martes, 17 de mayo de 2011

¡BIENVENIDA MUERTE!

La faena de Adán y Eva (1993)
Pintor Diego Fortunato
Acrílico sobre tela  126.5 x 76,5 cm.
Colección Privada Nina Kors

¡BIENVENIDA MUERTE!


Cuando toque la puerta
no habrá más llanto
ni sufrimiento.
Ni más alegrías y risas.
Ni más cosas que contar
o añorar. No habrá más nada.
Sólo el silencio incógnito.
Sólo la oscuridad, tinieblas
ignotas o una luz destellante…
¡Quién sabe!... ¿Quién ha vuelto
para contarlo? ¿Quién puede
decir qué hay del “otro lado”?
Sólo Dios lo sabe. Él y nadie más.


Cuando toque a la puerta,
los sueños y los amores
se irán con ella. Todo será
silencio o dicha infinita.
¡Quién sabe!... ¿Tú lo sabes?


Cuando toque a la puerta
una paz eterna nos arropará
el sentido o quizás una sombría
peregrinación de almas blancas
y errantes la atormentará.
O ni lo uno ni lo otro pasará.
Quizás sólo dormiremos para
nunca más despertar.
¡Quién sabe!... ¿Tú lo sabes?
Sólo Dios lo sabe. Él y nadie más.


Cuando toque a la puerta
dejaremos de deambular
como sonámbulos de vida
para nunca más trabajar.
No más odios y guerras inútiles
afligirán los días y las noches.
No más dolor por los caídos
y los que nunca volverán.
No más intrigas y envidias
venenosas. No más vida…
No más nada… La nada
nos arrullará en su manto
sin colores y sin esperanzas.


Cuando toque a la puerta
no vendrá ni con sonrisas
ni con llanto, mucho menos
con bombos y platillos. Sólo vendrá.
Sólo eso... ¿Y qué más da?
Lo más hermoso y fascinante
de todo esto es que no sabemos día,
hora, momento ni año en que vendrá.
Pero aunque sea una eternidad,
le diremos ¡bienvenida muerte!
para poder morir en paz, felices
y con dignidad, porque no hay
que dejar este luminoso mundo
temblando como cobardes iracundos.
No vale la pena morir furibundos,
plañideros y teñidos de vil miedo.
No hay forma de escapar de ella.
Cuando toque a la puerta tenemos
que abrazarla con devota bendición
para poder morir risueños y sin sobresaltos.
Por eso digo, quizás con cierto recelo,
pero con arrojo, firmeza e hidalguía
¡Bienvenida Muerte! ¡La puerta está abierta!
Diego Fortunato en Madrid, con Don Quijote y Sancho Panza
 (atrás) pisándole los talones.