el último adiós,
le puso un escapulario al cuello
y entre labios le rezó una oración.
Yo lo vi. Con estos ojitos, que ustedes ven.
Me pareció que era de la Virgen María,
otros dicen que tenía prendida una foto
de Cándida aparentando a la santa mía.
La historia es que el consagrado
escapulario desapareció el mismo día
que el tío Benito al fin murió,
al parecer de cirrosis aguda
y no por estar seis horas con una puta.

La cosa en el pueblo siguió igual.
Trabajo de día y borrachera en la noche.
Y las viejas en sus casas rezando el rosario
y los viejos maridos roncando la caña.
Sólo una cosa había cambiado:
Cándida acariciaba con tal devoción
el escapulario que Virtuoso había prendado
de su tío Benito antes de la fatal defunción
que hizo sospechar a niños, ancianos
y a casi todos los parroquianos,
que la mujer se había desequilibrado.
La llevaron ante el matasanos,
quien le recetó una poción de valeriana.
Pero nada pasó. Luego la llevaron
con el brujo Juliano, quien le leyó la mano
y como remedio le mandó unos baños
de canela y hierbas con olor a gusanos.
Pero nada sucedió y por tal motivo
como último recurso la llevaron
ante el llamado San Virtuoso
para que le curase ese mal tortuoso.
El cura la miró tan fijamente
que muchos creyeron que estaba demente.
Ella se hizo la desentendida.
El escapulario contenía
y ella lo sabía, una foto escondida
tras la figura de la Virgen María.
Era la del curita, que de bobalicón,
no tenía un ápice, ya que en la misma
aparecía tan desnudo como el día
en que nació en la hacienda de Don Simón.
Estaba tan bien dotado
que tenía atontada a la casta jovencita
hasta el punto que ya poco dormía
y había perdido hasta el apetito.
En un gesto ella hizo girar entre sus dedos,
y en forma circular, la imagen sagrada
que estaba cosida a una cadenita
de fino oro de dieciocho quilates,
he invitó al cura para que la amase.
Todo fue bendito, dicen algunos.
Otros furia de dioses, ya que durante tres días
nadie más supo del curita ni de la Cándida
mujercita. La iglesia permaneció cerrada
y las campanas sin decir nada.
En verdad no sé si eso fue felicidad,
lo cierto es que antes de los nueve meses
nació un niño robusto y fuerte,
a quien mucho llamaron sin pecado concebido
porque gracias a la religión nació
aquel varón que alegró la vida del santurrón.

martes, 26 de enero de 2010

El samurai de la mirada de vidrio


Diego Fortunato, pintor, poeta, ensayista, novelista, jodedor irreverente
y pensador universal, en las ruinas greco-romanas de Tindari (Sicilia) uno
de los escenarios de su próxima novela La Ventana de Agua (El Papiro III),
en proceso de redacción. Al fondo, entre la bruma, el incógnito mar Tirreno,
escenario de múltiples batallas, en cuyos abismos marinos moran
ancestrales secretos de la cristiandad.


El samurai de la mirada de vidrio (2005)
Pintor: Diego Fortunato
Tinta china y acrílico sobre cartulina 21 x 29,7 cm.
Serie: EL LENGUAJE DEL ZEN



PISADAS



Un paso,
después otro
y, después,
lentamente
el silencio.
¿Y ahora, qué?
Otro paso,
uno más fuerte,
uno que habla,
uno que calla.
Viene el otro,
siento sus pisadas,
corre y calla,
busca la vida,
pero están las murallas.
El último paso
se queja y maldice,
no hay vida intermedia,
ni historias de hadas
sino un abrazo
a la suerte vacía.

NUNCA MÁS UNA GOTA DE LLANTO INUNDARÁ EL VALLE DE MI ALMA TRISTE


Diego Fortunato, pintor, poeta, ensayista, novelista,
jodedor irreverente y pensador universal, de gladiador,
esperando su turno, en el coliseo romano.


Nunca más una gota de llanto
inundará el valle de mi alma triste (2005)
Pintor: Diego Fortunato
Tinta china y acrílico sobre cartulina 30 x 25 cm.
Serie: EL LENGUAJE DEL ZEN



A LA VENTA


Los recaudado irá a beneficio de la
FUNDACIÓN NIÑOS ARTISTAS DISCAPACITADOS




LADRÓN DE RECUERDOS


Busco sobre
las estepas del gris,
en las redondeces
de la memoria,
sobre las sombras
de las horas idas
y encuentro
el vacío de la nada
que me sonríe
como niña sorprendida.

Giro los ojos del pasado
hacia las profundidades
y un oscuro camino
que por instantes se ilumina,
indica el paso,
corto y escarpado,
hacia el ayer.

No hay rosas ni violetas
menos cosas benditas.
Ramas de terciopelo
o faroles de agua dulce.
Tampoco polvo,
lluvia o tormentas…
Pero es la vía.

Llego al final del sendero
agotado, pero sereno.
En el rincón más oscuro
encuentro un cofre,
que en una época fue reluciente,
con su boca abierta,
como pidiendo clemencia.
A pasos lentos me acerco.
No hizo falta más,
sólo dos pisadas.
Todo olía a estiércol.
Un caballero andante,
quizás un gitano,
un pirata o un fantasma
montado en un corcel
vestido de rabia
se había robado mis recuerdos,
mi historia,
la que creía no valía nada.
Ahora sólo soy el presente.
No hay pasado,
sólo un futuro incierto
que algún día
pertenecerá a los recuerdos.