domingo, 15 de enero de 2012

EL PERFUME DEL SILENCIO



...y delante del trono cuatro seres viviente llenos de ojos delante y detrás (Apocalipsis cap. 4 ver. 6, 7 y 8)
Pintor: Diego Fortunato
Acrílico sobre cartón 66 x 48 cm
Año: 1988
Serie APOCALIPSIS
Colección Privada



EL PERFUME DEL SILENCIO



Estuve solo,
no sé si por horas
minutos,
o fracciones
de ellas.
¡Qué importa
cuánto tiempo
fue!... Para mí
fueron años,
quizás
una eternidad.
Cabalgaba solo
sobre crestas de paz
en la inmensidad
del silencio.
Ni un ruido,
sólo su suspiro
y murmullo
celestial
envolvían
todo mi ser.


Una alondra
y luego un pájaro
cantor
atravesaron
fugazmente
el silencio,
el cual se acercaba
tanto, pero tanto,
a mí que hasta
pude oler
su perfume
de colores
y madreperlas
transparentes
como el sueño
divino del Creador.


No podía
separarme
de aquel perfume,
ahora de jazmín
y rosas plantadas
en el infinito.
Absorbido
en la quietud
absoluta
de su silencio
y perfume
embriagador
de pronto vi
sus ojos de miel.
Su mirada
de alegría
y silencio
destellaban
de tal forma,
que me sentí
ruborizar
por instantes
imprecisos.
Nunca vi
mirada igual
ni ojos
tan profundos
impregnados
de paz.
Seguí viéndolos
mientras
una lágrima
de silencio
y paz redentora
descorría callada
por mi mejilla.


Estaba solo,
no sé si fueron
horas, minutos
o fracciones
de ellas.
¡Qué importa
cuánto tiempo
fue!... Para mí
fueron años,
quizás
una eternidad,
una eternidad
que jamás
olvidaré porque
donde está Dios
está el perfume
del silencio.



 


El poeta, escritor y pintor Diego Fortunato descansa sentado en una baranda durante un día neblinoso en el lago de Garda, laguna alpina de origen glacial. (Entre Brescia y Verona, Italia).


lunes, 12 de diciembre de 2011

AMBICIOSA SOLEDAD

Ambiciosa soledad (1996)
Pintor Diego Fortunato
Acrílico sobre tela 150 X 100 cm.
SERIE Horizontes perdidos
DESTINO: Desaparecido en combate  



DETRÁS DE LA PUERTA





Detrás de cada puerta,
de todas las puertas
que existen en el mundo,
de la tuya y de la mía,
siempre hay angustias,
dramas, frustración
e inquietudes teñidas
de opaca felicidad,
de quimeras olvidadas,
de sueños rotos.


Detrás de cada puerta,
de todas las puertas
que hay en el mundo,
aunque exista paz,
una paz vestida
de querubines celestiales
y vírgenes del edén,
también siempre hay
un hado perturbador
que la puede disolver
en instantes, en un abrir
y cerrar de ojos, y dejarla
partir al infinito, al olvido,
tal como parte el arco iris
después que pincela
el cielo en toda
su galana hermosura.


Detrás de cada puerta,
de todas puertas del mundo,
hay miseria ruin, miseria
sin fin, balanceándose
silenciosa en el columpio
de la dicha. Sólo un movimiento,
un pequeño ademán bastaría
para robar con cruel despiado
la felicidad al alma generosa.


Detrás de cada puerta,
de todas las puertas del mundo,
de la tuya y de la mía,
la apariencia, tolerancia
y soledad se dan la mano
en hipócritas palmadas
con la soberbia, prepotencia
y sublime maldad que sólo
el espíritu corrupto puede cosechar.


Detrás de cada puerta,
de todas las puertas
que existen en el mundo,
todo es ofuscación
y confusión. Odio y rencor
malsano y hasta gratuito,
conviviendo con un amor
frágil y encapuchado.


Detrás de cada puerta,
de todas las puertas del mundo,
de la tuya y de la mía,
hay apetito voraz.
Un sanguinario depredador
matizado de odio y crueldad,
que espera escondido
el momento oportuno
para dar su zarpazo
fiero y letal. No importa
si son hermanos, primos,
herederos malsanos,
princesas de la ofuscación,
madres, padres, esposas,
curas o botiquineros.
Sólo espera el momento
preciso y fatal.


Detrás de cada puerta,
de todas las puertas del mundo,
de la tuya y de la mía,
se asoma la luz de la dicha
y felicidad, el farol divino
e incandescente de la bondad,
pero siempre habrá una nube
amenazante y perversa.
Una mano invisible y temblorosa,
a la que los sabios llaman
los tentáculos de la envidia
y satánica maldad.
Ella siempre estará presta
para su certero golpe final.


Detrás de cada puerta,
de todas las puertas del mundo,
de las puertas de los siete
mil millones de almas
con que ya cuenta la humanidad,
también mora la esperanza,
el amor, la felicidad y la alegría.
No dejemos que el tenebroso
y oscuro misterio de la malignidad
salga invicto y triunfador.
Sólo una sonrisa bastará.
Una sonrisa de amor que brote
del alma henchida y rompa
el hechizo de la maldad.


Detrás de cada puerta,
de todas las puertas del mundo,
de la tuya y de la mía,
hay amor y paz.
Alegría y felicidad sin fin,
pero también sinsabores
miedo, odio y crueldad.
Sólo falta elegir. Yo ya elegí.
¿Qué eliges tú?



El pintor, novelista y poeta Diego Fortunato entrevistando al Rey Pelé en su época
 de periodista deportivo.

lunes, 5 de diciembre de 2011

TIEMPO DE AMAR

Tiempo de amar (1989)
Pintor: Diego Fortunato
Acrílico sobre tela 122 X 76.5 cm.
Serie MUJERES DE PIEL DE SOMBRA
Colección Privada familia Nigro (Italia).


CÓMO DECIRLO



Cómo decir
que te amo
más allá
de las cosas
infinitas.
Que tú sólo
suspiro
enciende
mi alma
en fuego
de lava bendita.


El perfume
que adorna
tu piel venerada
cabalga
sobre río
apasionado
en noches
de sueños
dulces
y encantados.


Cómo decirte
lo tanto que te amo
si al verte sólo
balbuceo palabras
sin sentido.


Cómo quisiera
robarle un beso
a tus labios dorados
para morir loco
y muy embrujado.


Eres mi súplica
sagrada.
La que surca
el universo
más allá del todo
y la nada
y jamás podría vivir
sin sentir tú latir
en mis sienes
ardientes.


Tus ojos de miel
plenos de de vida
es luz que alumbra
con alegría la vida.


Olvidarte
jamás podría
sin antes no sentir
la humedad
de tu cuerpo
fundirse en el mío.


¡Cómo decirlo!
Eres el todo
y la nada.
El universo
y el cielo azul.
La tormenta
y la calma.
El fuego y el frío.
El aire y su armonía.
El amor y la pasión.
El aliento de vida
porque sin ti la vida
nada sería…


¡Cómo decirlo!…
Cómo encontrar
palabras eternas
para decir que te amo
hasta más allá
de las cosas infinitas.




El pintor, poeta y novelista Diego Fortunato en Forte dei Marmi (Toscana,Italia).


lunes, 24 de octubre de 2011

      La máscara (1989)
Pintor Diego Fortunato
Acrílíco sobre tela 122 x 76.5 cm.
Colección Privada Famila La Rosa Pastrán



SI FUESE UN INSTANTE





Si fuese un instante,
y ese instante fuese ya,
dibujaría un mundo mejor,
lleno de alegría y paz.
Hermosas y risueñas
golondrinas vestidas
de amor esparcirían
por el sendero del infinito
un himno inmaculado
con olor a jazmín.
Sentado en el borde
del tiempo escucharía
como niño embelesado su canto
de quietud y hermandad.


Si fuese un instante,
y ese instante fuese ya,
cincelaría en el espacio infinito
una estatua de bondad eterna
sobre pétalos de rosa
y perfumados océanos de miel.


Si fuese un instante,
y ese instante fuese ya,
cabalgaría sobre corceles
de vida para derrotar
al hambre voraz
que como peste maldita
mutila y silencia la vida.


Si fuese un instante,
y ese instante fuese ya,
con lágrimas de júbilo
besaría al prójimo mío
y bendito por ser parte
y sueño de la vida mía.


Si fuese un instante,
y ese instante fuese ya,
rogaría a los cielos
por la armonía y la amistad
de todos los seres
del universo inmortal.


Si fuese un instante,
y ese instante fuese ya,
tejería sueños de libertad
sobre montes y praderas,
lagos, mares y ríos
para que en la tierra toda
germinen profundos
sueños de fraternidad.


Si fuese un instante,
si ese instante fuese ya,
abrazaría a toda la humanidad
y con susurro de querubines
le cantaría al oído
“¡Te amo por existir,
tanto como Dios
nos ama a todos por vivir!


 
Diego Fortunato en compañía de la versátil
y fabulosa cantante brasileña Eliana Pittman.

miércoles, 5 de octubre de 2011

URL, EL SEÑOR DE LAS MONTAÑAS


    Lea la novela completa en www.urlelsenordelasmontanas.blogspot.com


EL BRILLANTE CAZADOR

           A Orión, el cazador más deslumbrante del universo.
                       (De mi serie de poemas titulados Homenaje al Infinito).




Te encontré cerca del río Eridanus,
junto a tus perros de caza Canis Mayor
y Canis Menor, mientras batallabas
contra la constelación de Tauro.
Bajo el brillo incandescente
de Betelgeuse, la supergigante roja
que siempre te acompaña
en tus correrías, me uní a tu coto
como fantasma furtivo.
Me emocionó verte erguido,
cual gigante colosal,
con tu garrote de bronce en alto
apuntando a la enorme cabeza
del furioso de Tauro, quien estaba
a punto de embestirte,
mientras en tu mano izquierda
asías el gran escudo de luz y vida.
Nunca vi yelmo tan deslumbrante
sobre cabeza de guerrero alguno
ni espada tan resplandeciente
y afilada como la que colgaba
de tu cinturón de estrellas.
Apoyabas tu pie derecho
sobre el inofensivo conejo
que pacía sereno en los prados
azules de la protectora Rigel.
A lo lejos, muy coqueta,
distinguí a Bellatrix, la indomable
amazonas del cuadrilátero exterior
guiñándole el ojo a Saiph.
Después, muy oronda,
sosteniendo orgullosa y en alto
tu cinturón, vi a la vieja Mintaka,
que a sus 915 años luz
de distancia, lucía espléndida
junto a Alnitak y a Alnilam,
la más brillante y hermosa
estrella jamás conocida por nadie.
Parecían Tres Reyes Magos
o, mejor dicho, las Tres Marías
del divino universo creado
por el Todopoderoso Dios.
Más abajo advertí, un tanto triste,
pero moviéndose en forma
excéntrica, a Hatysa. A su lado
Tabit, la enana amarilla,
Meissa y todas las demás
estrellas de tu corte celestial.
las cuales vestían brillante atuendo.
Lucían esplendidas, como listas
para un baile del espacio señorial.
Los antiguos griegos decían
que naciste de los orines
de los dioses Zeus, Poseidón
y Hermes, después que visitaron
a Hirieo de Tanagra, un anciano
que no podía tener hijos,
pero que con pasión deseaba uno.
En agradecimiento a su hospitalidad
y después de degustar un suculento
buey entero que Hirieo cocinó para ellos,
los dioses le hicieron una promesa
para que su deseo se cumpliese:
orinaron (otros dicen que eyacularon)
sobre la piel del buey que se habían
comido y luego lo enterraron.
Le dijeron que a la décima lunación
lo desenterrara. Cuando Hirieo lo hizo
se encontró con un hermoso y robusto niño,
a quien llamó Urión, el que orina,
en gratitud a los orines de los dioses
que lo habían engendrado.
Otros, en cambio, decían
que Orión había violado a Mérope,
hija de Enopión, quien por ello lo dejó ciego.
No obstante, Helios le devolvió la vista
y Orión se convirtió en compañero de caza
de Artemisa y Leto, pero en cruel venganza,
prometió acabar con todo animal
que transitase sobre la Tierra.
Cuando Gea, la madre Tierra, se enteró,
agarró tan soberano disgustó
por la innoble actitud de Orión,
que lo hizo picar por un gigantesco
escorpión que enseguida lo mató.
Y así, las leyendas y los mitos
sobre Orión se multiplican y siguen
y seguirán hasta el último de los días,
aunque la verdad es que nunca dejará
de acosar por siempre a las Pléyades
y presidir el infinito universo
como un invencible y brillante cazador.


El descanso (1985)
Pintor Diego Fortunato
Acrílico sobre tela 122 x 76.5 cm.
Serie MUJERES DE PIEL DE SOMBRA
Colección Privada familia Nocerino.