sábado, 14 de mayo de 2011

EL ENANO GIGANTE DE LAS MIL FABULAS

 Huan-Tie, el consejero del Mar de las Perlas (2005)
Pintor Diego Fortunato
Técnica: Tinta china, acrílico y vino tinto
 Montepulciano D'Abruzzo
sobre cartulina blanca
Tamaño: 21 x 29,7 cm.
Serie EL LENGUAJE DEL ZEN
Colección Privada




EL ENANO GIGANTE DE LAS MIL FABULAS
             -De mi serie de poemas titulados Homenaje al infinito-

Es allí
donde viven
los gnomos
de las fábulas
de mí niñez.
Algunos
se han escapado
a la Tierra
y se resisten
a regresar
al hogar
que les dio
vida porque
mucho frío
dicen que hace
en ese gigante
azul y colosal.
Y están en lo cierto,
porque no hay
refrigerador
que de un solo
tirón sea tan
alucinadoramente
congelante
como el viejo
Neptuno, bola
Sideral que tomó
el nombre
del dios romano
de los mares,
que era el mismísimo
gran Poseidón
de los océanos
y profundidades
de los griegos
y macedonios.
Por allí no
se puede andar
en franelillas
ni de la playa
disfrutar, porque
muy lejos
está del sol
y en un tris
te helaras
desde la punta
de un cabello
hasta las uñas
de los pies.
Quizás
los gnomos
estaban en esa
Gran Mancha Oscura
que hoy en día
ya desapareció,
porque los fuertes
vientos del infinito
a la Tierra los arrastró.
Galileo lo confundió
con una estrella
cercana a Júpiter
pero muy pronto
se dio cuenta
que del cielo
nocturno una legión
de gnomos descendían
para, muy calladitos,
quedarse en la glacial
Escandinavia
y después en la Tierra
toda y más allá
de sus entrañas.
Chinos, vietnamitas,
coreanos y japoneses
la veneran y llaman
el rey estrella del mar,
pero en la India,
que no hay hambruna,
sólo la llaman Varuna,
que en buen castellano
es la misma cosa
de griegos y romanos.
Lo pusieron
de último en la fila
no por bruto
o pendenciero,
sino por ser muy
grande y poderoso
y roncar como un oso.
En el fondo
de sus macizas
rocas fundidas
con cincel de vida
en agua, metano,
amoniaco líquido
y coronillas
recubiertas
de eterno y puro
hielo blanco,
dicen que mansos
cual corderos
con la boca abierta
esperan miles
de millones
de relucientes
diamantes
tan grandes
como el auto
de Gabriela,
la bella mulata
que se acostó
con el bueno
de Mandela
cuando era un
preso político
cualquiera
y del jolgorio
y la mundanal
vida gozaba
aunque entre
rejas estaba.
Todo eso está
muy bien
y aunque sea
riqueza
cualquiera,
no es fácil
de tomar porque
en el espacio
sideral está.
También
quisiera tener
un diamante
de ese tamaño
y grosor, aunque
ambicioso
ni codicioso soy,
pero por hoy paso
y que otro gato
baje a buscarlo
a siete mil
kilómetros
de profundidad,
no sin antes
sortear a los alertas
y vivaces centinelas
Tritón y Nereida,
que a su alrededor
dan más vuelta
que un tropo en alerón
para que nadie
viole su intimidad
y con los diamantes
quiera cargar.
A quien se vaya
a aventurar,
aquí sentadito
lo espero
para verlo y reírme
un buen rato cuando
regrese de Neptuno
convertido
en un helado
de coco y mantecado.


El pintor, escritor, novelista, poeta, escultor, ensayista,
dramaturgo, novio de la madrina
y jodedor incurable e irreverente Diego Fortunato,
con su hija Debora Alejandra Fortunato, en Milazzo (Sicilia,Italia)