...y delante del trono cuatro seres viviente llenos de ojos delante y detrás (Apocalipsis cap. 4 ver. 6, 7 y 8)
Pintor: Diego Fortunato
Acrílico sobre cartón 66 x 48 cm
Año: 1988
Serie APOCALIPSIS
Colección Privada
EL PERFUME DEL SILENCIO
Estuve solo,
no sé si por horas
minutos,
o fracciones
de ellas.
¡Qué importa
cuánto tiempo
fue!... Para mí
fueron años,
quizás
una eternidad.
Cabalgaba solo
sobre crestas de paz
en la inmensidad
del silencio.
Ni un ruido,
sólo su suspiro
y murmullo
celestial
envolvían
todo mi ser.
Una alondra
y luego un pájaro
cantor
atravesaron
fugazmente
el silencio,
el cual se acercaba
tanto, pero tanto,
a mí que hasta
pude oler
su perfume
de colores
y madreperlas
transparentes
como el sueño
divino del Creador.
No podía
separarme
de aquel perfume,
ahora de jazmín
y rosas plantadas
en el infinito.
Absorbido
en la quietud
absoluta
de su silencio
y perfume
embriagador
de pronto vi
sus ojos de miel.
Su mirada
de alegría
y silencio
destellaban
de tal forma,
que me sentí
ruborizar
por instantes
imprecisos.
Nunca vi
mirada igual
ni ojos
tan profundos
impregnados
de paz.
Seguí viéndolos
mientras
una lágrima
de silencio
y paz redentora
descorría callada
por mi mejilla.
Estaba solo,
no sé si fueron
horas, minutos
o fracciones
de ellas.
¡Qué importa
cuánto tiempo
fue!... Para mí
fueron años,
quizás
una eternidad,
una eternidad
que jamás
olvidaré porque
donde está Dios
está el perfume
del silencio.
El poeta, escritor y pintor Diego Fortunato descansa sentado en una baranda durante un día neblinoso en el lago de Garda, laguna alpina de origen glacial. (Entre Brescia y Verona, Italia).