CARICIAS AL TIEMPO




LA SOCIEDAD DE LOS POETAS LIBRES
         A todos los soñadores que pincelan palabras.


En un mundo ignoto
de pensamientos vivía
una sociedad secreta tan hermética
que los fantasmas de las ideas
decidieron investigar su paradero.
Surcaron montañas de letras,
consonantes, pronombres y verbos.
Remontaron ríos plagados
de preposiciones, artículos y acentos.
Una avalancha de adjetivos
casi los tapia entre lanzas de diptongos
y las letales rimas mientras pasaban
un destartalado puente colgante
hecho de fibras de sujetos
y pretéritos imperfectos.
Sin aliento, llegaron a la cima.
Adheridos a una lustrosa pared de comas
pasaron sobre los resbaladizos
puntos suspensivos
y de pronto, allí estaban,
frente al majestuoso
y señorial punto final
flanqueado por dos rudos
puntos y coma
que terciaban en sus pechos
un enjambre de cartuchos
de interrogantes
y en las manos asían
cuatro fuertes e insensibles dos puntos.
Recobradas las fuerzas,
tambaleantes
los fantasmas de las ideas
le preguntaron:
¿Qué debemos hacer
para tener el honor
de ser miembros
de vuestra distinguida sociedad?...
¿Qué méritos alcanzar
y cuál la cuota a pagar?
El privilegio es simple,
contestó el Rey de los puntos,
tanto que no se necesita mucho:
Es tomar amor, sueños y fantasía
y juntas lanzarlas en un bosque
repleto de pasión, ilusión y sentimientos.
Cuando comienza a oler a esperanza
se adereza con un poquito de dolor,
se le echa dos gramos de realidad
y cuatro cucharadas de imágenes
surtidas en sublime amor
y dos hojas de llanto picante
cultivadas en el corazón.
Cuando la cocción
pasa de las horas del pensamiento
ha llegado el momento ideal
de ponerlo a enfriar
no sin antes darle otro toque
del más puro amor.

Después, sólo una palabra…
y detrás de ella otra cabalgando
sobre una más lejana y ésta corriendo
con alegría tras otra que busca la libertad.


VOY


Voy a sembrar
un huerto lleno de estrellas
donde nazca la alegría.

Voy a rescatar
el amor sufrido
en el tiempo del olvido.

Voy a iluminar
el sol con flores de día
para borrar la noche fría.

Voy a buscar
los duendes de la vida
en las horas dormidas.

Voy a pintar
con mis ojos la paz
sepultada en el ocaso sombrío.

Voy a reír
entre las piedras y el madero
porque encontré al olivo perdido.

Voy a encender
mi alma herida. Ya no soy
el vagabundo de los tiempos idos.

Voy a besar
a los santos míos, a los cristales
caídos en la tierra calcinada.

Voy a cortejar
al milagro que me devolvió
de la nada. A la fe que me rescató
del naufragio. A la luz y al calor.
A la voz interior que escribió

una carta de amor en mi corazón.


LA GOLONDRINA ESCAPADA DEL HORIZONTE


Mis ojos bohemios
surcaban el horizonte
desdibujado de luz y olvido
cuando de pronto
vi a una golondrina
que parecía perdida
regresar con canto
de vida al nido.

A su paso un perfume
de dulce esperanza
inundó mi pincel
que sobre el lienzo
vestido de azul pastel
tiñó esbozos de madreperla
con latido dulce y fiel.

Dócil y placentero
el día se fue acurrucando
en los brazos de la noche
porque había nacido
una golondrina
con alas de poesía.

Desde su pequeño nido,
construido de blanco lino,
en vigilia permanente
de paz y amor bendito
orgullosa señala
el sendero de la felicidad
y quimeras soñadas
por mi hija adorada.

La última vez que la vi
surcaba llena de dicha
mares y océanos bravíos,
montes, colinas y ríos
para volver a los brazos
de la libertad concedida.

Ahora está lejos, muy lejos,
pero tan cerca de mi corazón
que en un soplo puedo tocarla.


EN EL PRADO DE LOS LIRIOS SALVAJES


Una tarde,
cuando los bostezos
se teñían de laurel,
comencé a pintar
un cuadro al desdén.
Ah, por si no lo sabían,
además de poeta,
título que me he ganado
pincelando palabras
durante una existencia,
también soy pintor
y, por supuesto,
un poco o bastante
loco, dependiendo del cristal
o de la enardecida envidia
con la que se me mire.

Pues sí, desfloré
casi sin querer aquel lienzo
inmaculado, blanco,
virgen de pureza total,
y sobre el comencé
a depositar mis sueños.

Una pincelada,
después otra.
El verde, el rojo rubí
y el grácil violeta
comenzaron a danzar
y fundirse en arcoíris
de placer y sentimiento.

Mis ojos brillaron
con sublime agrado
y los pinceles siguieron
la ruta de los dioses
creando un mundo
hasta entonces desconocido
por mis sentidos.

Y así, poco a poco,
todo fue tomando forma
hasta que de su centro
sereno emergió una bailarina,
de esas que yo
había imaginado infinitas.

Seguí con mi pincel en alto,
pero ahora escribiendo
una poesía sobre aquel lienzo
que hablaba de vida.

Como venida de lo eterno
saltó del infinito una bella
y delicada ninfa vestida
de verde prado con corpiño
de filigranas de negro azabache
y destellos de rojo amor.

Quise penetrar la tela
y tomarla entre mis brazos.
No me atreví… ¡Jamás lo haría!
Sería un sacrilegio de pintor
y poeta que jamás me perdonaría.

Ella seguirá virgen,
pero sola, presidiendo
un cuadro pincelado
con los colores del sentimiento
que algún día será famoso
y que al capricho del viento titulé
“En el prado de los lirios salvajes”.

Son cosas del amor, de los sentimientos.


POR QUÉ LLORAN LAS MARIPOSAS


Tirado en la ribera de la nada
pensaba en el atardecer
de la primavera, en los bosques
callados y siempre vivos
de la sabiduría silenciosa.

Escuchaba el riachuelo
de mi alma descorrer
hacia el eterno
soplo del viento.

Miraba embelesado
a los pájaros cantores
de fantasías y quimeras
que cabalgan en los sueños.

Miraba al mundo
girar en torno mío
pero no entendía
sus movimientos
ni el porqué de la vida.

Todo fluye. Nada es eterno.
Hasta la muerte es temporal,
como temporales son
las ideas y las ilusiones.

Me vi tirado
sobre una alfombra
de hierba viva
adornada por flores
de tantos colores
que el mismísimo arco iris
las hubiese envidiado
si ese vil defecto
albergase su juego golondrino.

Estaba tan feliz
que hasta la dicha
susurraba su alegría
en el eco de la montaña.

De pronto vi una,
después otra,
más adelante a millones
de hermosas mariposas
de múltiples colores, formas
y maneras de danzar al viento.

Una muy pequeña,
de tiernas y agraciadas
alas color azul cobalto
ribeteadas de perfumado
listón blanco, dejaba
descorrer una lágrima
por su inocente mejilla.

No pude permanecer más tiempo
tendido en la hierba viva.
Me incorporé, fui hacia
ella y curioso le pregunté:
¿por qué lloras mariposa?

Levantó su rostro
y con la lágrima
aún rodando hacia
la inmensidad intangible,
me dijo: Por el mundo…
Por ustedes…
¿Y por qué?, la interrumpí
en su sollozo interior sin
dejarla concluir.
Porque navegan hacia el fin
y siquiera se han dado cuenta.

Me recosté junto a ella
y puse a pensar a su lado
mientras una gran lágrima
también rodaba por mi rostro.


SUEÑOS ROTOS


Como fantasmas
los veo deambular
desde mi ventana
todas las mañanas.

Unos corren altivos
con la esperanza
teñida de ilusión
dibujada en sus rostros.
Otros cabizbajos
y pensativos.
Otros tan
apesadumbrados
que parecen
cargar un mundo
de penurias
en sus hombros.
Unos van tristes,
otros preocupados.
Algunos van
desvariando,
otros cantando.
Los hay
de los que van
riendo,
otros llorando.
Se ven
rostros opacos,
otros brillantes.
Los hay
con energía
y también
sin fuerzas.
Los hay
con cara
de hambre
y los hay
satisfechos.
Pero todos corren…

Los más jóvenes
llevan un cántaro
de sueños
y alegría
en sus mochilas.
Caminan tan
apresurados
que semejan
pájaros volar tras
sus fantasías
sin saber
que muchos
nunca alcanzarán
el nido.
La vida
no está hecha
de quimeras
sino de realidades.
Pero corren…
Corren mucho.
Unos a pasos cortos
otros en largas zancadas.
Algunos parecen
liebres perdidas
en el prado de la vida.
Otras marionetas
zigzagueantes.
Unos van
al norte.
Otros al sur.
Algunos al este
y también
los hay rumbo
al oeste.

Corren… Todos corren…
Algunas mujeres
marchan al redoble
de sus tacones.
Otras en el silencio mudo
de sus zapatos de goma.
Pero todos corren… Corren.
Hasta los niños
que van al colegio
corren de la mano
de sus madres.
Y los más bebés
también corren
en sus coches
y calesitas empujadas
por sus progenitores,
quienes también corren
mientras los trasladan
por la vía de la existencia
porque ellos también
algún día correrán.
No es el preludio
del fin del mundo
ni el Edén encontrado,
pero todos corren.

¿Dónde van?...
¿Quién llegará primero?
¿Quién lo logrará?
Es la carrera por la vida…
Por los sueños rotos.

Parecen hormigas…
Abejas tras un panal,
sin saber que la vida
es efímera tal soplo
y los sueños inmortales.

Los veo
desde mi ventana
y me angustio.
Corren en días
lluviosos
o cuando
hay bruma.
Corren
con el sol
ardiendo
a sus espaldas.
Corren… Corren
tras un autobús
y en las paradas
se empujan
y atropellan
como mulas.
Corren en el metro
donde semejan
robots perturbados
y desencajados.
Corren en las avenidas
sin saber dónde pisan.
Corren como desquiciados
en las autopistas
convertidas en paraíso
de maniáticos chiflados.
Corren en los ascensores.
Arriba y abajo… Abajo y arriba.
Y otra vez arriba
para después volver a bajar.
Parecen nunca cansarse…
Arriba y abajo… Abajo y arriba.
Solo por dinero,
un mendrugo de pan
y una cama
vacía de realidad.
Corren por las escaleras…
Corren por las cuestas
empinadas
y sinuosas bajadas.
Siempre corren
Como si correr
fuese vivir.
Pocos son
los que corren
tras la misericordia…
Tras el amor
divino teñido
de esperanza.

Todos corren… Corren
Unos más aprisa.
Otros más despacio,
pero corren y corren
sin saber
que los caminos
del espacio-tiempo
conducen siempre
a la tierra donde
los sueños duran
toda una eternidad.

Hace tiempo
dejé de correr.
Ahora que corra
el viento tras de mí.
Ya no soy hombre,
ni sueño, ni mortal
o inmortal,
sino un viajero
que mira
la inmensidad
desde la paz
de su ventana.




Seducido por la misteriosa
belleza y perfume
inmaculado de las rosas,
tomé paleta y pincel,
esparcí con desenfado
unos colores sobre la tela
y comencé a soñar despierto.

Son tan delicadas…
Tan hermosas…
No importa sin son blancas,
rosas, rojas o color marfil,
que de sólo verlas siento
presenciar el nacimiento
de un hermoso querubín
con suaves mejillas
moteadas de carmín.

En armoniosa melodía
el pincel de la imaginación
me llevó a penetrar su nido
lleno de enigmas y fantasías.
Sentí su corazón latir cerca de mí.
Era como observar juntos
todos los sueños y quimeras
de la humanidad
en un verso de paz y amor
con matices de eternidad.

De la paleta pronto
explotó un color de vida
que inundó el lienzo
en sublime sinfonía.
Luego vino el blanco
y los espirales de verde tallo
con sus raíces amarillentas
maceradas en el tiempo.
Después de algunas
pinceladas al desdén
de su centro emergió
la graciosa bailarina
con alma de rosa
que mi imaginación
había soñado.

¡Al fin la terminé!…
Está ahí, despierta, viva,
mirando sorprendida
el mundo que le di.
Está sola, atrapada
en el frágil lienzo
que ahora es su hogar
y prisión en la inmensidad.

¡Oh, locura!... ¡Por qué lo hice!
¿Por qué la condené
a la demencia
de la vida terrenal?...
Me arrepiento… ¡Lo juro!
Esperaré callado mi castigo
por tan cruel desatino
y sacrilegio divino.


LA ENFERMEDAD Y EL CUERPO


Cuenta la leyenda
que en una noche de luna llena,
en el preciso instante que la oscuridad
estrechaba sus manos con el día
en un bosque que pincelaba
de gris el horizonte de la eternidad,
aconteció la boda.
Dos hadas se juntaron.
Una se llamaba
Cría y la otra Porfía.
Una era buena, la primera,
y la segunda malévola y dañina.
No sé qué rayos
partieron al universo,
pero aquella unión
de pronto se volvió incierta.
Fue tanto el dolor infringido,
que se batieron en largo duelo.
Las dos eran heroínas
y titanes de las fábulas
del Olimpo de la fantasía.
Al ver lucha tan estéril y banal,
el Dios de la Bondad las separó
de las alturas para enviarlas
a la locura terrenal.
Desterradas, no les quedó
más remedio que separar sus cuerpos.
Fue así como en la Tierra,
donde todo era paz y libertad,
nació el cuerpo y la enfermedad.
Desde aquel entonces,
irreconciliables en su afán,
no hubo más remedio
que buscar consuelo
en la botica, el médico
o el curandero de la ciudad.


QUISE


Encontré una margarita
en el cielo aquel día.
Estaba atrapada de una nube en un riel.
Quise salvarla con un beso
y abrazar sus pétalos con pinzas de amor.
Volé hacia ella. Cabalgué sobre corceles de sueños.
Remonté cabañas de viento. Crucé el tiempo.
La felicidad alargó su mano. Un ruiseñor
brindó su canto a la vida. La alegría renació aquel día.
Le di fuerte a las riendas. Casi pude tocarla
pero mientras más avanzaba la flor se alejaba.
Frágil es la dicha. Frágiles los sueños.
Quise salvarla con un beso…
Quise abrazar sus pétalos con pinzas de amor.
Lloró el sol aquel día… Lloró el alma mía…


NECESITABA LLORAR


¡Ay amarga pena!
Necesitaba llorar recostado
de la perla espuma.

Necesitaba desahogar
el cristal que transparenta mi alma.
¡Ay amarga pena!

Las plumas del alba
cantan en remolino
sobre la imagen del viento.
¡Ay amarga pena!

Quería pellizcar las veredas
que tejen la aurora.
Quería surcar en las calaveras
y en los claveles de la pradera.
¡Ay amarga pena!
¡Ay gota borrosa
que inundas de lágrimas las venas!

Los ojos se llenan
de dulce primavera.
Todo embriaga
con su locura la mar sin frontera.
¡Ay amarga pena!
¡Ay canto, ay guitarra
que despiertas las penas!

¡Ay estatua de agua
que cincelas el aire blando!
Necesitaba llorar recostado
de la perla espuma.
¡Ay amarga pena!


LA CULPA


Reía como un loco,
de felicidad y quimeras.
Estaba sólo,
recostado de un sueño,
y de pronto ante mis ojos
apareció una imagen incolora.
Sabía quién era, pero dudaba
en saludarla, porque, por su cara,
presentía que algo turbio se traía.
Apacigüé los sentidos y como hombre
vivido me dispuse a escuchar su pena.
Soy el juez, me dijo, y quiero oír
de tu boca y aliento lo que presiento.
No sé a qué has venido,
pero juro que en mi vida no hay delito
que deba confesar, objeté buscando alivio.
¡Si hay uno!, contestó altanero,
y aunque seas bien nacido,
debo endosar tú culpa en el camino.
¿Cuál culpa?, pregunté con inocencia…
¡La de haber vivido!,
imprecó con impertinencia.
Pensé por unos instantes
y enseguida respondí:
La culpa es amor marchito,
las mentiras y el engaño,
los hábitos malsanos y los años sufridos.
Enmudeció por instantes,
luego balbuceó y sin querer,
de su garganta brotó: ¡Soy el Rey!...
La Culpa es mi dominio y no habrá hombre
en la tierra que escape a mis designios…
¡Soy el Rey!, volvió a mascullar
con asco contagioso…
Dices palabras
que no concibo en mi vocabulario,
pronuncié resuelto.
Entonces... Si no me entiendes, diré:
La culpa es grande y poderosa,
tiene aliados impensados,
entre ellos jueces y religiosos,
psiquiatras, políticos, médicos y loqueros
y locos enteros que sirven a mis intereses.
Me conmoví tanto,
que mis emociones regresaron.
No pude pensar, tampoco dudé,
y con palabras arrebatadas de Dios, le dije:
“Donde nace la aurora
nace la esperanza y con ella la vida
y donde hay vida hay amor
y la culpa es sepulcro del perdón”.
Eran frases que había inventado por miedo.
Un ardid para evitar la culpa.
Una sonora carcajada
retumbó a mis espaldas.
¡La culpa!, escuché decir,
¡Nunca dejará de existir!
Dije, entonces: ¡Basta!...
¡Dios, condena mis pecados!
Se movió la tierra…
El hombre renació aquel día.
El olivo, la pez perdida,
los ángeles, la esperanza,
los santos, las vírgenes de toda mi vida,
las rosas, blancas y rojas,
y el canto de las perdices
volvieron a la vida
aquel día que naufragó el olvido.
No pude resistir
y en voz ahogada y firme grité:
¡Donde hay amor no hay temor sino vida!…
Después, años después,
cuando el tiempo
se perdió en la lejanía,
volví a mis encierros,
a mis locuras, a mis vidas vividas.
Quise saber qué pasó
en el tiempo después del entierro
de la locura total.
En fin, quería preguntar: Dé quién es la culpa:
¿Del hombre o del ser?…
¿De sus acciones o defectos?...
¿Hay cordura en la culpa?…
¿Cuál es el principio, cuál el fin?


¿QUIÉN ERES?


Te encuentro en el viento.
En el suspiro que acaricia la flor.
En el aliento que ahoga mi alma.
Eres el todo en la nada de mi existencia
y siquiera sé quién eres.

Vivo arrullo de agua.
Piel al vaivén de olas sin lamento.
Locura del firmamento…
Estrella que ahogas la tormenta,
dime, por favor, ¿quién eres?

Entraré en la estancia del recuerdo.
En el murmullo de la luz
para saborear tú beso en el tiempo.
Límpida locura, alma sin cordura
que atrapas mi vida con ciego torzal,
de dónde vienes, ¿quién eres?

Danza impetuosa que acaricia la creación.
Estás allí, en toda tú hermosura,
hembra galana, mujer amada, sueño loco,
mujer mía que abrazo en el tiempo,
porqué me castigas con tú silencio.


HÉROE


En el cielo,
allá donde las nubes
esconden a los ángeles
tiene su casa mi héroe.

Dicen que usa barba,
tan blanca como la vida
y tan larga como la eternidad.

Su bondad es tan inmensa
como la luz y su paz
tan grande como el silencio.

Creó ríos y montañas,
peces y alimañas y le dio
vida al hombre que todo lo daña.

Escribió un libro,
de diez palabras solamente,
pero la gente las viola alegremente.

Mandó a su hijo
a enseñar a los míos
pero lo guindaron de un crucifijo.

Todos le piden
fortuna y laurel para luego
gastarlo en el gran burdel.

Los muertos creen
que más allá de los gusanos
hay un huerto sano llamado Edén.

Quizás todo sea cuento
pero yo no me lamento
de tener en mí casa
un héroe en el firmamento.


LA IDA


Te he olvidado en la locura
del camino muerto, en la verde
máscara de la piel de otoño.
He concluido que nada vale nada,
siquiera la vida o la muerte.
Nada importa ni nada tiene sentido
en la jungla del tormento.
Los vicios, el amor y la felicidad
naufragan en calles de sal sin sonido.
Sólo el eco de la mente navega
en el prado alucinado de los pensamientos.
Respiro en el abismo de la angustia
mientras huyo de la cárcel transparente
de las ideas y el arrepentimiento.
Dibujo en el gris del viento
el regreso a la quietud con el coraje
de un guerrero de los espacios infinitos.
El suspiro de la agonía susurra
su melodía de tristeza.
Ha llegado el sosiego, tibio, con color
de paz tallado en su rostro.
Ninguna resistencia,
siquiera el asombro pincela de miedo la ida.


EMBRIAGARME DE TI


Dame el sabor de un beso,
busca la colina escondida
para exprimir tu cerezo
y embriagarme los sentidos.

Corre ave bendita
a los brazos bandidos,
a la palma ardiente
que se esconde en la cascada
y embriágala de vida.

Hiedras trenzan
el corazón que no calla.
Una mirada tuya, mil pasos
en las venas dormidas,
cien caricias de fuego
en el pozo de miel viva
embriagan el alma mía.

Envidiosos los cuervos rondan
en las máscaras del río.
Danza primavera,
quema voraz el loco juicio.
Aplaca el cuerpo mío…
¡Ven, embriágame el destino!


QUIERO DECIR


Quiero decir tantas cosas
que no se cómo empezar.
Quiero decir…
que la vida me encanta,
que caminar entre la selva
humana alucina mi alma.
Que vibrar en las arrugas
de la tierra alimenta
el brío en mis entrañas.
Que el sólo hecho de respirar
atrapa las ideas en los ojos
dulces de la alborada.
Quiero decir que amo el amor
en el momento que el amor ama
y desengaña al amor amado.
Quiero decir que la muerte
es el mañana y que la existencia
acaba cuando acaba la fantasía.


VERDE RESURRECCIÓN


Briznas de ilusiones
brotan de la tierra.
Vida hermosa y titilante
que nace sin dolor
abriendo su mirada al cielo.

Bálsamo de existencia verdadera.
Retoños mudos que se agigantan
en busca del aliento de la vida.
En dulces cunas te meces sin soberbia
ni voluptuosa prepotencia.

Callados y sabios maestros.
Curación de males y festín del paladar.
Inimitable belleza de frágiles dedos
y altivos rizos de verde caño sutil.

Besos con aroma de esperanza
florecen en tus labios de miel.
Con paz tus brazos de incienso
albergan aves de luz y canto divino.

Regalas aire y cobijo en tempestad,
pero afilados puñales y sierras
de muerte y miseria parten tu alma.

Ni una lágrima… Ni una queja…

Moribunda la sangre viertes
sobre la tierra que te vio nacer.

No hay rencor... No hay odio…

Te despojan de frutos y flores,
del sereno vigor e inocencia.
Secan tu amor y juventud
pero nunca te podrán robar
la resurrección que Dios te dio.

Ni un grito… Sólo una oración…


¡QUÉ MÁS!


Un pozo de agua dulce.
Un manantial. Una mujer
bonita me espera.
¡Cuánto me quiere!...
¡Cuánto me odia!
Cuando me besa parece una niña.
Cuando me odia parece una loca.

¿De qué estás hecha si no amas
ni vives?... ¿ Por qué no puedes?...
¿Dónde fue el amor?… ¿En qué río
fue a naufragar?... ¡Te extraño, loca!...
¡Nunca me olvides!... ¡Vuelve humo incoloro!...
¡Te extraño, niña, porqué te quiero!

El prado es verde… Amarillos los locos.
El amor rojo… ¡Cerezo el camino!...
Añil el tiempo… ¡Negra la vida!

¡Qué más!... Un manantial… Una mujer.


SOLO UN SUEÑO


Muero y soy un sueño.
Vivo y también la vida es sueño.
Estoy loco y sigo un sueño.
Corro y alcanzo al sueño.

¡Todo es piel de papel!

Vida loca,
estupidez de los sentidos.
Germen de bondad
que anidas en mi alma
el sueño de un mundo herido.

¡Todo es piel de papel!

Epitafio de vida.
Sueño de papel,
locura de mí piel,
presiento en los dedos
el viento del sueño cruel.

¡Todo es piel de papel!

En tus manos me encomiendo.
La tristeza es sueño…
La felicidad alcanzo
en un momento donde
¡todo es piel de papel!

Muero… ¡Sólo soy un sueño!


RÍE Y LLORA


¡Cuánto tiempo!
¡Cuánto sufrimiento!
¡Cuánto amor!

¡Rueda!… ¡Rueda loca!
No preguntes porqué.
Sólo ríe y llora.
El mundo se asombrará,
la gente reirá y querubines
de vida nacerán.

¡Ríe!... ¡Ríe, rueda loca!,
el mundo te ama.
Tú corazón canta en sosiego…
¡Palpa el cielo los recuerdos!

Brota la vida en el tiempo
y entre ambos los sueños…
¡Oro y armonía pincelan la piel!
¡Ríe!.... ¡Ríe rueda loca!,
y abraza mí alma en silencio.


¿DÓNDE?


¿Dónde empieza?... ¿Dónde…, la vida?
¿Es el amor parte de la vida?...
¿O la vida parte del amor?...
¡Locura infiel de los sentidos!...
¡Alucinación del alma!...
¿Se podrá algún día conjugar
amor con pasión y sentimientos?

¡Dónde!... ¿Dónde se fue la esperanza?... ¿Dónde?
¿En qué refugio alpino fue anidar?…
¿Qué vuelo se la llevó?
¿Por qué no hablas?... ¡Qué mudez te embriaga!

¡Dónde!... ¿Dónde fue la vida?
Dónde sus retoños… Dónde el amor
Furia de vendaval. ¡Tempestad de emociones!
Sublime locura, dime, ¿Dónde está la vida?
¿Dónde queda el Tíbet?... ¿Dónde la China?
¿Dónde se fueron los santos?... ¿Dónde el amor?


EL BLANCO Y EL GRIS


Donde los buitres vuelan
todo es blanco y gris. Así
es la nostalgia. Así la soledad.

Cuando canta la amargura
todo es blanco y gris. Así
son las penas. Así el dolor.

En el parche del mendigo
todo es blanco y gris. Así
es la pobreza. Así la tristeza.

Para las enfermas caracolas
todo es blanco y gris. Así
es el desconsuelo. Así el miedo.

Sobre la joroba de la maldad
todo es blanco y gris. Así
es la oscuridad. Así el pecado.

Bajo la túnica del camposanto
todo es blanco y gris. Así
es el llanto. Así la muerte.


PEREGRINO


¡Rosas!... El canto del cristofué se aleja.
Jazmines perfuman el cielo con su olor de llanto.
La brisa acaricia el aire callado y perenne.
Las grullas vagan a su suerte…, hacia la alegría.

¡Callo!... El ruido de la mente opaca el alma.
Siento las olas batir en mis sienes blancas.
El océano abarca la mar de los pensamientos.
Nado en el universo de la nada…Voy más allá...
Soy peregrino del tiempo… Viajante de la nada.
Un vagabundo errante… Caminante silencioso…
¡Soñador de sueños!… ¡Encantador de ilusiones!...


EL AMOR


El amor
es como el viento.
Anda por todas partes
y sólo lo sientes cuando te atrapa.

Es un jardín sembrado
de dulces tormentos
y pasión delirante.

El amor
es como el viento.
Se anida en el corazón
y marchita la razón.

Es el viajero,
el panal aperlado
que endulza la piel.

El amor
es como el viento.
Te devuelve la vida
y roba la alegría cuando se aleja.

Es la verdad y la mentira,
el beso loco,
el ardor y la traición.

El amor
es como el viento.
Como la lluvia de otoño,
que va y viene sin llamarla.

Es el deseo del alma,
la caricia del sueño,
una vereda pintada en el cielo.

El amor
es como el viento.
Es campana marchita
cuando la esperanza muere.


EL COLOR DEL SILENCIO


No busques en el cielo
en la risa de una nube,
ni en el ruido del aliento
el color del silencio.

El suspiro de un ave,
la alegría de un niño
la mirada de un anciano
mil puntos de luces
en el firmamento están
lejos del color del silencio.

Sólo en tus adentros,
en los bordes del sufrimiento,
donde se aloja la misericordia
y habita la fe, verás
el color del silencio.


¿QUÉ ES LA VIDA?


¿Cuándo se nace muere la esperanza?
¿Es la vida una quimera?...
¿Qué fantasmas atrapan nuestras almas?…
¿Cuál sortilegio nos invade
para hacernos creer que vivimos?

¡Eso es la vida!

¿Es la vida el todo?... ¿O la muerte quizás?
¿Es la vida luchar y morir?... ¿Es la vida
gloria y fortuna?... ¿Es la vida felicidad
y tormento?... ¿Es la vida sexo, amor y traición?
¿Es la vida paz y guerra?...

¡Eso es la vida!

¡Entonces prefiero morir!


DESVARÍOS


Un loco cincel excava mi mente.
El alcohol chupa mi ser…
La hembra lo hace también.
Siento placer, terso y total,
pero me preocupa
el hecho de ser mortal.

¡Desvaríos, sólo desvaríos!

Amo la vida, no al dinero…
Añoro la gloria, aunque la fama
me aturde, por eso quiero huir
a un mundo sin fin… Loco y total…
¡Quiero escribir!… ¡Quiero vivir!...
Contarle a la vida que todo es fantasía,
quimera plácida y sueño cruel.
Que vivimos en un mundo irreal
donde la única verdad es la opaca paz
que alumbra la grosera realidad.

¡Desvaríos, sólo desvaríos!

Muero… Ya no escribo.
La mente funesta está.
Mis ojos están vacíos.
Mis pensamientos olvidados.


¿Es la verdad?… ¿Es la vida?
¿Por qué presiento que moriré
sin conocer la vida y la verdad?



LA EXTRAÑA OSCURIDAD


Percibo la luz…
Su ruido perenne.
Su paz de alborada.
Su grácil voz
de mujer amada
arrulla mi ser
en brazos de la nada.

Salgo del encierro.
Dejo el asiento de loco poeta.
Vuelvo a la realidad.
Hay guerras y martirios.
Oscuridad y bruma
en los sentimientos.
Un opaco farol
que huele a maldad
me arrastra
a la penumbra lejana.

Percibo la luz…

Avanzo,
quiero ir corriendo
por las calles del tiempo…
Sombras opacan
la piel del día.
La extraña oscuridad
tiende su manto.

Percibo la luz…

Escucho el amor
y no me detengo.
Nado sobre el viento.
Huyo montado en la furia
de los sentimiento,
pero quedo sin aliento.

Percibo la luz… Sólo la luz…

Es el camino a la vida sin sentido.
Es el tiempo que huye.
La flor que se marchita.
El ahogo de las ideas.
La extraña oscuridad.

Sombras… Otra vez sombras…


JAMÁS


¡Jamás, qué!
¿Dejar de vivir,
dejar de sufrir?
¡El jamás no existe!
Es sólo música cruel.

Es una palabra
que ama la inmensidad.
Es saber sin saber.
Es caricia sin fuerza.
Es el alma que se desangra.

¡Jamás!… Es sentir la piel en ruina…
¡Jamás es vivir sin dolor!…
¡Jamás es pasar la vida sin olvido!…
En fin, jamás es ser sin ser.


LA CALMA


Es la ausencia.
No percibir la vida,
ni la sangre que fluye
en los arroyos del cuerpo.

Es rasgar el firmamento
sin escuchar el dolor que se aleja.
Es enterrar los sentimientos
en una noche de invierno.

Es soldar las hojas de otoño.
Es la noche sin el amanecer.
Es el reloj sin tiempo.
La primavera sin flores.
El verano sin amor.
Es la nada en movimiento.


CADENA


Agua y miel.
Horas… ¡Horas!...
Sufrimiento-libertad…
Avalancha de piedad… ¡Sombras!
Sólo el murmullo del pensamiento.

Día y noche.
Horas… ¡Horas!...
Despedida y oscuridad… ¡Lucha!
La boda del mal se ha consumado.

Llamas marchitas… ¡Ahogo del alma!
¡Desátame vida!... ¡Rompe las cadenas
de humo!... ¡Desátame vida!


DETRÁS


Detrás de los ojos
está la puerta… Detrás la esperanza.
¡Mira y verás! Las estatuas de sal se han ido.
Las piedras ahora son espuma.
El bosque danza sobre el mar con quietud.
La vida recobró el brillo de la caridad.
¡Mira y verás! Allí habitan los sentimientos.
¡Atraviesa el caudal!... Detrás de los ojos
está la puerta… Detrás la vida.


SENSACIÓN


Un punto, una nobleza.
Sentir y vivir. Dulce
sensación que enciende el alma.

Unos ojos, una piel.
Vibrar y mirar. Bella
sensación que lleva al tormento.

Un suspiro, un beso.
Amar y llorar. Agria
sensación que confunde los sentidos.

Un caricia, un adiós.
Pasión y angustia. Letal
sensación que acaba en tristeza.


INOCENCIA


Un niño. Un vagabundo.
Es el mismo niño. Es la dicha
y la gloria. Es la ternura
eterna que irradia el embrujo de Dios.

Balada de paz, furia de cariño,
risa espontánea… Pequeño… ¡Alma mía!…
¡Ven y enloquéceme de alegría!

Ojos esculpidos de capricho divino.
Aliento de bondad que invitas a la caridad.
Música… Violines ardientes…
Acordes de piano con coplas de mariposas.

Niño infinito… ¡Niño!... Estrella libre…
Ángel glorioso… Pequeño… ¡Alma mía!
¡Pinta la inocencia al norte de la vida!


UN TORO MALDICE
    Para que nunca olviden a Guernica.


Cuando la noche llega
arropa la furia de los recuerdos.
No hay estrellas en el firmamento,
solo una fría herida en el abandono.

Un toro maldice
sobre flores que sueñan el amanecer.
La soledad no tiene sol
ni lamento. Mueren las horas
en la humedad del viento.

Cuando la noche llega
reverdecen los cipreses del ayer.
Los grillos entonan su pesar
con redobles de muerte.

Dónde se fue Guernica,
dónde la ciega destrucción.
Dónde la legión maldita,
dónde el cobarde fuego destructor.
Dónde los pintores de ilusiones,
dónde Málaga… Dónde la música profunda.

Un toro maldice en el horizonte.


LA NIÑA DEL CAMISÓN NEGRO


El rocío de la vida
su sonrisa esculpía.
Como agua fresca
las esperanzas corrían
en el arroyo aquel día.

El camisón negro cubría
su cuerpo de mujer mía.
Pechos de miel,
ojos de vida,
pájaro divino
en el canto de la vida.

Carne de mujer mía.
Confusa embriaguez de amor,
turbia locura del deseo,
hoy dejarás de ser niña
para ser mía.

Naufragio perdido
mi cuerpo es tú isla.
Eres pasión y delirio,
amante de agua,
amante de vida,
amante mía.

Ilusiones ardientes
en la voz del silencio…
Besos de brisa,
¡acaricia tu alma
amando la mía!
Dame desnudo tú sueño,
amante de agua,
amante de vida,
amante mía.


PRISIONERO DEL TIEMPO


Huyo,
pero el fantasma
del tiempo me persigue.

Inclino la cabeza en la nada
y dejo digerir los pensamientos
sobre las escarchas de las horas.

Persigo el vaivén del aliento
hacia las puertas del tiempo
y en la morbosidad de los suspiros
encuentro la agresividad del tiempo.

Cierro los ojos
sobre faldas de carne
y allí está el tiempo.

Busco en los retoños del ruido
la mano amiga que me libere
de los tentáculos del tiempo.
Extiendo los brazos
hacia el sudor de la angustia.
Ruego a los vientos,
sollozo a los cimientos
pero siempre soy prisionero del tiempo.


MILAGRO


El aire que respiras,
la sonrisa de un niño,
la tierra en la que caminas
y los ojos con que me miras
son un milagro en la vitrina.

Una mariposa en el prado,
una flor que se sonroja,
una nube coqueta
y el mar que murmura
son un milagro en la espesura.

Una gota en el desierto,
la luna que te alumbra,
una madre que amamanta
y un atardecer somnoliento
son un milagro que me encanta.

El canto del bosque,
la plegaria del delfín,
los sueños de la alondra
y la miel en la colmena
son el milagro sin fin.


EL OLVIDO


Caminar sobre el olvido
es pisotear los recuerdos.
Manchar las cenizas
en la vereda añorada del pasado.

Es cargar las penas
y castigarlas sobre las heridas de abril.
Alejarlas del espejo,
del reloj de arena que araña
el tiempo con acordes de duelo.

La flauta escucha el sollozo.
Las manos…, el papel sin voz,
los retratos antiguos y los lienzos
que pincelaste en la mente
desertan del pozo del delirio.

El olvido es como
un ángel amigo. Te persigue
y cuida para que no lo eches
en el tintero callado,
en los viejos muros,
en las colinas secretas,
en los abismos de estrellas de plata
ni en el látigo calcinado.

 UNA CASITA BLANCA


Hay una casita blanca
entre los árboles.
Parece de estrellas
pero el sol le da la espalda.
No sé si llora o si ríe
sólo la veo desde mi ventana
y me arrebata la mirada.
Brilla de mármol reluciente
de vida encantada,
tan dulce que pienso
que es prado tierno
y espejo enamorado.
Quién vive en ella
y qué locuras embrujadas
danzan en su morada
no me importa
si sigue iluminada.
De noche la observo
y desde mi ventana
la luz que emana sigue
tan tierna como en la mañana.
Una casita blanca
añorada vive en la montaña,
lejos del pecado y las alimañas.
Una casita blanca llena
de esperanzas, una casita blanca
que plena el alma.


ALLÁ


Dormir.
Dejarse ir para siempre.
¡Qué profunda inmensidad!
¡Qué alegre oscuridad!

Allá todo es negro, celeste
y carmesí. Luz de paz.

Ni el bostezo del sueño…
Ni el ruido del tiempo…
¡Sólo el redondel, con caravanas
de alegría y un pasodoble
de eternidad, galopa en la piel!

Sangre muda.
Aliento de papel.

Libro abierto sin teñir.
Espejo sin palabras.
Agua eterna. Fogata del tiempo
que quema los sentimientos.

Allá todo es negro, celeste
y carmesí. Luz de paz.


LAS HORAS


Las horas arañan
las agujas del reloj.
Jadeantes buscan alcanzar
la cima del tiempo
pero una fuerza invisible
separa la distancia.
Un suspiro en el espacio
etéreo de la existencia
las alejan derrotadas.
Cadenas impalpables,
plenas de aliento,
aferran sus dedos
a la esperanza marchita…
Los compases no alcanza.
Se han ido en la nada,
en el vacío perenne
de la paz infinita.


EN LA VILLA
     A la memoria de Doña “Mecha” Ramírez de Velazco.


En la villa todo huele
a risa, alegría y amor.
La paz circunda en redondel
la existencia en la alborada.
Los sueños atrapan
la fantasía cabalgando
sobre el mañana en la lejanía.
Todo es ilusión en la morada
de los pensamientos del ahora.
No importa el amanecer,
menos los espectros del tiempo.
No hay plegarias si la felicidad
inunda con prosperidad a los hijos
del futuro y se marchitan las penas pasadas.
¿Qué importa el tiempo y sus andanzas?
El ahora es lo que cuenta,
no el rosario que rezan las viejas
en las iglesias o el convento.
Pero el mundo desgasta
en lamentos las horas vividas en el tiempo.
Después, sólo después de los sueños dormidos,
irremediablemente viene el otoño
con sus garras perversas y afiladas.
Es la muerte que llama a la ventana.
Es la tristeza que reclama a las almas.
En la villa ahora todo es soledad.
Los cipreses se retuercen en dolor y llanto.
Se ha ido el hada, la madre alegría,
la matrona de los cachorros
que serán hombres algún día.
En la villa ahora todo es luto en primavera.
Los sueños han deshojado a la que más querían.
Volví a los años, no sé qué día.
Vi la villa. Soñé en sus árboles floridos,
pero la pena había robado su olor.
Me recosté de una rama marchita
y mientras suspiraba de recuerdos
vi un fantasma en la villa de la vida.


EL ENGAÑO


No hay peor martirio,
ni pena interna
que asesinar el amor.
No hay juez, ni en el cielo
ni en la tierra que pueda
librar de ese tormento.
No voy a ser retórico
ni tampoco prehistórico,
pero no hay mayor delito
del que se comete
contra el corazón.
No sé si tenga razón,
pero creo que no hay perdón
para el que apuñala
el alma con fruición.
Sé que todo esto parece
una simple rima de un loco
adolorido que ha sufrido.
No hay nada más lejos
de la verdad, porque la realidad
es que estoy contento,
pero lamento que por maldad
engañen la realidad.
El engaño es como el daño,
si no se paga hoy se pagará con los años…
¡y con muchos desengaños!


SUFRIR EN SILENCIO


Cuando llueve dentro de mí
siento que el corazón se desangra.
Nadie lo escucha… Nadie lo siente…
Las penas vomitan sus semblanzas
y los recuerdos aprisionan mi alma.

¿A quién le importa? … ¿Quién se compadece?

Sufro recostado en pensamientos
temblorosos y risas amargas.
El suspiro de la angustia aprisiona
con eco sonoro el llanto en la lontananza…
Presiento que muero, aunque estoy vivo.

¿A quién le importa? … ¿Quién se compadece?

Vago en las amargas horas del ayer.
Me abato cuando la aurora se marchita
y cuando reverdecen los árboles.
No soy nadie… Quizás siquiera una sombra.
Siento cantos de risas y un corcel
de damas lisas que ofrecen su piel con sonrisa.
Percibo que no valgo nada y que a nadie
les afectan las penas del letargo pasado.

¿A quién le importa? … ¿Quién se compadece?

Vago… Solo…Muy solo… Como un vagabundo,
siendo príncipe encantado en el mañana.
Cosecho penas y espinas… El ay del ayer
y el ay del mañana… Siquiera el tiempo
y su fuerza ignota conceden paz
en la lumbre del sufrimiento perdido.

¿A quién le importa? … ¿Quién se compadece?


¡LLORA CORAZÓN, LLORA!


El carrusel sigue su giro loco.
Retiñen los címbalos.
Los verdes cipreses cantan
en coro de ángeles el lamento.

¡Llora, corazón, llora!

Las mujeres tiñen sus rostros
con pañuelos de encajes negros
y sobre cuerpos de tul
un sombrero posan en beso postrero.

¡Llora, corazón, llora!

Ni moras ni aceitunas…
Tampoco una hembra moruna.
Sólo el canto del gallo
sobre la cresta del camposanto.

¡Llora, corazón, llora!

Uno… Dos… Tres…
Ni un minuto más…
No más relojes…, ni tiempo…
Tres… Dos… Uno…

¡Llora, corazón, llora!


LA DANZA DE LOS ESPÍRITUS


Donde vivo todo es paz opaca.
La alegría y el llanto
y las amargas penas escondidas
se camuflan en la risa llana.
No hay contento ni desaliento
sino un acre y mudo aliento
que reprime los pensamientos.
Las palabras son vocablos sin vida
que resuenan con eco en las paredes
escritas con lágrimas frustradas.
Todo es un sordo silencio
que escucha el alma en gris tormento
que roba al cristal su tersa serenidad.
Los días transcurren con fatiga,
transigentes y respetuosos,
pero oprimiendo con ahogo
el suspiro de los árboles opacos.
En las noches
todo es aparente paz celestial,
pero detrás de cada
una de las tres puertas
mora la angustia que ansiosa
espera el pacto del alba.
Vagabunda,
la tristeza embarga los sueños
y no deja conciliar la congoja
que palpita sufrida.
Es entonces cuando
espíritus de almas vivas,
encendidas y vibrantes,
plenas de sueños rotos
y alegóricas ideas secas
surcan silbando el silencio.
Los acordes orquestales de oboes,
arpas y címbalos preludian
la danza de seres muertos en la vida.
De marionetas que una vez,
sólo una vez, tuvieron vida.


BRUMA


Cuando todo es celeste
la música palpita en el corazón.
Una tijera en el ocaso
parece danza…, una película
en los espejuelos.
La ventana abierta es esperanza,
la lejanía puerto añorado.
Un pedestal, una carreta rota
en el vacío, el eco del pincel,
una fauna de papel abierto,
es una luz en el camino.
Las arrugas del agua, el libro
sin sonido y sin piel, es la bruma
que te atrapa en el riel.
Transición verde–obscura
no hay más sublime locura que vivir
asido de una nube recostada
en la bruma callada del ayer.


LA RIMA


Porqué no rimar
si la rima me hace amar.
Porqué no rimar
si los poetas antiguos
me hacen soñar.
¿Es la rima tan obsoleta
como la cantaleta
de mi tía Antonieta?
¡Qué pasa!... ¿Dónde está
la imaginación si no hay
alegría en el corazón?
Si la poesía es canto del alma,
¿por qué no puedo escribir
sin que me sienta revivir?
Si son octosílabos o monosílabos
a quién carajo le importa
si son simples vocablos.
La rima es como la política:
todos la cultivan, pero nadie la aplica.
Es como la religión
que amenaza con la excomunión.
La rima es mierda,
dice la mujer que me arrienda,
los poetas decadentes, los locos
dementes, porque no tienen talento
ni lugar en el firmamento.
Con esta cagada puedo seguir
hasta la madrugada, pero lo dejo
porque me espera una mujer enamorada.


LA METAMORFOSIS DEL TIEMPO


Todo es dulce
cuando el amor navega
en los ríos del sueño
y la realidad sin tiempo.
Todo es paz
y no se concibe maldad
cuando los instantes te acarician
con noble dulzura.
En aquel ahora el tiempo no existe…
Sólo es un pensamiento que vaga
en la inmensa oscuridad del espacio,
en la rosa de los vientos.
¡Necesito tiempo!, claman
los eternos inconformes
en todo momento… Necesito tiempo
para amar, vivir y conquistar
al mundo y ponerlo a mis pies.
El tiempo no duerme ni descansa…
Vive libre en el espacio.
Los filósofos persisten en pensar y pensar
para jugarle una treta al tiempo,
al que no conciben estático
sino en constante movimiento.
El espacio se ríe y surca las ideas
para recordarle al tiempo
que no sólo es infinito,
sino que carga sobre sus hombros
un legado bendito.
Entonces, sin más aspavientos, el tiempo,
cuerdo y proverbial,
le enseña a la humanidad que todo acaba
aunque él, risueño, duerma
en el aposento de la eternidad.
Los minutos velozmente
se transforman en dolor y tristeza.
Todo cambia, menos la muerte, menos el tiempo.
Mudo, el espacio observa
porque sabe que todo lo detenta,
y que nadie puede vivir sin espacio ni tiempo…
Es la Divina Proporción,
el efímero regalo que nos legó Dios.


¡DIOS, CÓMO TE AMO!


Cómo decírtelo.
¿Con qué palabras expresarlo?
¿Dónde conseguirlas?...
¿En cuál diccionario humano?... ¡No lo sé!...
Mejor dicho, no existe en el mundo,
ni en el universo, frases ni vocablos rotos,
buscados, pensados o impensados,
para decirte ¡cuánto te amo!...
¡Cuánto te adoro, Dios!
Es que mi amor nace
de lo profundo de mí ser,
de esa parte tuya que aún no entiendo,
pero que alumbra mí alma
hasta en los momentos
más desolados,
tristes y de amarga piel.
Te amo en el dolor,
en la dicha peregrina
y en los viajes sin frontera,
donde la cordura
llega al límite del amor y la negación.
Amo Tú luz,
porque alumbras el sendero oscuro,
das paz al corazón desangrado,
calor al enfermo ido
y alegras el mar de las desdichas.
Te amo, porque eres amor verdadero,
que das sin decir ¡te quiero!...
Te amo, porque concedes
paz al alma herida,
a la golondrina perdida
a quien la devuelves al nido
con Tú mirada divina.
Te amo, con tal intensidad,
que cuanto te presiento,
que es a cada instante,
no sé si llorar o reír,
de alegría y gozo, porque quisiera…
¡Quisiera entregarte el ama mía!…
¡Dios, cómo te amo!


GÉLIDO APOCALIPSIS


El clima, el adorable
sueño de verano,
alma de bañistas
y excursionistas,
cielo coronado de un sol
resplandeciente,
musa de poetas,
soñadores y pintores,
se convertirá en arma
mortal que pronto
nos extinguirá.

Todo está variando.
Tomando formas
tan raras y perversas
que asustan y hacen temblar
hasta a las más crueles
y malvadas ánimas
del abismo infernal.

Su cambio destructor
será más poderoso
que cien bombas
atómicas o de plutonio,
y contra la fuerza
de la naturaleza
nada se podrá
hacer o predecir.
Lo único que se sabe
es que todo acabará
en forma catastrófica
y sin piedad con la loca,
confiada, desprotegida
y bella humanidad.

Miles de vidas y años
de progreso y desarrollo
se extinguirán en parpadeo
fugaz después de las diez
últimas vistas primaveras
de luz radiante y mortal.

Enmascarados tras sutil
y traicionero otoño,
los voraces glaciales
se lanzarán con furia
sangrienta sobre la tierra
para devorar al hombre
y toda la naturaleza
para sumergirla en tumba
desolada, fría y mortal.

Un tenue cambio alcalino
acabará con todo movimiento.
La corriente del golfo
enloquecerá llevándose
vidas y sueños,
así como lo hizo
en principio ancestral
con dinosaurios,
cavernícolas,
aztecas y vikingos.

Los inviernos
serán más gélidos.
Nada será habitable.
La cantidad de nieves
y las tormentas
matarán a dos tercios
de la terca humanidad
en menos de diez años
o mucho antes
de que la congelada
sociedad se dé cuenta
de su fría realidad.

Todo será crudo
y el verano se irá al olvido.
Los ríos y el norte de Europa,
así como París y Londres
además de todo el noreste
de los Estados Unidos
será devastado sin piedad
por mortales tempestades
y enterrados por siglos
en nevadas infernales.

El Niño sepultará
de lodo a Los Ángeles,
Boston y otros miles
de poblados y ciudades
al norte del imperio
que ya no lo será.

Sequías destructoras.
La agricultura desaparecerá
en Canadá, India y el Norte de China
y los océanos cálidos provocarán
tormentas poderosas.
América Latina y África
serán asoladas
por calamidades
climáticas que teñirán
al mar de rojas mareas
y de luto cruel a millones
de almas desnudas,
solitarias y hambrientas.

La escasez de agua potable
no será nada comparado
con los mortales tornados
y monstruosos aluviones.
Dos mil millones de personas
morirán casi al instante
y a los cien años el sol
hará resurgir de los hielos
putrefactos al nuevo hombre.
Otra civilización,
más humana y menos letal,
renacerá de los escombros
de las tumbas de cristal.

El arma más terrible y letal
que pende sobre la cerviz
de la tierra-mundo
es el clima cruel y falaz
y sólo el más fuerte
y afortunado sobrevivirá.
De sus húmedas cenizas,
letargo de hielo y escarcha
neblinosa, sólo un tercio
de la vida retoñará

El fin ya ha empezado
y nadie ha reparado
en el Gélido Apocalipsis
que navega sobre dunas
de blanco y hermoso hielo,
callado pero destructor,
que en menos de diez años
nos cobijará con su frío manto
para arrullarnos dócilmente
en la oscura eternidad.

La tormenta toca la puerta
y nadie la escucha… Siquiera
su frío aliento de muerte.
Nadie percibe el trote
de los briosos caballos
vestidos de nieve que silentes
cabalgan sobre la vida.

Ángeles y arcángeles,
querubines y serafines
tocan trompetas de alertas
pero su canto divino
nadie quiere escuchar.


HABLA


Habla poesía,
habla…, por favor.
Pincela el amor
en la arquitectura sonora
de tu expresión.
Esculpe el sol
en los tiempos de la pasión.
Dibuja la música
en el pentagrama del corazón.
Habla poesía, habla, ¡por favor!


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La aventura continúa en
La estrella perdida
Segunda novela de la trilogía El Papiro
Por Diego Fortunato



La estrella perdida
Sinopsis

Un grupo de arqueólogos descubren en unos viejos papiros el misterio de La Vera Cruz, la cruz de la crucifixión de Cristo, que se hallaba perdida desde su muerte. Los escritos revelaban que los esenios, hermandad de la que formaba parte Jesucristo, la habían llevado y escondido en la cima del enigmático Kukenán, el llamado Tepuy de los Muertos, en La Gran Sabana, al sur de Venezuela. Divor Klaus, un avezado antropólogo y aventurero, parte a buscarla porque los rollos revelaban que se materializaría a las tres de la tarde del Domingo de Resurrección de ese año. La Santa Sede, apoyada por los Dei Pax, un grupo de sicarios al servicio de la Iglesia, va tras su pista, pero se topa con un místico secreto: el nacimiento en la tierra de los Nion, una especie de niños ángeles con poderes celestiales y guardianes de ancestrales misterios divinos. Intrigas y confabulaciones se apoderan del Vaticano y sus más altos prelados, hasta que el día señalado acontece la alineación del Triángulo Divino, suceso que devela nuevas y tenebrosas profecías para la humanidad.



La ventana de agua
Tercera novela de la trilogía El Papiro
Por Diego Fortunato

Sinopsis

Científicos unen esfuerzos para encontrar el antídoto de un letal virus anunciado en La Profecía de la Vera Cruz, el cual diezmaría en pocos días a más de tres tercios de la humanidad. Para lograrlo deben desentrañar el misterio de La ventana de agua, descrita en la misma profecía. Auxiliados por los Niños Luz o Elegidos de Dios sobre la tierra, una especie de ángeles asexuados de nuestros tiempos, comienzan un duro peregrinar en la búsqueda de impenetrables pistas que lo conducirán hacia la enigmática Ventana, la cual encierra el secreto y la curación del mortal virus, clasificado por los científicos como el S1H3, la peor peste jamás sufrida por la humanidad. El virus muta a los árboles a través del excremento de algunos pájaros que anidan en los bosques donde extraen la madera y el tinte que se utiliza para fabricar y darle el color verde al dólar y otros papel moneda. La peste se transmitirá de mano en mano a través de los billetes y se esparcirá por el mundo causando millones de muertes en apenas pocos días. La Santa Sede, auxiliados por los Dei Pax, busca a toda costa de apoderarse del papiro donde está escrita la mortal profecía y otras de igual importancia y trascendencia ya que sospechan que La Ventana de Agua revelará el misterio de La Santísima Trinidad. Persecuciones, torturas y muertes signarán el enigmático final

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Novelas
El Papiro
Primera novela de la trilogía El Papiro

La estrella perdida
Segunda novela de la trilogía El Papiro

La ventana de agua
Tercera novela de la trilogía El Papiro
La Conexión

Url, el señor de las montañas

Diario íntimo de un desesperado

Atrapen al sueño

La espina del camaleón
(En redacción)

Poemarios
Caricias al tiempo

Palabras al viento

Hojas de abril

Caricias al tiempo

Homenaje al infinito

Acordes de vida

La nueva poesía erótica y otros placeres

Ensayos
Evangelios Sotroc

Pensamientos y Sentimientos

Dramaturgia
Franco Superstar

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